Alboan se acerca ya a las tres décadas de vida... ¿qué balance hace de su labor?

Bueno, yo creo que una de las cosas más importantes es que Alboan no ha perdido su propósito. Tiene una misión que comparte con mucha gente, más allá del equipo, con un número amplio de voluntariado. Casi 5.000 personas socias y donantes en el País vasco y Nafarroa optan por canalizar la solidaridad a través de Alboan. Hacemos de puente entre realidades muy distintas. En los 22 países donde trabajamos, donde sigue habiendo niveles de pobreza y exclusión muy importantes, con realidades aquí donde la exclusión y pobreza también se van ampliando. No es solo una relación de donación, sino relaciones de ida y vuelta, de aprender cosas de allí, y viceversa. De cooperar no solo con fondos sino sobre todo con capacidades y con relaciones. 

¿Qué destacaría?

Es evidente el impacto que hemos tenido en miles de personas cuya vida ha cambiado por muchos de los programas que Alboan puede apoyar. Por ejemplo en temas educativos, en temas de empoderamiento de mujeres, o atención psicosocial a mujeres víctimas de violencia, a personas migrantes... Siempre pongo este ejemplo: entre saber escribir y leer o no saber, es una diferencia enorme en la vida de una persona. Por eso, seguimos con programas de alfabetización. Además, acompañamos un montón de iniciativas económicas en distintos países. Más allá de los indicadores y de los números, considero que hemos ayudado muchísimo durante todos estos años. Y sobre todo con muchas organizaciones en esos 22 países en los que estamos, con entidades locales. Aprenden a hacer más cosas y nosotras aprendemos de ellos; es como como una relación de ganar-ganar.

Hace unos meses que aceptó el cargo de directora de la ONG. ¿Qué retos afronta?

 Como todas las organizaciones sociales tenemos retos ante un contexto cada vez más volátil. Hace años que  Bauman habló de la sociedad líquida, entornos con mayor vulnerabilidad, e incertidumbre. Yo creo que hay un consenso de que los cambios que estamos viviendo son vertiginosos. Por eso, uno de nuestros retos es seguir conectando estas realidades. Yo creo que ese es un reto que cada vez nos requiere más creatividad, ¿no? Cómo unimos sociedades distintas en un mundo que está siendo más desigual. Un segundo reto es seguir ayudando a la gente del País vasco y Navarra a encontrar un lugar donde vivir la solidaridad. Nosotros queremos que Alboan sea un espacio que sume voluntades y que convenza cada vez a más gente de que la realidad es transformable. Yo siempre digo:  no vamos a revertir la Historia con mayúscula, pero sí muchas historias de mucha gente. El mundo es transformable y hay muchas vías para hacerlo: con Alboan, con otras ONG, con su empresa, con la escuela… Y el tercer reto tiene que ver con con la solidaridad. En una Europa donde hay una sensación mayor de empobrecimiento, sociedades más ensimismadas, con problemas locales muy importantes, sociales... El cómo sostener esa solidaridad no solo económica, sino también afectiva con contextos que cada vez nos quedan más lejos. En muchos lugares se habla ya de procesos de deslocalización, no como antes. Mirábamos tanto el mundo... y ahora hay un retraimiento a lo local.

¿Cómo valora la recientemente aprobada Ley vasca de cooperación?

 Es una ley que aplica que las ONG seguimos teniendo una centralidad, pero que intenta convocar a otros actores: a la universidad, también al mundo económico privado, sindicatos, movimientos sociales, jóvenes... para ampliar el foco y que más actores participen. Creo que esto es algo muy importante porque evidentemente el trabajo que hacemos las ONGs es imposible si lo hacemos solas. Necesitamos sumar gente, sumar capacidades es una estrategia. Es una ley que responde a esta necesidad de tener esquemas multiactor. Es verdad que hemos tenido mucha reflexión sobre si esos nuevos agentes pueden distorsionar el objetivo altruista de la cooperación, pero confiamos que una vez que la ley se ha aprobado y se van a ir desarrollando todas las herramientas de financiación, pues esto se respete. Se ha marcado la senda del 0'7% del PIB, que nunca se había alcanzado. La ley va a permitir adaptar los instrumentos que a nosotros nos interesa mucho tener, para una cooperación que sea de mayor calidad, que sea más previsible y que sea más permanente. Yo creo que eso puede ser positivo para los próximos años.

 Hoy se celebra el Día Mundial de las ONGs. ¿Qué papel diría que cumplen en la sociedad actual? 

En una sociedad con tanta información y desinformación en la que estamos a veces somos como pozos de agua un poco más limpia. Que informamos no solo de lo grave que puede ser la situación en el mundo, sino de muchas pequeñas experiencias germinales que generan esperanza. Yo creo que estamos poco habituados a buenas noticias y las ONGs tenemos esos brotes verdes. Jugamos un papel de poder ejemplificar que el mundo es transformable y la realidad puede ser mejor. Alcanzamos donde sectores públicos o privados no llegan, sí. Vamos donde termina el asfalto, allí donde hay más necesidad.