Urdaibai, Añana y el Bajo Bidasoa son las comarcas de cada territorio de Euskadi en las que más impacta la violencia sexista respecto a su población. Además, en los últimos 20 años ha registrado una media de tres asesinatos de índole machista en el conjunto de la CAV. 2003 y 2019 fueron los únicos años en los que no hubo que lamentar el fallecimiento de ninguna mujer a manos de sus parejas o exparejas. La violencia de género se manifiesta de forma muy diversa, siendo el asesinato y la agresión física las formas más explícitas y visibles. En el año 2020 se registraron un total de 5.276 casos de violencia contra las mujeres, cifra ligeramente inferior a los 5.518 casos del año 2019 cuando la pandemia declarada en ese periodo trajo consigo el confinamiento de la población y la limitación de la movilidad de mujeres y hombres en el ámbito público.

Esta es la radiografía de la violencia ejercida hacia las mujeres elaborada por el Eustat. Con motivo del 25-N, el Servicio Vasco de Estadística ha publicado un estudio en el que se aborda un problema que afecta a miles de mujeres cada año. Son cifras puras y duras que no pueden ocultar el dolor ni la identidad de las víctimas y supervivientes de este drama social. Las 5.276 victimizaciones de 2020 equivale a una tasa de 46,2 por 10.000 mujeres. Bizkaia es el territorio histórico con la tasa más elevada (49,4); el de la tasa más baja es Gipuzkoa (41,7), mientras la tasa de Araba se cifra en 45 casos por cada 10.000 mujeres.

POR COMARCAS

Algunas comarcas presentan tasas bastante por encima de su territorio histórico, y también algunos municipios. En Bizkaia (49,4), la comarca de Gernika-Bermeo presenta una tasa media de 60,1, incluyendo Bermeo con 75,8; le sigue la comarca de Arratia-Nervión con una tasa de 58,4, que incluye Ugao-Miraballes con 97,1 y Orozko con 81,7; más cerca de la media se encuentra Encartaciones, con una tasa de 51 y que incluye Karrantza Harana con 97,7. La comarca del Gran Bilbao, que alberga tres cuartos de la población vizcaína, presenta altas tasas en municipios de la Ezkerraldea: Sestao con 110, Muskiz con 106,1, Abanto y Ciérvana-Abanto Zierbena con 85,8, y Ortuella con 79,2.

En Araba (45), la comarca de Añana presenta una tasa de 51; le sigue Llanada Alavesa con una tasa de 46,5, similar a la media, incluyendo municipios como Iruña Oka/Iruña de Oca con 84, Alegria-Dulantzi con 64,1 y Agurain/Salvatierra con 60. Y en Gipuzkoa (41,7), la comarca de Bajo Bidasoa presenta una tasa de 53,7, incluyendo Irún con 59; le sigue Debabarrena/Bajo Deba con una tasa de 49,6, que incluye Eibar con 57; más cerca de la media del territorio está Donostialdea, con una tasa de 45,5, incluyendo a Lezo con 78,8.

INFLUENCIA DE LA PANDEMIA

La influencia de la pandemia también se aprecia en tipo de violencia. Los meses de marzo y abril fueron los primeros con importantes restricciones a la movilidad; el mes de abril de 2020 presenta la cifra más baja de victimizaciones por violencia sexual no intrafamiliar (13 casos), y también violencia dentro de la expareja/pareja (230 casos). Junio fue el mes con la cifra más alta de victimizaciones por violencia de la pareja o expareja (394 casos); también lo fue en el caso de la violencia intrafamiliar, junto con diciembre (112 y 113 casos, respectivamente).

Durante el pasado año, la violencia ejercida por la pareja o expareja, numéricamente, es inferior a la de 2019. Sin embargo, se aprecia un ligero aumento en el número de victimizaciones a manos del cónyuge, pasando de 675 casos en 2019 a 688 casos en 2020. El número de victimizaciones por violencia intrafamiliar, en cambio, crece respecto al año anterior (1.115 en 2020 frente a 1.008 en 2019). La cifra de victimizaciones del año 2020 es mayor tanto en los casos contra la madre, como contra otras mujeres intrafamiliares.

Emakunde apunta que la evidencia de crisis anteriores muestra que cuando el estrés social aumenta, también lo hacen los casos de violencia contra las mujeres, por eso no cabe asociar el descenso de las denuncias con una disminución de las situaciones de violencia, sino con un aumento de la invisibilidad de las mismas y un cambio en las estrategias de protección elegidas por las mujeres. Las mujeres podrían estar priorizando, en ese contexto,