Una docena de colectivos animalistas de Gipuzkoa activaron en la madrugada del lunes un dispositivo sin precedentes para intentar rescatar a un gato atropellado de la carretera, en el barrio Hiruerreketa de Zarautz, más allá del toque de queda, previa llamada a la Policía Municipal, la Ertzaintza en reiteradas ocasiones y finalmente a SOS Deiak, hasta que lograron que se autorizase una actuación por "urgencia médica veterinaria" y poder trasladar de esta forma al animal a un centro de atención donde finalmente falleció.

La pregunta surge sola. ¿Hay que activar todos estos servicios de emergencia en plena pandemia para retirar un gato de la vía y atenderlo de urgencia? ¿Aunque sea un gato callejero? La respuesta inicial de la Ertzaintza cuando recibieron la llamada del animal atropellado pasadas las 23.00 horas del pasado domingo, según aseguran estos colectivos animalistas, es que "hay un montón de gente muriendo por el covid, hay toque de queda y un gato atropellado no es un motivo de fuerza mayor". Bastante lógica.

Ante la negativa, ellos mismos se ofrecieron voluntarios para retirar el gato atropellado de la vía, pero la Er-tzaintza les aseguró entonces que estaban fuera del toque de queda (eran más de las 23.00 horas y está fijado a las 22.00) y que si algún agente los veía en la calle, ir a retirar un gato malherido de la vía no iba a valerles de excusa y serían multados.

No conformes con la negativa, encontraron base jurídica en el propio decreto 13/2021 del 6 de marzo del lehendakari. Está escrito, que al margen del horario del toque de queda, una de las excepciones para salir a la calle "es la asistencia a centros de atención veterinaria por motivos de urgencia". Seguramente, ese punto no estaba pensado para un gato callejero atropellado, sino para urgencias de mascotas en un domicilio, pero, ¿dónde lo especifica?, ¿y quién impide a un colectivo pro defensa de los animales atender voluntariamente a un animal?

Así que, una vez referenciada a las autoridades la base jurídica, pasada una hora, obtuvieron la autorización y un "compañero de la asociación Oinatz de Azpeitia" se desplazó al lugar, recogió al gato y lo llevó a la veterinaria de su municipio con carácter de urgencia.

Todas estas exigencias y movilización están amparadas por la Ley 6/1993, de 29 de octubre, de Protección de los Animales del País Vasco y numerosas ordenanzas que estos colectivos, "que trabajamos día a día por los derechos de los animales", aseguran conocer "muy bien". Una hora y media más tarde, el gato era atendido y finalmente eutanasiado.

El caso es paradigmático. ¿Dónde está la barrera? ¿Qué derechos tienen los animales? ¿Qué animales sí y cuáles no? ¿Tiene límite la sensibilidad extrema? ¿Más allá de la humanidad de cada individuo, qué es exigible y qué no? ¿Nos estamos volviendo locos o lo que pasa es que nos queda aún mucho que evolucionar? El caso es que las leyes articuladas en los últimos años han abierto un campo sin fronteras. ¿Habrá que ampliar los servicios públicos para atender estas demandas?

Zarautz, sin ir más lejos, creó una concejalía de bienestar animal. Vanguardista total. Estos colectivos le acusan de "no haber hecho nada" y dicen que el Ayuntamiento ni siquiera cumplió con su obligación de retirar los animales de la vía pública. También indican que estas normas, aunque están aprobadas, "son desconocidas para quienes tienen que velar por su cumplimiento" y denuncian "su incumplimiento por parte de algunas administraciones". Pero, ¿hay recursos para todo ello? ¿Se legisla para contentar a determinados colectivos sin ser conscientes de las obligaciones que conllevan?

Estos doce colectivos animalistas reclamaron este miércoles mediante un comunicado "formación para los agentes y creación de protocolos policiales donde no los haya, para garantizar que las normas se cumplan y que aumente la sensibilidad hacia los animales dentro de los cuerpos policiales". La pregunta es: ¿hasta dónde?

Insisten en que "nos encontramos muy a menudo con situaciones" como esta y "exigimos buenos protocolos de actuación para que no se vuelvan a repetir, para que ningún animal más tenga que soportar un sufrimiento injustificado ante la pasividad de quienes tienen que velar y son competentes en garantizar su bienestar.

Aseguran que a la mañana siguiente aparecieron "dos gatos más fallecidos en la misma zona, uno en la cuneta y otro en la hierba" y que "está claro que es un área de gran peligro para los gatos de la calle y que fallecen muchos en ese lugar". Por lo que comunicaron el hecho a la policía municipal de Zarautz, solicitando la recogida de esos cuerpos para su incineración.