La gota que ha colmado el vaso ha sido el próximo concierto de Rammstein en el estadio de Anoeta, anunciado para el 5 de junio del año que viene. “La verdad es que estoy cansado ya de esta situación. Me ha ocurrido otras veces. Desde hace unos años me estoy dando cuenta de que persiste la misma injusticia y trato discriminatorio hacia nosotros”, denuncia Miguel Ángel Adán, un vecino de Lasarte-Oria de 55 años, amante de la música con movilidad reducida.

Habla de su interés por acudir al concierto de la banda alemana de metal industrial, y del “trato desigual” que, nuevamente, se ha encontrado en el camino al acceder a una de las webs, en este caso, entradas.com. “Lo primero que ves es que se pueden adquirir un máximo de seis entradas. Pero está visto que sólo puede hacerlo la gente que no va en silla de ruedas. Se les da la posibilidad de disfrutar así del concierto con sus amigos, familiares o con quien quieran”. Algo que, como ha podido comprobar una vez más, para él está vetado.

Al no ver una sola indicación sobre cómo adquirir las entradas de movilidad reducida, decide llamar a un número de teléfono que figura en la web. En ese momento es cuando le dicen que solo puede adquirir dos entradas. Él trata de explicarles que quiere ir al concierto con su familia, pero le responden que no pueden hacer nada. Que no es cosa de ellos, sino de los promotores del concierto. La única alternativa que le dan es que su mujer o su hija compren por su cuenta la entrada, de tal modo que no van a poder estar juntos, porque a una de ellas le toca en otra zona.

No lo entiende, y esta vez ya no lo quiere dejar pasar por alto. Denuncia que le ocurrió lo mismo el año pasado en un concierto de Coldplay en Barcelona. El resultado fue que al final se quedaron sin plan, a pesar de la ilusión que tenía la hija por ver a una de sus bandas preferidas. “Es injusto, porque no se trata de un tema de seguridad ni de necesidad de evacuación, como se ha llegado a plantear. Alrededor de las plazas de silla -como ha podido comprobar tanto en el estadio de Anoeta como en el Palau San Jordi o el recinto WiZink Center de Madrid- hay asientos para el público en general. ¿Quién se sienta a ahí? Desde luego que mis amigos y familiares no. Son personas desconocidas a las que han vendido esa entrada al lado mío”, lamenta.

Esa es la incongruencia y la discriminación que ve en todo esto. “A mi lado tengo gente que nada tiene que ver conmigo, y en cambio no me dejan comprar seis entradas como al resto de la población para poder disfrutar del concierto con las personas que quiero tener al lado”, denuncia.

Reservar unos cuantos asientos

Pide que se “deje de discriminar a las personas que vamos a conciertos en silla de ruedas”, y aporta soluciones. Entiende que con los medios actuales se puede reservar perfectamente unos cuantos asientos junto a las localidades de silla de ruedas. “No es nada complicado. La solución es la que puso en marcha, por ejemplo, el Teatro Victoria Eugenia hace mucho tiempo. Dejar reservadas las localidades alrededor de la plaza de silla hasta el último día, y si las personas usuarias no adquieren esas entradas, las venden al público general. Así de sencillo, solo hay que querer cambiar el método, aunque me da la sensación de que no quieren abordar el tema”, sospecha.

Este vecino de Lasarte-Oria se ha dirigido a la oficina del consumidor de su localidad, desde donde le han derivado a la Dirección de Juegos y Espectáculos del Gobierno Vasco. “Apuntaban a la posibilidad de que se tratara de un tema de seguridad o de evacuación. ¿Pero evacuación de qué? Si solo hay una silla, y estoy rodeado de gente que no va en silla, ¿qué problema de seguridad plantea que estén ahí mis amigos o familiares en vez de unos desconocidos?”, se pregunta.

El denunciante ha enviado escritos dando cuenta de esta situación a Elkartu, la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Gipuzkoa, que le ha respondido que pondrá estos hechos en conocimiento de la promotora musical. También ha escrito correos a otras asociaciones vascas y del Estado, así como a Get In, la promotora del concierto.

El Ararteko es otra de las instituciones a la que se ha dirigido, entidad que tras hacer una primera valoración de la denuncia ha estimado que “procedente” la queja. “¿Por qué en el Kursaal o el Victoria Eugenia lo pueden hacer, y no en estos otros recintos?”, se pregunta él. Pide que mejore el sistema “para que no le vuelva a ocurrir a nadie y podamos disfrutar todos en igualdad de condiciones”.