Ni dentro ni fuera se dan por vencidos. Siempre hay una oportunidad. A veces hay que buscarla entre el caos y el desconcierto; y otras, llama a la puerta directamente. De eso saben mucho en Bidesari –entidad alumbrada por la Diócesis de Bilbao– y en la Escuela de Magisterio BAM porque son quienes precisamente se encargan de tocar el timbre antes de que la desesperanza se lance a okupar sueños y proyectos vitales. El ejemplo más reciente ha tenido lugar en la cárcel de Basauri, donde un grupo de alumnos han participado en unas sesiones para promocionar el deporte entre la población reclusa.

Otro de los grupos participantes a las puertas de la prisión. | FOTO: BAM

Lo han hecho con la convicción de saber que sus palabras y consejos son una oportunidad real para contribuir a la transformación social desde su profesión y convertirse en palanca de cambio.

Un balón, una raqueta, un bastón de montaña o unas simples zapatillas pueden ayudar a dar un golpe de timón y cambiar de rumbo. Esta vez, los futuros maestros y maestras optaron por el voley y por los bolos, dos disciplinas en principio sin ninguna relación aparente pero que, en realidad, sirvieron para demostrar la importancia del trabajo en equipo por un lado, y trabajar la confianza y la seguridad personal por otro.

En total fueron medio centenar de personas privadas de libertad las que tomaron parte en esta iniciativa que no es nueva. De hecho, esta ha sido la segunda ocasión en que la Escuela de Magisterio ha cambiado las aulas por el patio de la cárcel.

El resultado de la propuesta educativa ha sido excelente ya que el alumnado ha tenido posibilidad de conocer “una realidad invisibilizada y poder intervenir en ella, y desde ese ejercicio despertar en los jóvenes interrogantes”, describía Belén Rodero, responsable de Pastoral y Extensión Universitaria de BAM, en una publicación del Obispado. No en vano, las 6 alumnas y 3 alumnos de tercer curso del Grado de Educación Primaria (Educación Física) han confirmado su deseo de continuar colaborando con Bidesari en la dinamización de actividades físico-deportivas en la prisión.

“La iniciativa está siendo el punto de partida de la elaboración de un proyecto con Bidesari para los próximos años para promover el deporte como motor de cambio”, agregaba. Los cimientos son sólidos ya que 7 de los 8 alumnos que participaron en el curso 2022-2023, y que se han graduado recientemente, se han incorporado a Bidesari como voluntariado y han impulsado distintas actividades deportivas en la prisión a lo largo del curso. Tres de ellos han enfocado sus Trabajo de Fin de Grado en esta experiencia y “han profundizado en los beneficios de la actividad deportiva en prisión”.