Navegar en un aeropuerto es muy sencillo, pero algunos tendemos a distraernos o directamente a perdernos. Me ocurrió el lunes pasado, cuando volvía a Reno después de impartir un seminario de fin de semana en Boise. Alaska Airlines embarca a los pasajeros por grupos, de la A a la F. Me coloqué eficientemente hacia el final de la cola, con mi tarjeta de embarque F. Las azafatas del mostrador, a fin de hacer la experiencia algo más amena, llamaron por el altavoz a los A de Astonishing, a los B de Beautiful, los C de Charming, los D de Delightful… pero no llegaba la F de Fantastic.

Así que permanecí en mi sitio, estoicamente, sin darme cuenta de que me había colocado en la cola de la puerta de embarque N2 del vuelo a Spokane (que no tenía F). Así que naturalmente seguí esperando durante unos cinco minutos más con mi txapela blanca. En ese momento, noté un pequeño tumulto entre las azafatas del mostrador contiguo, N3, que se pasaban una hoja de papel de mano en mano. Una de ellas tomó la nota y leyó con voz segura por megafonía: “Alaska Airlines AS-620. Xabier Irujo Ame-tzaga, etorri mesedez N3 atera, azkar. Zure zain gaude!”. En un perfecto euskera de Boise. Era una antigua alumna de la Universidad del Estado de Boise.

No me ha ocurrido eso en casa. He aterrizado en Loiu con Iberia y me han recibido en castellano y en inglés; o con KLM, y me hicieron un cálido recibimiento en holandés. También en portugués cuando el año pasado tomé tierra con Air Portugal. Hace no mucho aterricé con Lufthansa desde Marrakesh y nos dieron la bienvenida en árabe. Pero nunca en euskera. Incluso en el aeropuerto de Oakland, en California, hay un cartel que recibe a los pasajeros con un gran Ongi Etorri. No en Loiu.

Euskera en la universidad

No voy a referirme a la política lingüística que rige en los aeropuertos vascos ni a las limitaciones impuestas desde el poder judicial a la promoción del euskera en las convocatorias públicas de puestos de trabajo en Euskal Herria. No lo voy a hacer porque no sé cuánto tiempo tendremos que esperar en cola a la F de Fantastic en este caso. Posiblemente ese vuelo tardará en aterrizar: la mentalidad del poder judicial tiene un retraso de siglos.

En Reno, donde la población no es vascoparlante, pero no existen zonas no vascófonas, el euskera se contempla en las convocatorias de la Universidad de Nevada, Reno, que es una institución pública. En 2016, mantuve una reunión con el grupo director de la Facultad de Humanidades al que solicité, en representación del Centro de Estudios Vascos (CBS), que el euskera fuera considerado lengua oficial y de trabajo en la universidad. Como en Europa, la promoción universitaria en los Estados Unidos es un proceso sumamente ritualizado en el curso del cual se reconocen los méritos académicos, la producción científica e intelectual, el desempeño docente, la labor administrativa, e incluso las funciones de expansión cultural del profesorado en la comunidad y otros aspectos relacionados con la vida académica. Tras una conversación de no más de una hora, mi resolución fue adoptada por unanimidad y se aplicó con efecto inmediato. A partir de ese momento, el euskera fue considerado lengua vehicular para la producción académica, así como para la evaluación y contratación del profesorado, de modo que un académico que produzca parte o la totalidad de su obra científica en euskera tiene derecho a ser evaluado y valorado en dicha lengua.

En 2018 dicha norma se incluyó en el borrador de los estatutos del CBS y en 2020 fue aprobada por unanimidad. En virtud del artículo 13.A.1 sobre las responsabilidades académicas de los miembros del Centro, el euskera se convertía de facto en una de las lenguas oficiales de la institución. De este modo, los artículos, libros u otras obras científicas escritas en euskera están sujetas a los mismos cánones de registro, revisión y control que aquellas escritas en inglés. Esta norma no solo posibilita, sino que impulsa al profesorado a desarrollar su carrera científica de forma plurilingüe, lo cual beneficia la imagen internacional y multicultural del profesorado y también el de una universidad de rango R1 como la de Nevada (Universidad de Investigación con alta actividad investigadora).

Lengua vehicular

En suma, a 8.000 kilómetros de Euskal Herria, la obra científica producida en euskera tiene el mismo rango y tratamiento que la obra escrita en inglés. Ambas lenguas son igualmente vehiculares, sin distinción alguna. El 31 de octubre pasado sostuvimos una reunión con el nuevo grupo director a la cual fui invitado para dar mi opinión sobre la aplicabilidad de esta norma a otros departamentos de la facultad de humanidades que están potenciando la diversidad cultural de sus investigaciones académicas porque entienden que la ciencia no cabe en una sola lengua. La política plurilingüe –y democrática– de dejar al arbitrio del profesorado la lengua en la que deseen hacer sus investigaciones recibió un nuevo ímpetu. La universidad está apostando por diversificarse y ampliar el rango de universalidad cultural al que está abocada.

Todos estuvieron de acuerdo: Promover la investigación universitaria en varias lenguas permite considerar una gama más diversa de perspectivas y experiencias, y produce enfoques y conclusiones novedosas. La investigación plurilingüe favorece el intercambio de conocimientos e ideas a escala global, promueve la inclusión, facilita la colaboración y, en consecuencia, enriquece el panorama académico.

Nadie pone en duda que realizar investigaciones científicas de calidad en euskera, en lenguas nativas o en cualquier otro idioma contribuye a la reputación y el prestigio de una institución académica, y es precisamente éste uno de los factores que determinan si una universidad logra la clasificación de R1 de la Fundación Carnegie. Esta –y cualquier otra institución pública de enseñanza de este país– procura por todos los medios fomentar la investigación y la erudición en todos los campos sin limitar su alcance, promoviendo los grupos de investigación internacionales, multiculturales y multilingües que potencien la transculturalidad, la inclusión y el compromiso formativo de la universidad.

Diversidad cultural

Los miembros del poder judicial en suelo vasco deberían entender que la cultura no se escribe siempre con tilde, y que pretender ahogar la expresividad y la propia identidad colectiva de una nación mediante medidas altamente represivas no es remar con la corriente de los tiempos. Ningún juez debería inhabilitar instrumentos legales de normalización ni derribar la igualdad en aras de un monolingüismo hegemónico. En un estado de derecho estos atropellos se pueden impugnar, pero para ello los tribunales de justicia deben velar por el imperio de la ley. En un estado justo, los derechos lingüísticos y culturales de la ciudadanía están protegidos y fomentados por la ley, y protegidos por el poder judicial. En un estado civilizado, la limitación de la diversidad cultural se considera una violación de los derechos fundamentales de la ciudadanía. Pero mientras los estados español y francés no sean ni de derecho, ni justos, ni civilizados, seguirá siendo más fácil que una publicación en euskera puntúe en una universidad americana que en una vasca.

Lamentablemente de una cosa estoy seguro: No sé en qué lengua me recibirán en Loiu cuando llegue en Navidad; pero sí sé en qué lengua no lo harán.