El Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, ha presentado el estudio 'Investigación-acción educativa para desvelar y gestionar cooperativamente desigualdades de género' que establece que las mujeres realizan las "tareas más invisibilizadas" en los trabajos educativos en grupo en la enseñanza Secundaria y la Universitaria, al concluir que "las normas de género afectan muy especialmente a los roles, tiempos y tareas que chicas y chicos asumen en los grupos de trabajo en las aulas".

La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, y dos de las autoras del estudio, Patricia Martínez García y Delicia Aguado Peláez, han sido las encargadas de presentar, este lunes en Vitoria-Gasteiz, las conclusiones del informe, fruto de la beca concedida por el instituto a trabajos de investigación en igualdad de mujeres y hombres.

Así, se ha identificado que, en los grupos de trabajo mixtos, "son mayoritariamente ellas quienes cogen las notas, y proporcionalmente trabajan más que sus compañeros", aunque hay equipos en los que las tareas están más compartidas.

"Las alumnas se encargan mayormente de comprar el material, el diseño de la presentación, buscar documentación, corregir el trabajo final y, en menor medida, exponer. Ellas están presentes en todas esas actividades, pero de mayoritariamente en las tareas más invisibilizadas", ha expuesto el informe.

El estudio ha constatado que las normas de género condicionan las capacidades, expectativas, deseos y necesidades de las personas que habitan e intervienen en las aulas. Por ejemplo, la norma de género femenina de la auto-exigencia activa en ellas la necesidad de hacer un buen trabajo y, con ello, de tomar "el rol de hormiga", trabajando para el grupo.   

MAYOR AUTO-EXIGENCIA

Las normas de género femeninas de la discreción y la auto-exigencia guardan también relación con "el síndrome de la impostora", han explicado. "Esa falta de confianza que hace pensar que nunca se es lo suficientemente buena o se está lo suficientemente capacitada para ocupar lo público".

En consecuencia, "las normas de género femeninas tienden a desactivar la participación en el aula de unas alumnas que toman menos la palabra y, cuando lo hacen, lo preparan más, se sienten menos legitimadas, ocupan menos espacio y se castigan más por hacerlo", han expuesto las investigadoras.

El estudio ha establecido que las normas de género afectan también a la valoración de las distintas actividades y actitudes que se desarrollan en el aula. Así, "las tareas y roles valorados son los que se desarrollan en lo público y que se ejercen en base a la racionalidad  y a la seguridad; por el contrario, son invisibilizados aspectos como la gestión emocional en los grupos y los nervios o la inseguridad se penalizan".

La investigación ha destacado como contrapunto "la oportunidad que ofrecen este tipo de trabajos colaborativos para desarrollar e impulsar roles y tareas más igualitarias".

Asimismo, ha planteado una serie de propuestas para avanzar en igualdad en este ámbito como "señalar y problematizar quién hace qué desde una perspectiva de género para identificar la división sexual existente en el reparto de las tareas; visibilizar y revalorizar las tareas reproductivas que todo trabajo en el aula conlleva sin fijarse solo en el resultado final; crear en los grupos un espacio educativo permeable a lo afectivo y a lo experiencial; e incorporar la herramienta interseccional en los espacios educativos, atendiendo a la diversidad y necesidades e intereses heterogéneos del alumnado", entre otros.