A pie de cama, en el Hospital de Bellvitge, la enfermera Antonia Castro, veía el miedo en la cara de sus pacientes porque "nadie nos enseña a estar enfermos, ni cómo reaccionar a la enfermedad ni a comportarnos", sentencia rotunda. "Nadie nos prepara, pero todos vamos a ocupar antes o después una cama de hospital", dice, poniéndonos los pies en la tierra de la realidad médica cotidiana. Por eso, se puso a pensar en otra forma de sanar a sus pacientes, y se le ocurrió utilizar el valor terapéutico de la escritura para remediar sus males.
"La persona hospitalizada, desde el primer momento de su ingreso, se siente paciente, pierde su identidad, deja de ser la directora de su empresa, deja de ser el taxista con mil anécdotas que contar, deja de ser el profesor de universidad con varios libros publicados, deja de ser esa madre que se desvive y ocupa de toda su familia, esa abuela que cuida de sus nietos, etc. Perdemos nuestra identidad y nos centramos casi exclusivamente en la enfermedad", explica después de haber visto miles y miles de casos en cuatro décadas de conocimiento de causa.
"Cuando cualquier ciudadano entra en el hospital, todo gira en torno a la enfermedad. La escritura y la lectura pueden ayudarle de múltiples maneras a sobrellevar todo el proceso y es que puede ser una forma de evadirse, de ayudarle a canalizar sus emociones, y de reflexionar sobre lo que le sucede", indica Antonia Castro, enfermera asistencial durante 40 años e impulsora del proyecto Relat-HOS, historias escritas por personas ingresadas.
Tampoco el sistema sanitario ayuda. Enfoca todos sus esfuerzos en curar un órgano dañado. Son pruebas, análisis, tratamientos, más pruebas, más análisis, más tratamientos ¿y la persona? "En ocasiones, nos centramos en ir al centro del problema médico y nos cuesta ver a la persona en toda su integridad, con su historia de vida y su influencia en su proceso de enfermedad", señala Castro.
Con todas esas zozobras, incertidumbres y temores, surgen un buen puñado de relatos (tantos que ya se engloban en tres volúmenes) y que forman parte del Plan de humanización del Hospital de Bellvitge. Un auténtico manual de buenas prácticas que debería ser biblioteca de lectura obligada de cualquier centro sanitario y asistencial para replicar ideas.
Los pacientes dan fundamentalmente lecciones de vida y enseñan a amarla. Y sobre todo enseñan otro montón de cosas, como que la esperanza es lo último que se pierde porque es una emoción vital que nos ayuda a vivir y sobrevivir. Además la gratitud es un sentimiento común en todos los autores/relatadores que dejan de manifiesto que "el amor por la vida y por las personas que nos rodean nos ayuda a superarnos".
Todo con un único objetivo; hacer la estancia del paciente hospitalizado menos angustiosa. Y que los pacientes escriban y que su relato forme parte de un libro que se puede regalar a otros pacientes siempre con un leitmotiv, el valor terapéutico de la escritura.
Así surge el proyecto Relat-HOS, dirigido a los pacientes, familiares y profesionales del Hospital Universitario de Bellvitge. La propuesta invita al paciente hospitalizado a expresar sus emociones, sentimientos o inquietudes, a través de un relato y que este relato forme parte de un libro que se regala a futuros pacientes interesados en su lectura durante su ingreso.
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