Los datos de transmisión del VIH parecen estar estabilizados en Euskadi, aunque siguen siendo preocupantes, como lo son los datos que señalan que el problema principal radica en que sigue siendo importante el porcentaje de personas sin diagnosticar y el de los diagnósticos tardíos. Arantxa Arrillaga, responsable del Plan de Sida e ITS del Departamento de Salud del Gobierno vasco, analiza éstos y otros datos.

¿Los datos de transmisión del VIH en Euskadi siguen subiendo?

—En relación al VIH estamos en una situación de estabilidad. En los años 2020 y 2021 se dio un pequeño descenso, pero hay que enmarcarlo en la situación de pandemia del covid. En 2022 han subido algo los casos, de 119 a 127, pero estamos bastante lejos de la cifra de 2019, que fueron 147. No podemos hablar de aumento, sino de una situación de nuevas infecciones bastante estable.

¿La causa para que no se dé un descenso claro puede radicar en una relajación a la hora de adoptar medidas de prevención al no ser ya una enfermedad mortal?

—Es verdad que la imagen social ha cambiado mucho. De ser una infección mortal ha pasado a ser una infección crónica, con tratamientos que son cada ves más sencillos de tomar. También las personas que viven con VIH lo hacen con una calidad de vida relativamente buena, aunque es verdad que tienen unos problemas de salud añadidos. Esa cronificación ha traído una menor visibilización del VIH. Además, las nuevas generaciones no han conocido los momentos duros. Hay también otra cosa a tomar en cuenta. Hay una parte de personas sin diagnosticar. Un 7,7% viven con el VIH sin saberlo y éstas, al no saber que tienen la infección, pueden ser las que más la transmitan, al no poner los medios necesarios para evitarlo.

¿De qué franja de edad estaríamos hablando en transmisiones?

—La edad media en nuevas infecciones por VIH en 2022 era de 38 años. En otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), esta edad es menor. En el VIH no es tan baja. El mayor porcentaje de nuevas infecciones está entre 30 y 39 años y le sigue la franja de edad de entre 20 y 29, con el 26%.

¿El diagnóstico tardío es uno de los principales problemas?

—En el tema del diagnóstico existe una doble vertiente. Por un lado hablaríamos del diagnóstico oculto, la necesidad de hacer un diagnóstico a las personas que viven con el VIH y no lo saben, y por otro hablaríamos del diagnóstico tardío. Más de la mitad de las infecciones que se diagnostican cada año los son de forma tardía, cuando el sistema inmunitario está bastante afectado y el nivel de células CD4 es inferior a 200. Es importante detectarlos cuanto antes, porque el pronóstico de salud con las personas con VIH no es tan bueno cuando el diagnóstico llega tarde y es mejor cuando el diagnóstico es precoz. Además, si el diagnóstico es tardío esas personas han estado más tiempo sin saber que tienen la infección y a nivel de salud pública es un problema, porque pueden transmitir el VIH a más gente.

¿Cuándo hay que hacerse una prueba de VIH?

—El VIH se transmite cuando se mantienen relaciones sexuales sin protección con una persona de la que desconoces su estado serológico o su estado de salud en lo referente a este tema. Cuando se mantienen relaciones sexuales hay que utilizar preservativo. Cuando no se utiliza y no sabes si esa persona no tienen el VIH, conviene hacerse una prueba.

¿En qué punto nos hallamos en materia de tratamiento?

—La verdad es que los tratamientos se han simplificado y han avanzado mucho. Son más fáciles de tomar y lo que es muy importante es que provocan muchos menos efectos secundarios que hace unos años. Entonces era un problema muy importante la lipoatrofia que provocaban, que era la modificación de la localización de la grasa en el cuerpo. A las personas con VIH en tratamiento se les quedaban los pómulos muy marcados y la cara muy delgada. Eso suponía ir por la vida con el diagnóstico del VIH en la frente. Hoy en día esos efectos han desaparecido y la calidad de vida es buena, aunque es verdad que en la actualidad uno de principales campos de la investigación con el VIH es el de las comorbilidades, otras enfermedades que desarrollan las personas que tienen la infección.

¿Qué más efectos hay?

