De competir en los Juegos Paralímpicos de Seúl, en 1988, a seguir disputando torneos de veteranos a nivel mundial en pleno 2024. Para David Alonso, el primer deportista paralímpico vasco, han sido cinco décadas dedicadas por y para el deporte.
¿Qué discapacidad tiene?
—Es una amputación congénita por encima de la rodilla, es decir, nací con media pierna. No tuve ningún accidente ni ninguna discapacidad sobrevenida, esa es la parte buena, que al nacer con ello es tu realidad y te adaptas a vivir en esas condiciones.
¿Qué le hizo acercarse a la natación y llegar a competir a alto nivel?
—Al tener una discapacidad, los médicos decían que tenía muchas papeletas de tener una desviación de la columna entonces lo primero que te mandan hacer es nadar. Tenía mucho miedo al agua, muchísimo. Me apuntaron a dos cursillos pero era incapaz de aprender. Al de un tiempo, en verano, un familiar mío se metió conmigo en la piscina y poco a poco conseguí el milagro de nadar, ese día fue uno de los más felices de mi vida.
De ahí pasó a competir.
—Al de dos meses empecé a entrenar en un equipo de natación y se dio la circunstancia de que no había ningún discapacitado. Desde el principio fui un pionero en el sentido de que empece a hacer deporte completamente integrado.
Eso no es habitual
—Al tener que esforzarme más y entrenar más para igualarme al resto de niños, ahí se empezó a formar mi carácter y mi pasión por la competición. No quería nadar y acabé compitiendo a nivel mundial.
Fue de un extremo a otro.
—Yo veía que cuando entrenaba salían unos tiempos muy buenos para una persona con discapacidad. Eso te va retroalimentando y te preguntas cuál es el límite.
¿Cómo pudo alimentar y mantener ese gen competitivo?
—En cuanto empiezan a llegar los éxitos. Al primer campeonato estatal que fui en el año 1983 iba a ver cómo estaba el nivel. Quedé subcampeón. Cuando empiezas a ganar te retroalimentas. Cuanto más ganas, más quieres. Al final es lo que nos da gasolina a las personas que somos competitivas.
¿En cuántas paralimpiadas ha competido desde que empezó?
—Fui el primer paralímpico vasco de la historia, competí en Seúl 88. Fue una paralimpiada única, porque ahí se produjo la integración del movimiento paralímpico con el olímpico, ya que antes las estas competiciones se hacían en una sede diferente. En Seúl se unificó todo. La segunda paralimpiada fue en Barcelona y fue especial porque pudo venir mucha gente con la que yo competía, mi familia...
¿Hubo participaciones más allá de Barcelona?
—En un principio tenía pensado seguir hasta Atlanta, pero las pocas ayudas que nos dieron para poder competir dignamente desaparecieron. Entonces vi que no podía estar al nivel que había estado en las dos olimpiadas anteriores y decidí centrarme en el mundo laboral.
Y luego vino el tenis de mesa ¿Cómo fue esa transición?
—Cuando dejé de nadar tenía unos 24 años y estuve un par de años disfrutando de la vida de un joven de más de veinte años que no había podido salir. Entonces, mi cuerpo empezó a cambiar, perdí mucha masa muscular, engordé un poco, me empezó a doler la espalda y fui al médico porque no me encontraba bien. El facultativo me dijo que el mejor deporte era la natación. Le dije que si no había otro y el doctor me recomendó que fuese al gimnasio. Cuando iba, pasaba por una sala en la que había jugadores de tenis de mesa con discapacidad. Cuando terminaba de entrenar me quedaba mirándoles. Un día me dijeron a ver si querría jugar y ahí empezó mi segunda carrera deportiva.
¿Cómo se desarrolló?
—Empecé poquito a poco y al de dos años fui a un campeonato estatal a ver el nivel. El año siguiente quedé campeón estatal y hasta el momento lo he sido siete veces. Entonces empecé a jugar con la selección en torneos internacionales y al final conseguí 24 medallas en el circuito mundial hasta el año 2014, que fue cuando dejé de competir porque era muy difícil sostener los gastos. Traté de clasificarme para Pekín 2008, pero no pude competir en todos los torneos por falta de presupuesto económico y me quedé en las puertas.
¿Y en su época de veterano?
—Empecé a competir en campeonatos internacionales entre veteranos y hace dos años quedé subcampeón de Europa en Griminish (Reino Unido). Este año ha sido mi mayor logro a nivel deportivo en tenis de mesa quedando campeón del mundo en Roma en dobles y medalla de bronce en individual.
¿En qué dirección debe ir el deporte paralímpico para cobrar más importancia?
—La evolución que ha tenido es brutal. Con la Olimpiada de Barcelona se nos puso en la órbita y la progresión ha sido impresionante. Hoy hay gente paralímpica que vive del deporte, lo que en mi época era imposible. Nos falta ese empujoncito mediático, porque a nivel de instalaciones y de entrenamientos se ha mejorado muchísimo.