Muchos cazadores vascos se van a la “España vaciada”, a Soria y zonas de Burgos, para poder ejercer su afición ante las trabas que encuentran en Euskadi, según el presidente de la Federación Vasca de Caza, Ramón Madinaveitia. Estas trabas son el origen de la huelga que han planteado los cazadores alaveses al negarse a seguir con las batidas de jabalís, una protesta que ya se hizo en Gipuzkoa en 2019 y en Cataluña el año pasado.

Euskadi siempre ha sido una comunidad densamente poblada, con numerosas zonas de seguridad en las que se prohíbe cazar por su proximidad a lugares habitados, ha explicado Madinaveitia, pero ahora se le suman las dificultades burocráticas y de seguros.

Por ejemplo, la ley obliga a los cazadores –al titular del coto– a hacer frente a los daños producidos por los animales durante la caza si salen del coto y causan destrozos en las explotaciones agrícolas, lo que conlleva que tengan que contratar más seguros. A ello se añade la “poca comprensión” que su afición tiene entre población urbana, lo que lleva al “desánimo y al abandono” de los cazadores, ha explicado el presidente.

Por ello los cazadores alaveses se han plantado y han decidido dejar de controlar las especies de caza mayor, como los jabalíes, de forma indefinida. Las batidas “tienen un coste para el cazador y proporcionan beneficios para toda la sociedad”, al controlar la población de jabalís, que se multiplicaría sin esas cacerías. “Al final el asunto está un poco en manos de la administración”, ha explicado el presidente, ya que es la que podría eliminar trámites.

Por otra parte, sobre la Ley española de Protección Animal que ha sido aprobada este miércoles por el Senado, Madinaveitia ha explicado que no supone un gran cambio, ya que finalmente ha dejado fuera a los perros de caza, de manera que no les afecta la nueva regulación. La Ley vasca de Protección Animal aprobada el año pasado sí incluye a los perros de caza, a los que coloca en la categoría de “animales de compañía auxiliares”, que son aquellos “seleccionados” para ayudar a las personas en una actividad concreta. Al regularlos, la ley vasca no cuestiona su utilización por los cazadores.

Para Madinaveitia, “el cazador es el que más quiere a sus perros. No tiene sentido que nos acusen de maltratarlos. Hay bulos de que los abandonamos cuando acaba la temporada, y que se ven deambulando por la carretera”, bulos que el presidente de los cazadores rechaza. Primero, “por el cariño y la complicidad con el animal”, y luego por motivos prácticos: “¡Vas a adiestrarlo y prepararlo para que cuando acabe la temporada lo abandones!. Y la siguiente temporada, ¿qué haces? ¿adiestrar otro?”.

La ley vasca estipula que no se puede causar a los animales dolor o estrés, pero deja fuera a los perros de caza y a los de rescate. Madinaveitia explica la excepción: “En el 99 por ciento de las batidas de jabalís al perro no le va a pasar nada, pero puede pasar. Hay que poner la excepción porque si no, alguien te podría denunciar”. Es un caso similar al de los perros de rescate: “si no pones la excepción, se podría denunciar a los bomberos o la policía por poner al perro en peligro cuando se mete en una casa a buscar a un atrapado”.