Durante 25 años, Pedro Carrascal se ha dedicado en cuerpo y alma a defender los derechos de los pacientes con Esclerosis Múltiple, enfermedad que le fue diagnosticada a su madre en 1981. Desde octubre ha asumido el reto de dirigir la Plataforma de Organizaciones de Pacientes que reúne a 35 organizaciones de ámbito estatal.

Corren malos tiempos para la sanidad pública. ¿Tienen los pacientes la impresión de que están abandonados a su suerte?

Pues según el barómetro que nosotros realizamos, la verdad es que la percepción de los pacientes sobre el estado de salud está empeorando y la percepción sobre el sistema de salud también empeora. Ahora solo el 11% de los pacientes crónicos dicen que la percepción de la salud es buena o muy buena, cuando hace dos años era un 22%. Y hace cuatro años era un 47%. No hemos hecho más que bajar. Nos preocupa esto, y todo lo derivado de la postpandemia, que ha supuesto una gran tensión para el sistema sanitario.

Dice usted que el problema viene de lejos, pero parece que ha estallado ahora con toda su crudeza.

Me gustaría incidir en que aunque ahora esté en los medios de comunicación por la falta de médicos, por las largas listas de espera, por la huelga de sanitarios en Madrid o por manifestaciones puntuales, esto es algo que lleva ocurriendo desde hace tiempo. Y es algo de lo que nos tenemos que ocupar porque si no el sistema se va deteriorar más. Con cosas puntuales no vamos a resolver el problema. Hay que reorganizar esto a largo plazo porque el sistema sanitario necesita un reenfoque.

¿Qué se puede hacer?

“O se atiende mejor el envejecimiento y la cronicidad, o habrá colapsos continuos”

Se pueden tomar medidas y de hecho se están tomando como las convocatorias de más OPEs. Pero es que vamos hacia un envejecimiento galopante de la población y la atención a la cronicidad, que es algo que nosotros representamos, no está bien resuelta. Tiene que haber acciones más de fondo. Basadas claro en las nuevas tecnologías como la telemedicina y la teleasistencia pero hay que flexibilizar el sistema sanitario acercándose a las necesidades. Ahora mismo la asistencia sanitaria está alejada de la vida real de las personas.

¿Qué les preocupa más la Atención Primaria o la hospitalaria?

Nosotros representamos a un millón de pacientes socios de estas entidades. Y a estas personas crónicas, a veces pluripatológicas, les preocupa todo el sistema de salud. La atención especializada que hace frente a sus enfermedades, pero también la Atención Primaria que es la puerta de entrada. Y, por supuesto, la falta de médicos es una inquietud importante.

¿Se va menos al médico por eso?

En los indicadores, puede ocurrir que se acuda menos al médico, y que no haya capacidad de gestionar la salud de forma adecuada. Las personas con enfermedades crónicas ya vienen arrastrando una salud más deteriorada. Con los colapsos en la Atención Primaria, en las Urgencias, lo que ocurre es que esta cronicidad se queda más aparcada, el nivel de atención se resiente y por eso, baja esa valoración del sistema de salud.

Cuando un enfermo crónico va a la consulta de su médico de familia ¿también le despacha en los seis o siete minutos que tiene para atenderle por la sobrecarga?

Lo que le pasa al crónico es lo que les pasa a otros muchos. Pero acabamos de presentar un estudio sobre mayores y enfermedades crónicas y vemos que hay muchos mayores que, más allá del tiempo que se les dedica, sufren otro problema. Hablamos, por ejemplo, de mujeres mayores de 80 años con una salud frágil, y escasos recursos. Ya no solo es una cuestión de cómo les atienden, sino del enfoque de la atención y de si se baja a sus necesidades o solo se resuelven con las fórmulas de siempre.

Explíquese.

Es que las necesidades van más allá de lo sanitario. Tienen que ver con lo social, con la falta de capacidad para acceder a ciertos recursos, con la pobreza energética... El código postal también impacta mucho en la salud. O atendemos mejor el envejecimiento y la cronicidad o tendremos situaciones de colapso continuas.

Entiendo que hasta ahora no se ha abordado convenientemente el envejecimiento y la cronicidad.

“La situación actual es fruto del deterioro que existía en el sistema. La pandemia solamente lo ha acelerado”

Como reto lleva ahí mucho tiempo pero no se ha hecho todo lo que hay que hacer. Por eso pedimos que se refuerce, por ejemplo, la atención psicológica. Porque solo el 8% de los mayores que sienten emociones negativas por su enfermedad están siendo tratados actualmente, cifra que queda lejos del 35% de personas que sienten malestar psicológico con frecuencia. Y también pedimos que refuerce la cartera de servicios.

¿Quiénes son los más vulnerables?

Los datos revelan que el perfil más vulnerable es el de mujeres mayores de 80 años, con ingresos y nivel de estudios bajos, con pluripatología y con barreras de comunicación con sus profesionales sanitarios que limitan su auto cuidado. Además, asisten a menos consultas médicas y les resulta muy complicado acceder a recursos sociales y reciben menos ayuda de su entorno familiar, aun necesitándola.

¿Funciona bien la telemedicina y la teleasistencia?

Es una herramienta más pero no puede ser la solución. Durante la pandemia ha habido mucha atención telefónica y la percepción ha sido un poco desigual. Nosotros pretendemos que no se sustituya una por otra, sino que reclamamos flexibilidad. No solo con teleasistencia sino también con asistencia domiciliaria, estando cerca de las personas y adaptándose a sus necesidades.

¿La pandemia ha sido la que ha destapado las miserias del sistema?

La pandemia lo ha acelerado. El colapso actual es fruto del deterioro de situaciones que no habían sido bien atendidas. En los datos del barómetro de los últimos seis u ocho años ya veíamos cómo bajaba la percepción de los ciudadanos. El covid solo ha dado el empujón.