La Audiencia Provincial de León ha condenado a un sacerdote y a su hermano a dos años y tres meses de cárcel y a cuatro años y medio de prisión, respectivamente, por un delito continuado de abusos sexuales cometido contra un joven discapacitado en la localidad leonesa de Carrizo de la Ribera.

En concepto de responsabilidad civil, los procesados tendrán que abonar al perjudicado la cantidad de 6.000 euros por daño moral y 101,41 al Sacyl por la asistencia prestada.

La sentencia, que ha sido hecha pública este lunes, establece en el apartado de hechos probados que la víctima tenía 26 años en 2018, cuando se llevaron a cabo los abusos, y que tenía reconocida desde 2014 una discapacidad intelectual y funcional del 64 %, pese a la que es capaz de realizar con autonomía las actividades básicas de la vida diaria y se maneja socialmente bien en entornos conocidos y controlados.

No obstante, "dicho retraso vicia su consentimiento para mantener relaciones sexuales al ser fácilmente manipulable y le impide llegar a comprender de forma total las posibles consecuencias y riesgos que para él pueden llegar a tener el realizar según qué actos de carácter sexual".

Sobre este premisa, la Audiencia de León fija que los ahora condenados entablaron amistad con la víctima, de la que conocían su retraso mental, ya que es fácilmente reconocible por cualquier persona en una breve conversación que se mantenga con él.

En el desarrollo de esa amistad, el sacerdote empezó a llevarle con frecuencia, aproximadamente desde finales de abril o principios de mayo de 2018, a una finca que compartía con su hermano en la localidad de Carrizo, en el paraje de Valdemarsen, donde tenía animales (colmenas, perdices, cangrejos, peces).

Agradecido por llevarle a la finca y dejarle pescar y coger cangrejos, le hizo confidencias sobre sus problemas familiares y el condenado, una vez se ganó su confianza, con la excusa de prepararle para cuando tuviera novia y pudiera tener hijos y con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales, le empezó a tocar por encima de la ropa y, posteriormente, le dijo que se desnudara de cintura para abajo, "para que estuviera más cómodo".

Llegó en ocasiones a masturbarle, diciéndole que eso se lo hacía para saber si era fértil y para que, cuando tuviera novia, pudiera tener hijos.

Al tiempo de ocurrir estos hechos, en mayo de 2018, también con frecuencia, el hermano del religioso, que sabía lo que su hermano le hacía en la finca, invitaba a la víctima a su domicilio, y, una vez allí, en su habitación, abusaba de él sexualmente.

Durante ese verano, la madre de la víctima notó distinto a su hijo, más agresivo y con trastorno alimenticio y de sueño, hasta que relató a un tío suyo lo que hacían el cura y su hermano. Fue entonces cuando la familia de la víctima se percató de lo que le estaba sucediendo y su madre denunció los hechos el 11 de septiembre de 2018.