En un momento en el que la educación sexual no forma parte aún del plan educativo de los centros escolares, y “lo que se imparte llega tarde”, la sexóloga Maider García de Vicuña destaca la importancia de la educación tanto en el ámbito familiar como por parte del profesorado para contrarrestar lo “aprendido” por los más jóvenes en páginas pornográficas.

Y es que como destaca, en muchos casos acaban ahí incluso por casualidad en edades muy tempranas, o acuden a ellas para aprender. “Lo vemos en Secundaria, o últimos años de Primaria. El acceso al porno no es tanto verlo para excitarme sino para solventar dudas, y acabo yendo a una fuente que a lo mejor no es la que tiene el agua más limpia, pero igual no sé dónde más puedo encontrarlo”.

Y es que como expone, “no lo ven solo por saber qué tengo que hacer, a veces van a aprender qué hacer para gustarle a la otra persona, y que disfrute, pero se olvidan de que ellos mismos también tienen que disfrutar”. Por eso, señala que “es importante que se concentren en sus deseos, dejar de mirar siempre para fuera y miren adentro”.

La sexóloga Bea Sever, por su parte, comparte la opinión de que ya desde los talleres impartidos en Primaria “se nota que llagamos tarde”. Y es que defiende que “los chicos tienen mucha información incorrecta sobre la erótica, que generalmente les ha llegado del porno y de hablar entre ellos”.

Poner límites

Así las cosas, expone que “los objetivos son que se conozcan, que se valoren como son y empezar a vivir su erótica de forma satisfactoria”, lo que subraya que es clave “para aprender a poner límites, no hacer lo que no quiero hacer, hacer lo que me gusta...”.

“Vamos, que no se dan instrucciones de prácticas eróticas sino herramientas para ampliar la mirada y poder descubrirse sin miedos ni vergüenzas, tratando de que al conocerse y valorarse y conocer al resto y valorar al resto puedan construir relaciones de buen trato, puedan poner límites, no se vean empujados al coito, respeten la diversidad del resto, etc.”, zanja.