"Lo nunca visto", exclamaba una vecina de Abetxuko mientras observaba las consecuencias de la crecida del Zadorra sobre la zona del barrio más próxima al río. Las incesantes precipitaciones de los últimos días, unidas al deshielo y al creciente desembalse, han vuelto a cebarse con un enclave ya de sobra acostumbrado a este tipo de episodios, pero que desde hacía cuatro décadas no sufría un desbordamiento también capaz de anegar cinco portales y una decena de locales de la calle La Presa.

"Hace mucho tiempo que no veía algo así. Yo vivo aquí desde hace muchos años, igual 60. Ha habido desbordamientos grandes, pero esto no pasaba desde hace 40 años", apuntaba en conversación con este periódico Pepi León, vecina de una de las comunidades afectadas, que por ahora van del número 79 al 87 de esta vía. Como muchos otros residentes, León decidió salir de su vivienda a media mañana por su propia iniciativa antes de que hubiera males mayores, mientras el agua comenzaba a amenazar también el trazado del tranvía.

La escena se repitió ayer, una jornada si cabe más crítica que la anterior por la saturación del principal río de Araba, en numerosos concejos más ubicados al norte de Gasteiz como Yurre, Lopidana -cerrados al tráfico durante buena parte del día- o, especialmente, Astegieta, convertido ya desde el jueves por la tarde en una isla.

Son ya una veintena los vecinos de esta localidad desalojados de sus viviendas, anegadas por una furia del agua con muy pocos precedentes, y atendidos por los servicios sociales. Algunos de los peores daños materiales sufridos hasta ahora en el conjunto de Araba se han concentrado precisamente en Astegieta, cuyos accesos permanecían ayer cortados al tráfico en su totalidad. Tampoco era fácil llegar allí a pie. El agua inunda por completo la vía de acceso principal al concejo, desde Avenida de los Huetos, y al menos dos vehículos han quedado hasta el momento atrapados intentando acceder a la zona.

"Cuando estaba el Eroski abierto pasó algo parecido, pero como esto no. Está fatal. Llevo aquí viviendo más de 40 años y tanto como esto no he visto nunca", apuntaba Victoriano de Juana, vecino del cercano distrito de Lakua, sorprendido por las dimensiones del desastre.

Con el cauce del río totalmente desbocado -más parecido a un pantano en este entorno- y la previsión de que crezca todavía más en las próximas horas, los vecinos de los enclaves afectados se movían entre la resignación por lo ya vivido y la preocupación por todo lo que todavía pueda pasar.

"Una vez el agua llegó un poquito más alta, pero nunca la habíamos visto salir por las alcantarillas. Esperemos que no llegue a más. A ver si no nos alcanza", anhelaba, de vuelta a Abetxuko, José Ignacio Romero, vecino del número 77 de la calle La Presa, acechada por la cercanía de la crecida. "No sé si habrán hecho alguna cosa mal. Es casualidad que se hayan hecho muchas obras y que esto haya pasado precisamente ahora. Puede ser del tiempo, sí, pero ahí te queda la duda. Esperemos que a partir de ahora esto no sea un continuo por una cosa que no está bien hecha. Esto había pasado una vez, pero a consecuencia de una presa que había por allí y se quitó", apostillaba, de nuevo, León.

"No hay manera de acceder"

La jornada también fue caótica para los conductores que intentaban acceder a la A-1 desde Gasteiz o a algunos de los concejos afectados por las inundaciones, los ubicados al sur de Aránguiz. Una gran balsa de agua cubría el acceso a Yurre por la A-4301 y muchos coches tuvieron que darse la vuelta ante la imposibilidad de avanzar. La riada amenazaba incluso el área de servicio de Lopidana.

"No hay manera de acceder a la autovía", lamentaba un conductor en las inmediaciones de la A-3602, junto a este último concejo. "Por ahí mejor que no paséis, que está muy mal", advertía, entretanto, un agente de la Policía Local que recorría la zona en una patrulla todoterreno.

Fuera de los límites de la capital, Villodas -en Iruña Oka- o Andagoia -en Kuartango- han quedado también aisladas por el agua del Zadorra o sus afluentes. En el primero de estos dos concejos, dos jóvenes tuvieron que ser rescatados por los Bomberos el jueves tras ser arrastrados en su todoterreno al tratar de cruzar la riada.

Muy cerca de allí, en Trespuentes, la situación es igualmente grave debido a la crecida. Ramón Jiménez, propietario de una finca en este concejo también recurrentemente golpeado por las inundaciones, intentó acceder ayer a ella pero tuvo que darse la vuelta al observar las dimensiones de las balsas de agua.

"Hemos tenido que llevarnos los animales de allí. Los dos últimos nos los sacaron los Bomberos, y menos mal. Porque si no, se ahogan. Pensaba que se nos iba a inundar más tarde, porque siempre se inunda en abril, pero este invierno ha venido muy rápido", lamentaba Jiménez sobre el puente de Gobeo, también totalmente cerrado al tráfico.