Distintas fotos y vídeos de agresiones sexuales descubiertas en el ordenador portátil del presunto violador de Beasain permitieron relacionarlo con otros delitos sexuales cometidos desde 2012 en Tolosaldea, con un modus operandi y en los que también se encontraron restos de su ADN. Dos ertzainas, un hombre y una mujer, especializados en la investigación de agresiones sexuales describieron ayer miércoles ante el tribunal las pesquisas que permitieron detener a este hombre y que tomaron cuerpo al descubrir que el autor de la agresión a una chica en Beasain había empleado un trapo impregnado en cloroformo para adormecer a la víctima antes de forzarla en su propio domicilio, en cuyo exterior había permanecido a la espera de que abriera la puerta.

Ambos agentes explicaron que este modo de proceder coincidía con casos similares que estaban investigando, por lo que mantuvieron una “entrevista” con la chica que resultó “fundamental” para determinar que muy pocas personas sabían que aquella noche iba a estar sola en casa. Entre esas se encontraba el jefe de su hermano, quien desde aquel momento fue sometido a vigilancia “de 24 horas” durante varios días hasta que se logró obtener su ADN de una cucharilla recuperada de un restaurante de comida rápida en Oiartzun donde había cenado.

Los ertzainas precisaron que su “perfil genético” coincidía con el descubierto en otras agresiones anteriores, por lo que se decidió su detención inmediata ya que habían constatado en su proceder un “perfeccionamiento del método” y que ya se “atrevía” a entrar en domicilios, cuando antes había actuado en la calle. Los agentes registraron también uno de los vehículos que utilizaba este hombre, en el que encontraron un ordenador portátil y varios USB con numerosas fotos y vídeos de otras agresiones sexuales que estaban siendo investigadas. Los investigadores también constataron que en 2012 y 2013 se habían realizado varias búsquedas de información sobre el cloroformo y su uso, cuando presuntamente antes el acusado habría empleado algún tipo de aerosol con el que no había conseguido su “objetivo” porque varias víctimas respondieron a su agresión y escaparon.

Asimismo, descubrieron que durante un tiempo había tenido en su móvil una foto de la víctima de Beasain, sacada de una red social, y que había borrado tan solo 23 horas después de, presuntamente, haberla violado. El “círculo” se fue cerrando más con otras pruebas como la geolocalización de su teléfono que permitió reconstruir el viaje que hizo aquella noche por carretera desde Usurbil hasta el piso de la víctima en Beasain, donde permaneció desde las 2.07 hasta las 2.28 horas, y posteriormente a su propio domicilio.

Un horario que coincide además, con los gritos escuchados por varios vecinos en la escalera. “Más coincidencia no puede haber”, resumió un agente. El análisis del teléfono ha detectado también varias interrupciones y un uso masivo de datos en esa franja que para este policía significan que llegó a grabar la agresión sexual, aunque se trata de algo que la investigación no ha podido confirmar. Uno de estos policías señaló asimismo que, de las pesquisas practicadas, se desprende que el acusado había “planificado perfectamente” la agresión y conocía la zona “al dedillo”. Asimismo, indicó que durante el seguimiento al que fue sometido durante varios días no se le vio consumiendo alcohol ni drogas, como había argumentado el acusado que solía hacer, aunque sí tomaba “café”.