Ander y Cristina llevan tres años buscando un bebé, pero su llegada se resiste. Y no solo porque la tasa de natalidad haya caído en picado, y se sitúe en 1,2 descendientes por mujer, una de las más bajas de la UE, sino porque los problemas de infertilidad llevan camino de convertirse en una nueva epidemia, tal y como ha alertado la OMS. En abril señaló que uno de cada seis adultos en el mundo padece esterilidad en algún momento y puso el foco sobre la alta prevalencia de la infertilidad.

Mientras que hace unos años se tomaban medidas para reducir la tasa de embarazo, hoy en día muchas parejas o personas solteras buscan la forma en la que aumentar estas posibilidades. Y no resulta precisamente un camino sencillo. De hecho, actualmente se realizan unos 180.000 tratamientos de reproducción asistida en España, el 30% en centros públicos y el 70% en la sanidad privada. Pues bien, 50.000 de ellos son de alta complejidad, según el último registro de la Sociedad de Fertilidad Española (SEF).

Antes, el problema de no poder tener descendencia tampoco formaba parte del debate público. Pero entre el 15% y el 17% de la población tiene problemas para concebir. De acuerdo con las estimaciones de la OMS, unos 48 millones de parejas y unos 186 millones de personas se ven afectadas por la esterilidad en todo el mundo. Además entre el 10% y el 20% de los embarazos conscientes acaban en un aborto espontáneo.

Los tabúes asociados a la infertilidad, a la pérdida gestacional o perinatal, o a los tratamientos de fertilidad que cada vez más parejas llevan a cabo para ser padres y madres, vienen de muy atrás. “En el tema de fertilidad arrastramos la herencia de épocas medievales”, explica la psicóloga Cristina Silvente, especializada en psicología perinatal de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autora del libro Las voces olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas (Editorial OB STARE).

“En nuestra sociedad, la responsabilidad de cualquier cosa recae en la persona individual. Si te esfuerzas, puedes conseguirlo todo, y esto no siempre es cierto, especialmente en el tema de la fertilidad. Pero la sociedad culpa, señala, y esta culpa la asimilamos desde muy pequeñas ya que las mujeres siempre salimos perdiendo”, asegura.

Causas de esterilidad

Se calcula que las causas de infertilidad son variopintas. Están repartidas entre hombres (30%) y mujeres (30%), causas mixtas (30%) y en otro 10% de los casos se desconoce el origen. “Los temas reproductivos siempre se asocian a la mujer. Es cierto que es quien lleva la parte física del embarazo, pero el padre o pareja (en el caso de ser otra mujer) también forman parte de dicho proceso”.

A este respecto, la SEF lanza una advertencia sobre el retraso de la maternidad y advierte que “la edad avanzada de las mujeres con deseo reproductivo puede considerarse como la principal causa actual de incremento de la esterilidad en nuestro entorno.

“Mientras que en el año 2000 la edad media del primer parto era a los 26 años, actualmente esta cifra sobrepasa los 32”, precisa Álex García-Faura, ginecólogo y director de una Unidad de Oncofertilidad. Por tanto, se comprueba que cada vez más, la edad se va retrasando; en el año 2020 el 10% de los partos eran de madres de más de 40 años, mientras que en el 2010 solo lo eran el 5%.

Sin embargo, otros factores ambientales y de estilo de vida, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad y la exposición a los contaminantes ambientales, aumentan los riesgos de infertilidad.

En este sentido, Álex García-Faura, aclara que en el caso del varón “se han tenido que cambiar los parámetros del seminograma porque si no, solo cumpliría con ellos el 20% de los hombres”.

Los prejuicios sobre el hecho de recurrir a reproducción asistida para obtener un embarazo continúan siendo evidentes, a pesar de que cada día hay más parejas, o mujeres en solitario, que se acogen a dicha opción.

Para Silvente, no se habla de esta realidad porque “es como reconocer públicamente que puede haber un problema en mí como persona, cuando no es así. Cada vez se va viendo que la contaminación y los tóxicos tienen un papel capital en la infertilidad”. Lo peor es que las parejas, y la mujer sobre todo, “sufren en silencio unos procesos que son muy duros física y emocionalmente.”

