Con la llegada de fechas de consumo como el Black Friday y Navidad, las compras on line se disparan. Por las prisas y el desconocimiento, se termina pinchando en lugares equivocados que conlleva a una estafa de dinero. Los ladrones logran ocultar su identidad mediante el uso de mulas o vpns. Las empresas también son víctimas de los bots que hacen clic en las publicidades, evitando que clientes potenciales puedan verlas.

¿Reciben llamadas respecto al fraude en la publicidad digital?

—Estamos recibiendo cada vez más llamadas. Unos 1.200 millones de euros van a ser defraudados en 2023, la cantidad que se preveía a principios del año que no se ha quedado nada corta. Por ejemplo, el último cliente que recibimos por fraude digital fue ayer mismo. Se puso en contacto con nosotros un administrador de fincas porque había hecho una transferencia a una cuenta que no era, con el fraude de cambiar el número de cuenta en la propia factura.

¿Qué se debe hacer ante esta situación?

—Lo primero que las personas hacen es poner una denuncia, pero la realidad es que en el 2% de los casos no se encuentra quien está detrás. En internet hay un maremágnum tremendo y cuando vas a echar mano a esa persona no está. Nosotros demandamos al banco para que a su vez este demande al seguro y se haga cargo de esa cuantía económica.

¿Cuáles son los fraudes que están a la orden del día?

—Tengo un listado de diferentes posibilidades genéricas de fraude: uno de ellos asociado a la generación falsa de instalaciones y aplicaciones móviles, por hacer que una aplicación sea más popular de lo que es; el tráfico no humano para las gráficas de los sitios web; programas de marketing de afiliados, por ejemplo que aparezcan más afiliados de los que son; y la publicidad oculta, que existe pero se pone en lugares que nadie los va a ver.

¿Qué se está llevando a cabo para solucionarlo?

—Hay esfuerzos constantes por desarrollar estándares éticos y es conveniente que se desarrolle desde el Parlamento Europeo. Van rápido pero no tanto como los malos.

¿Qué consejos le da a las personas que hagan compras por internet?

—Si es una firma de la que nunca han oído hablar, si hay muchas redirecciones y cuando pincha en un sitio en vez de llevarte a donde debe te lleva a otros diferentes, si está pidiendo datos sensibles como códigos, claves o preguntas extrañas es mejor evitarlo. Siempre se pueden ayudar de los nativos digitales, de la gente más joven que está más adecuada con este tipo de cosas, y ante la duda la respuesta es no.

¿Es problemática la digitalización en lugares como los bancos?

—Es problemático y traumático por la velocidad a la que se intenta hacer. Hay una generación que no van a poder ponerse al día, va muy deprisa incluso para la gente joven. Es cierto que a las empresas no le queda otra opción porque cuando se da el paso hacia la digitalización uno no puede quedarse atrás.

¿La existencia de bots es relevantes en la publicidad digital?

—En cuanto al tema del clic digital hemos recibido consultas. Más que consumidores finales son empresas las víctimas de este fraude digital. Por ejemplo pagan un dinero por una cantidad de clics y resulta que son bots los que están pinchando en la publicidad y no clientes potenciales. Se cree que el 47% del tráfico mundial son bots y va a seguir en aumento. Contratar a otra empresa 5.000 clics de los que 300 han dado consumidores humanos es una realidad.

¿Al ver los datos hay alguna forma de diferenciar un bot de un ser humano?

—Es muy difícil de detectar. No tanto por lo que hay detrás si no por los rendimientos que recibe la empresa que lo ha contratado. Que ese retorno no varíe en el tiempo es un indicativo, al principio puedes invertir y que el retorno no sea suficiente, pero si con el paso de los meses no hay ninguna evolución podemos detectar que algo está pasando porque ese dinero que en un principio va a saco roto se debería recuperar. La forma de detectarlo es ver que no hay un feedback real. En algunos casos es muy rudimentario porque te escribe gente de lugares muy raros con cosas que poco tienen que ver con lo que estás buscando. No es lo mismo que me llegue un mensaje que tiene sentido que me lleguen mensajes con cosas que no tienen nada que ver con una forma de redactar muy extraña.

¿Cuál es la realidad de este tipo de publicidad?

—Hay algunas tecnologías antifraude como el análisis de datos, la verificación de trafico o la colaboración entre actores de la industria. Igual que hay bots maliciosos hay positivos que se pueden contratar para ver si esto es así. El problema es que la regulación no está muy desarrollada, estamos con el Parlamento Europeo para ver como avanza la legislación. Lo importante es darse cuenta de esto y poder denunciarlo porque a nivel de empresa a veces da por hecho que le han pagado y hasta que pasan unas semanas no son conscientes de que ese dinero ha sido transferido a otra entidad bancaria.

¿El desconocimiento puede generar un problema?

—Las empresas no pueden estar a todo y estos fraudes son un problema que no se conoce. La persona que esté detrás de la cuenta será una mula que se encarga de desplazar el dinero, por lo que es imposible llegar a la persona que realmente se encuentra detrás. Cada día van apareciendo diferentes fraudes, la creatividad del ser humano está ahí y unos la utilizan para el bien y otros para el mal. Tienen que ocurrir los hechos para que la ley pueda ponerle el remedio así que tampoco hay una manera más allá que el sentido común para evitarlo.

¿El uso de mulas y vpns puede generar cambios en el derecho?

—Si, al final todo el fraude digital afecta a los tribunales porque dentro de un tiempo no podremos diferenciar los audios e imágenes que son reales de los creados por la inteligencia artificial que se van a presentar en los juicios como pruebas. Para esto la solución es la certificación por bloques, que diga la que es real y la que no lo es. Viene un cambio ultratrascendental como no ha ocurrido en 2.000 años, por lo menos en la planificación del derecho.