La Plaza Nueva se convirtió, una tarde más, en el lugar de reunión predilecto para disfrutar y compartir un buen rato en amigos y familia. ¡Y vaya si lo consiguió! Después de la actuación diaria de danzas vascas, grupos de todas las edades no quisieron perderse el tradicional Baile de la Era. Uno de los primeros que se enseñan en las escuelas, las emblemáticas esku dantzak no podían faltar en una romería que duró media hora. Fue breve pero intensa.

El Baile de la Era fue un reencuentro con otro yo mucho más joven, una vuelta a un pasado no tan lejano que recuerdo día tras día porque para quien no lo sepa, hace una década bailaba danzas vascas y no se me daban del todo mal. De hecho, me quedó clavada una espina que algún día lograré retirar, aprender el aurresku. Sin duda, es el baile más simbólico y que mejor representa las danzas vascas. Se suma otra tarea más a las pendientes, poco a poco va pareciéndose más a una lista de la compra. El tiempo pasa y quedan pocos días para saldar todas las cuentas pendientes en fiestas.

En el programa de Aste Nagusia, el evento invitaba a los participantes a asistir con el traje tradicional. En mi caso no pudo ser, hace diez años que dejé de bailar y, como es lógico tanto la camisa como el pantalón me quedaban extremadamente pequeños, y qué decir de las alpargatas o la txapela. No obstante, los pasos de los bailes nunca se olvidan. Con un arranque tímido, me fui adentrando cada vez más en la fiesta que se estaba viviendo en la Plaza Nueva. Sin nada que envidiar al ambiente nocturno que hay en las txosnas, lo que se vive en la Plaza Nueva es único. En un primer momento, no eran muchas las personas que estaban en el circulo central siguiendo el ritmo de los txistularis que estaban en el escenario.

Con el paso de los minutos había una expectación mayor por querer adentrarse en el centro y poder bailar al ritmo de la música; una preciosa melodía que invita a querer formar parte del baile aún desconociendo los pasos, como se pudo ver en algunos atrevidos que no permitieron que el desconocimiento les quitase pasar un buen rato con la familia o los amigos. Los presentes, con traje tradicional al completo, ansiosos por que empezase la romería y el Baile de la Era, no se quisieron perder el grupo de danzas vascas que bailó una hora antes en el mismo lugar. Con más de media hora de antelación, los primeros trajes tradicionales comenzaron a hacer acto de presencia por los aledaños de plaza para asistir a las danzas vascas que dan comienzo diariamente a las siete de la tarde. De la misma forma que descubrí que los fuegos artificiales son un concurso, las danzas vascas también lo son.

Aprovechando la cercanía del espacio porticado con el recinto ferial de las barracas, aproveché, y una vez finalizó el Baile de la Era, subí mediante el ascensor de la parada de metro de Casco Viejo. Lo confieso era para evitar subir los más de 300 escalones de las Calzadas de Mallona. A diferencia de cuando subí a disfrutar de los fuegos artificiales desde el parque Etxebarria, la cola para acceder al ascensor era amplia. No obstante, el servicio fue efectivo y en apenas cinco minutos se había disipado. Mencionando los fuegos artificiales, esta vez los presencié desde el Puente de San Antón y, por el momento tengo mi ganador particular, no se quien será el ganador oficial —quedan días para disfrutar de ellos— pero los fuegos del martes, organizados por Pirotecnia Caballer FX, procedentes de Valencia, son mis ganadores particulares.

Quedan pocos días para que finalice Aste Nagusia y, la verdad, para ser la primera vez que puedo disfrutar de las fiestas, la experiencia está siendo una completa maravilla. Espero que cuando terminen, pueda decir que todos los objetivos de la lista han sido tachados. Por el momento se mantiene una larga lista de la compra por tachar.