Conocer el perfil genético puede ser clave en las investigaciones criminales, y los almacenes policiales sobre identificadores obtenidos a partir del ADN no dejan de crecer. Tanto es así, que la Ertzaintza tiene registrado actualmente el perfil genético de un total de 10.386 personas condenadas o sospechosas de comisión de delito.
Todas ellas figuran en una base de datos estatal compartida por otros cuerpos policiales que guarda el perfil genético de más de 444.000 personas. El cotejo de esa información con la obtenida en el escenario del crimen permite esclarecer con frecuencia casos complejos de hechos delictivos, personas desaparecidas o cadáveres sin identificar.
Todos nos movemos con nuestra carga genética a las espaldas, de la que vamos dejando rastro. El ser humano tiene 23 pares de cromosomas, 22 de los cuales presentan el mismo aspecto tanto en hombres como en mujeres. El último de ellos es el que nos diferencia. Así, el 50% de la información genética proviene del padre a través del espermatozoide, y el 50% restante de la madre.
La exclusividad de nuestro ADN responde así a las combinaciones infinitas que pueden producirse mezclando los ADNs del padre y la madre. Es imposible que se replique una misma secuencia, de ahí que el ADN constituye un documento de identificación personal intransferible, cuyo rastro se va propagando a nuestro paso. Una información crucial en el escenario del crimen.
“Una vez que tenemos el análisis del ADN del sospechoso, entra en una base de datos. Por otra parte, está el perfil genético obtenido de las evidencias del escenario del delito. Por decirlo de alguna manera, cotejamos los individuos frente a las manchas, y con la valoración estadística obtenida elaboramos el informe pericial”, detalla Oscar García Fernández, biólogo de la Policía Científica de la Ertzaintza, en la Sección de Genética Forense, que ha participado este martes en los Cursos de Verano de la UPV/EHU.
El uso del ADN en la investigación criminal ha sido objeto de un gran número de series cinematográficas de gran audiencia que, quizá, crean expectativas poco realistas sobre las posibilidades de estas pruebas. Pero es indudable que, más allá de la ficción, la Genética forense es una de las disciplinas que más ha evolucionado a lo largo de los últimos años dentro del campo de la Medicina legal.
El descubrimiento, en 1985, de la polimerasa (PCR por sus siglas en inglés) ha permitido analizar regiones altamente cambiantes del ADN extraído de prácticamente cualquier vestigio biológico, con independencia de su estado de conservación, aunque de nada valdría todo ello en la investigación de un crimen si esa información no se encontrara estructurada en una base de datos, que el Estado aprobó por ley en 2007.
Gran almacén de información
A ese gran almacén aporta información, además de la Ertzaintza, la Policía Nacional, Guardia Civil, Mossos d’Esquadra, Policía Foral e Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. De este modo se conocen los perfiles genéticos obtenidos a partir de los vestigios recogidos en los escenarios de los delitos, y sobre las víctimas (perfiles manchas), y los perfiles genéticos de origen conocido (sospechosos, detenidos e imputados), obtenidos del análisis de muestras biológicas.
DeAngelo, el expolicía violador en serie
Uno de los casos más sonados del uso de perfiles genéticos para dar caza a criminales es el de Joseph James DeAngelo Jr., expolicía estadounidense de 72 años, detenido en 2018 en California. La policía puso así fin a 42 años de búsqueda, tiempo en el que DeAngelo habría violado a 45 mujeres y cometido 12 asesinatos. El arresto, sin embargo, no se produjo por un chivatazo ni por la aparición de una nueva pista. Cuatro décadas después de que comenzara la investigación, según explica el biólogo, DeAngelo fue detenido gracias a Internet, después de que los investigadores optaran por comparar el ADN del criminal con los bancos ‘online’ de perfiles genéticos.
Del mismo modo, el trabajo de la Sección de Genética Forense de la Policía Científica de la Ertzaintza consiste en arrojar luz ante hechos que pueden ofrecer muchas dudas. El experto habla de casos de agresión sexual en los que se ha extraído una toma vaginal de la que se ha obtenido un perfil genético. El Fiscal dice que el resultado obtenido es una mezcla de ADN de la víctima y del sospechoso. El abogado defensor indica que la muestra no se corresponde con la de su cliente. “Nosotros tenemos que hacer esa valoración”, detalla García, obligado a manejarse en términos que pueden llegar a ser complicados de comprender para personas no entrenadas en los tribunales de justicia. “Nosotros decimos cuál es la probabilidad del hallazgo científico que hemos encontrado tras analizar la evidencia, pero no hablamos en términos de culpabilidad o inocencia. Puedo analizar una colilla en un robo y extraer el perfil genético. Pero esa colilla no tiene por qué ser de quién ha cometido el robo. O el caso de una mujer que dice ser víctima de agresión sexual pero el sospechoso dice que ha habido consentimiento. En ese caso, podemos tener el ADN pero es el tribunal el que se debe pronunciarse sobre consentimiento”, expone.