—Se habla también de un envejecimiento prematuro. La esperanza de vida de las personas con VIH es muy parecida a la de la población general, pero el envejecimiento no tiene la misma calidad.

La OMS ha puesto 2030 como fecha para que el SIDA deje de ser una emergencia de salud. ¿Es un objetivo realista?

—El objetivo es que el VIH desaparezca como problema de salud pública para ese año. No se trata de que vaya a desaparecer de la faz de la tierra, sino de que se mantenga a un nivel al que se pueda dar respuesta sin que suponga una emergencia de salud pública. Es increíble cómo ha evolucionado el VIH, de no haber tratamiento y morir todas las personas que contraían la infección a estar hablando de esos objetivos. Además, existen objetivos intermedios, como el 90/90/90 fijado para el 2020, que suponía que el 90% de las personas con VIH conocieran su diagnóstico, que de esas personas el 90% estuvieran en tratamiento antirretroviral y que el 90% de las personas en tratamiento tuvieran carga viral indetectable. En nuestro entorno el segundo y el tercer objetivo se han conseguido, tenemos pendiente el reto del diagnóstico.

¿Sigue existiendo una estigmatización de las personas con VIH?

—Sigue existiendo de forma importante. Es verdad que la situación ha mejorado, pero existe. Creemos que no discriminamos a las personas con VIH porque creemos que no tenemos a nadie a nuestro lado que lo tenga. En Euskadi hay alrededor de 7.000 personas con VIH y, en cambio, pocos conocen personas que lo tengan. Siempre creemos que en nuestro entorno cercano no hay nadie con esta infección. No hay una discriminación declarada, pero sigue existiendo. Hay estudios que lo evidencian. Uno reciente señala que al 36% de las personas le incomodaría que su hijo o hija estuviera en el aula con un niño o niña con VIH. Otro 23 por ciento dice que le resultaría incómodo estar cerca de una persona con VIH en un establecimiento comercial, y a un 19 por ciento no le gustaría tener en su ámbito laboral a una persona con VIH. Y eso es lo que se extrae de una encuesta, en la que se trata de dar respuestas políticamente más correctas. En la realidad esto suele aumentar.

Más allá del VIH, ¿cuáles son las Infecciones de Transmisión Sexual con mayor incidencia?

—Las más frecuentes son la gonococia o gonorrea y la clamidia. También está la sífilis. Pero en estos momentos la gonococia y la clamidia son las más frecuentes. Esta última ha irrumpido en los últimos años con muchísima fuerza.

¿Hablaríamos de una incidencia notable?

—Sí, muy importante. El verano pasado se lanzó una campaña y se dieron unos datos que realmente ponen los pelos de punta. Las ITS se están incrementando con un ritmo ascendente al que todavía no se le ve el fin. Hay tres consultas principales de ITS y según los datos que nos proporcionan, en los últimos cinco años los casos de gonococia subieron un 177 por ciento y los de sífilis un 53 por ciento. El crecimiento está siendo muy importante no solo a nivel de Euskadi sino del Estado, Europa y del Mundo. La OMS decía hace unos meses que cada día se producen un millón de diagnósticos de ITS.

¿La prevención en fundamental?

—Sí. La prevención es muy importante y también el diagnóstico precoz. Primero hay que prevenir, para eso el método universal es el preservativo. Después, si se han mantenido relaciones sexuales sin protección hay que hacerse una prueba. En el caso de las ITS es muy importante, porque muchas veces las infecciones no da síntomas o pasan desapercibidas.

¿Este aumento viene motivado por cierta relajación a la hora de usar el preservativo por parte de los jóvenes?

—No me gusta centrar el foco en los jóvenes, aunque es verdad que en el caso de las ITS la edad media es más baja que en el VIH. Están afectando más a personas jóvenes. Hay que utilizar el preservativo en todas las relaciones, incluido el sexo oral. A veces se considera que el sexo oral es una práctica de menor riesgo, pero las ITS se transmiten también a través de las relaciones buco-genitales.

Llama la atención esa diferencia de edad entre la transmisión del VIH y otras ITS.

—Sí que es un dato llamativo, pero no sabemos muy bien porqué es. No lo tenemos todavía estudiado, aunque resulta chocante.