Gracias a su alumno más veterano, Luis Martín Montejo, el vecino de Sodupe que este pasado curso ha aprobado el Bachillerato con 87 años, muchos descubrieron la existencia del Instituto Vasco de Educación a Distancia, el único centro público de la CAV que ofrece estudios on line y semipresenciales de Educación Básica y Bachillerato con titulación oficial y donde tienen cabida perfiles muy variopintos.

Tiene dos sedes en Bilbao y muchos de sus habitantes nunca han oído hablar de este instituto. ¿Cuándo se creó y con qué fin?

—El instituto se creó en 2018 y es el resultado de la fusión entre varios centros que había en cada uno de los territorios de la CAV y que ya trabajaban –algunos desde alrededor del año 2000– en las dos etapas: Bachillerato y graduado en ESO. En 2013, a raíz de la aprobación en el Parlamento Vasco de la Ley de Aprendizaje a lo largo de la vida, se impulsó la creación de un único centro.

¿Cuántos alumnos y alumnas se matricularon el pasado curso?

—Tenemos aproximadamente 1.600 alumnos entre los tres territorios. De ellos, unos 800 serían de Bizkaia: alrededor de 550 en Educación Básica y el resto en Bachillerato.

¿A qué tipo de estudiantes va dirigido este instituto a distancia?

—El alumnado es muy variado. En Bachillerato el perfil es un poco más joven y se nutre, sobre todo, de alumnos que no lo han terminado y que no están en una edad de seguir en un centro presencial, pero también tenemos alumnos que son deportistas de alto rendimiento, que han tenido problemas médicos y no pueden asistir con regularidad a un centro ordinario. Hay también algunos casos que nos envían desde las delegaciones territoriales de Educación, como víctimas de bullying, casos de ansiedades o fobias académicas...

“En la educación de adultos el porcentaje de aprobados suele ser más bajo y el nivel de abandono es algo mayor que en los centros ordinarios”

Algunos de sus alumnos se matriculan a una edad más avanzada.

—Tenemos gente de edad más avanzada que tiene una gran capacidad para estudiar, que en su día lo dejó y empezó a trabajar y ahora, por motivos de promoción laboral o para presentarse a una oposición, necesita tener alguno de los dos títulos. Por otra parte, tenemos alumnos que estudian Bachillerato en centros ordinarios, pero que están interesados en cursar asignaturas que no se ofrecen en sus centros porque no tienen suficiente demanda. Por ejemplo, tenemos muchos alumnos externos de Latín e incluso de Dibujo Técnico o Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente. 

¿Tienen también alumnado procedente de otros países?

—Hay un poco de todo. Hay mucha gente que viene de otros países, tienen dificultad para homologar sus estudios y acceden a nuestro centro. Pueden hacer una prueba de nivel de las distintas materias, se les encuadra en un curso determinado y obtienen así el graduado. Hay países con los que no hay convenios de validación. En Bilbao y Vitoria, sobre todo, sí que tenemos alumnos de este perfil, más que nada en la etapa de Educación Básica.

En este instituto ha estudiado Luis Martín, el vecino de Sodupe que aprobó el Bachillerato con 87 años.

—Ese perfil también lo tenemos, normalmente no con una edad tan avanzada, pero sí gente que cuando se retira, alrededor de los 60 o 65 años, decide empezar o retomar sus estudios de Bachillerato. Desde luego no tienen ya una motivación laboral, sino que lo que les mueve a venir a nuestro instituto es un reto personal. No son un perfil mayoritario dentro de nuestro centro, pero para nosotros es importante porque está muy relacionado con la Ley de Aprendizaje a lo largo de la vida. Uno de los objetivos de esa ley, aparte de reenganchar a todos estos alumnos que no han acabado el itinerario en su instituto y han pasado por un historial académico con altibajos, es que la gente de edad más avanzada se siga formando.

Luis Martín, vecino de Sodupe, aprobó el Bachillerato con 87 años Borja Guerrero

A Luis le rindieron homenaje en el centro por su “gran esfuerzo”. ¿A qué otros alumnos destacaría por esta misma cualidad?

—Me vienen a la cabeza muchos casos. Hay personas de entre 35 y 45 años que trabajan, que tienen hijos, que necesitan sacar ya el Bachillerato por promoción interna en el trabajo o para presentarse a una oposición. Tienen un tope de diez asignaturas al año y yo recuerdo, por ejemplo, a un chico que sacó en un año esas diez asignaturas que le faltaban porque ese mismo mes de junio tenía que hacer una oposición. Es muy raro, pero también hemos tenido este curso a un alumno que ha terminado el Bachillerato después de hacer todo su itinerario académico, desde la ESO hasta el Bachillerato, con nosotros y, encima, prácticamente al año. Otra de las características de nuestro centro es que hay mucha gente que, como Luis, va administrando el tiempo del que dispone y dedica cada curso a sacar dos, tres o cuatro asignaturas sin imponerse esos ritmos. En ese sentido, es excepcional que un alumno se saque el Bachillerato en dos años. Lo que es habitual en un centro ordinario en el nuestro, con este perfil de alumnos que trabajan y que tienen familia, no es tan habitual.

“Tratamos de orientarles cuando vienen con intención de sacar muchas asignaturas, pero a la vez trabajan, tienen hijos pequeños...”

Educan a distancia, pero también ofrecen clases presenciales.

—Hay tutorías colectivas o clases presenciales, que son opcionales, y una plataforma o aula virtual en la que pueden trabajar. Aparte de elegir el número de asignaturas, pueden elegir también si vienen al centro, si se ponen en contacto con los profesores de forma individual, si siguen el curso desde casa...

¿Imparten el mismo temario y los exámenes tienen la misma dificultad que en el resto de centros?

—El nivel es parecido. Puede variar un poco de un instituto a otro, pero el currículum es el mismo.

¿Tienen el mismo porcentaje de aprobados en Bachillerato que en los institutos ordinarios?

—No. Teniendo en cuenta que mucha gente va poco a poco, haciendo solo dos asignaturas en un año, no se puede comparar. Muchos de nuestros alumnos tampoco están orientados a la prueba de acceso a la universidad, las motivaciones son diversas. Entonces, el porcentaje de aprobados suele ser algo más bajo. En la educación de adultos el nivel de abandono suele ser algo mayor que en los centros ordinarios, donde los jóvenes suelen estar más orientados, en su inmensa mayoría, hacia otros estudios. Aquí nos nutrimos, sobre todo, de la gente que no acaba en esos otros centros.

No es fácil sacar tiempo para estudiar con un trabajo, hijos...

—Nos adaptamos un poco a la disponibilidad de tiempo que tenga cada uno y a las capacidades. Tratamos de orientarles un poco cuando vemos que vienen igual con intención de sacar muchas asignaturas a la vez, pero a la vez están trabajando, tienen hijos pequeños... Los primeros meses les suelen servir para calibrar un poco hasta qué punto tienen tiempo para hacerle frente al curso y ajustar sus expectativas.