Génova - Año y medio después de la caída del puente que dejó 43 muertos y partió a Génova en dos, la ciudad avanza hacia su normalidad con la construcción de un nuevo viaducto que volverá a conectar la urbe con el norte de Italia y el sur de Francia, y cerrará una herida que todavía continúa abierta. El 14 de agosto de 2018, un tramo del llamado Puente Morandi, situado a tan solo 2,5 kilómetros de distancia del puerto de Génova, se vino abajo. Quince meses después, una nueva estructura comienza a cobrar vida.

"La caída del Puente Morandi ha castigado mucho a Génova, a Italia, al comercio. Era la unión entre el este y el oeste de la ciudad, pero también entre Génova y el norte de Italia y Europa; se han interrumpido tres líneas ferroviarias que pasaban por debajo", explica Francesco Ravera, presidente de la asociación que representa a los desalojados tras el siniestro. "El puente es importante para todos" -añade-, al tiempo que confía en que "los genoveses puedan recuperar la normalidad cuanto antes". La finalización de la nueva infraestructura está prevista para la primera mitad de este año. Por ahora se han colocado catorce de los dieciocho pilares con los que contará y siete de los diecinueve vanos. Además de causar 43 muertos, el suceso obligó a casi 600 personas a dejar sus hogares, porque sus casas se encontraban en los aledaños del puente y estaban amenazadas por la inestabilidad de la estructura que seguía en pie.

En la zona también había fábricas que desde entonces están abandonadas. Las labores de demolición previas a la construcción del nuevo viaducto necesitaron echar abajo algunos de aquellos edificios. Otros escaparon de la destrucción por encontrarse en los límites de la zona roja, pero quedaron vacíos, cubiertos de polvo.

Actualmente el silencio que reina en su interior contrasta con el ensordecedor ruido de las máquinas que trabajan sin descanso, día y noche, para volver a conectar el este y el oeste de Génova, a través del valle del río Polcevera. Unas 500 personas trabajan 24 horas al día, en turnos de 8 horas, siete días a la semana directamente en el área afectada.

El objetivo: finalizar esta obra y que se pueda reanudar el tráfico habitual de personas y coches, pero sobre todo el tránsito incesante de camiones, que hasta agosto de 2018 transportaban mercancías a diario directamente desde el puerto de Génova hacia el resto de Italia y el sur de Francia. "Es una conexión clave, una infraestructura importantísima en nuestro país que ha creado un verdadero agujero en Génova y en el norte de Italia. Es una herida que debe ser absolutamente curada", subraya Nicola Meistro, consejero delegado de PerGenova, la empresa conjunta entre Salini Impregilo -socia de la española Sacyr en el Canal de Panamá- y Fincantieri, responsable de la construcción del puente.