Los problemas para concebir, unido a las nuevas realidades sociales y al surgimiento de modelos de familia alternativos al tradicional, ha dado paso a un aumento de los tratamientos de fertilidad. De hecho, uno de cada diez nacimientos que se produjeron el año pasado, fueron gracias a un tratamiento de reproducción asistida. E intervenciones como la fecundación in vitro ha permitido dar a luz a más de cinco millones de niños en todo el mundo

Sin embargo, optar por un tratamiento de fertilidad no tiene que ver exclusivamente con este retraso de la maternidad o los nuevos modelos de familia.

Formas de maternidad

Recurrir a una ayuda externa obedece, en ocasiones, al auge de las nuevas formas de maternidad. Así, la cifra de mujeres que acuden a consultas de reproducción asistida buscando ser madres solteras ha aumentado un 50% en los últimos cinco años. Estas mujeres se niegan a que este modelo de maternidad sea un tabú.

Un fenómeno que se ha consolidado tras la pandemia. A juicio de Mónica Aura, directora médica de la clínica Ginefiv, “por lo que vimos en nuestros centros, los cambios sociales y la incertidumbre generada con la pandemia generaron una gran cantidad de dudas con respecto a la maternidad. Se temía que el deseo de ser madre se retrasase debido a la situación extraordinaria, pero tras estos últimos años hemos podido observar que el escenario es totalmente contrario y los tratamientos de fertilidad han aumentado sus cifras con respecto a los datos prepandémicos, tanto en parejas como en madres solteras”.

“A pesar de ello, lo que vemos es que estas aspiraciones, en muchos casos, tienden a retrasarse y posponerse por cuestiones como la inestabilidad laboral, económica o familiar”, explica Aura. Y pone de nuevo sobre la mesa el preocupante número de madres añosas.

Debemos tener en cuenta que a partir de los 35 años la fertilidad experimenta un descenso drástico, a la vez que se incrementan las complicaciones, como mayor riesgo de alteraciones cromosómicas y mayor riesgo de aborto espontáneo. Por ello es importante conocer y educar sobre las posibilidades al alcance de las mujeres para la preservación de la fertilidad, como vitrificación de ovocitos”, declara.

Y es que actualmente la vitrificación de ovocitos es la única técnica que permite a la mujer preservar sus óvulos para que puedan ser fecundados en el futuro.

4 de junio, día mundial de la fertilidad

¿Un tabú en pleno siglo xxi?

En aumento. El 4 de junio está marcado en rojo en el calendario como Día Mundial de la Fertilidad. Una jornada, declarada por la Organización Mundial de la Salud, que persigue concienciar sobre los problemas de fertilidad que se presentan cada vez con mayor frecuencia en la población, pero también intenta, entre otras cosas, eliminar el gran tabú que aún hoy es hablar de infertilidad para aquellos que la padecen y que a veces lo viven en silencio en pleno siglo XXI. La infertilidad afecta a aquellas parejas que no consiguen concebir naturalmente tras un año de relaciones sexuales frecuentes sin utilizar métodos anticonceptivos. El problema va en aumento, y entre 48 millones de parejas y 186 millones de personas la sufren.

En cifras

  • Mil alumbramientos al día. Los datos del INE muestran que 2016 fue el último año en el que en España nacieron más de 100.000 bebés durante el primer trimestre del año y 2017 el último en el que se superaron en ese periodo el millar de alumbramientos diarios.
  • El 50% menos que en 1974. Estas cifras han seguido bajando hasta la llegada del covid y se hundieron en pandemia. En los tres primeros meses de este año nacieron 78.535 bebés, 873 al día de media. En 1974 nacían 1.823, más del doble.
  • En negativo, caída en picado. Los nacimientos están en caída libre, con máximos históricos en Nafarroa (-16,95 %, media de alumbramientos diarios del primer trimestre de 2023 respecto al mismo periodo de 2020), La Rioja (-15,40%), la CAV (-14,4%) o Castilla-La Mancha (-14,28%).