Haces un pedido en el súper y en la caja te piden tu número de teléfono para, acto seguido, airear tu dirección. Guardas cola en el mostrador de una consulta y te enteras de las pruebas que le van a hacer a otro paciente. Las vulneraciones a la privacidad están a la orden del día.

Al hacer la compra, en el médico, en un mostrador de información... ¿Se infringe constantemente la Ley de Protección de Datos?

—Hay prácticas cotidianas que chocan con el derecho a la privacidad tanto en el ámbito de lo privado como de lo público. Un ejemplo es el de los servicios de salud. Vas al ambulatorio y en algunos casos ves tus miserias expuestas a quienes tienes al lado. También puede pasar en comisarías. Son situaciones que muchas veces se achacan a la falta de infraestructura y de medios.

¿También falta concienciación?

—En el ámbito de la salud, por ejemplo en Osakidetza, se ha avanzado mucho, pero todavía queda mucho que hacer. No obstante, no creo que sea tanto una cuestión de sensibilización. Desde las administraciones se nos hace llegar que esa preocupación existe, pero muchas veces hacer efectivo ese derecho no es tan sencillo desde un punto de vista material. 

Se envían mails con las direcciones de todos los destinatarios visibles, te añaden sin consultar a grupos de WhatsApp... ¿Cómo evitarlo?

—Con concienciación sobre todo, porque si conviertes la privacidad en algo cotidiano, te acostumbras a pedir el consentimiento. Te darás cuenta de que no es tan costoso y de que la gente, la mayoría de las veces, no tendrá problemas para ello. Pero también, en caso de que tú consideres que la práctica es contraria a derecho, puedes denunciarlo y se hace.

Da reparo denunciar a la madre o al padre de turno...

—Son casos que han llegado a la Agencia Española de Protección de datos y han sido analizados. Algo tan corriente como grabar los Carnavales en el cole y publicarlo en las redes puede ser una infracción.

¿Qué sanciones puede conllevar?

—Una multa económica y la cantidad dependerá de las circunstancias. No son resoluciones extrañas. Han sido investigadas y resueltas.

En el caso de que sean los padres los que exponen a sus hijos, ¿hay manera de protegerlos?

—Tienen que ser situaciones muy concretas en las que tenga que intervenir la Fiscalía de Menores. La custodia y la patria potestad la tienen los progenitores y en principio disponen.

Cuando estos menores crezcan...

—Algunos menores cuando crezcan van a tener media vida publicada por sus padres y madres.

A veces los muestran en situaciones íntimas o que de adolescentes les pueden resultar ridículas.

—Ahora estamos poniendo el foco en el mal uso que hacen los menores de las nuevas tecnologías y este tipo de cosas las hacen los padres y las madres, que muchas veces nos hemos acostumbrado a publicar la vida de nuestras criaturas, empezando por la foto de WhatsApp. ¿Cuánta gente tiene en el perfil la foto de sus criaturas? Muchísima. Nos hemos acostumbrado a fardar de todo lo bueno que nos pasa.

Hay personas que cuelgan en el estado fotos de hijos y nietos. No parecen ser conscientes de toda la gente entre la que las difunden.

—La mayoría de las veces cuando utilizas una red social parece que la relación es con la persona que tienes al otro lado, sin tener en cuenta que tienes un intermediario, que es la empresa y vive de algo. Como no pagas, vive de toda la información que le estás dando. Además, la mayoría de las veces no nos paramos a leer las condiciones con las que nos descargamos la aplicación.

Suelen ser muy largas y farragosas.

—Precisamente por eso han sido sancionadas muchas veces ese tipo de empresas, por esa falta de información o por complejizarla mucho. 

Nuestro nombre, dirección... ¿Son de dominio público en internet?

—Depende de las prácticas que hayas llevado a cabo. Solo con lo que se publica en boletines oficiales se tiene acceso a DNI de personas.