El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó este viernes el "espantoso" atentado terrorista contra una mezquita chiíi en Kunduz, el norte de Afganistán, que ha dejado alrededor de ochenta muertos y unos cien heridos, y exigió que se respete la libertad religiosa de los ciudadanos.

"Este es el tercer ataque en menos de una semana contra una institución religiosa", subraya un comunicado remitido por el portavoz del secretario general de la ONU Stéphane Dujarric en nombre de Guterres. "Los ataques deliberados contra civiles que están ejerciendo su derecho a practicar su religión libremente son una violación de derechos humanos fundamentales y de la ley humanitaria internacional", agrega el texto, que pide que los culpables sean llevados ante la Justicia.

El atentado de hoy tuvo lugar durante la hora del rezo del viernes, el más importante de la semana, en una concurrida mezquita chií situada en la zona de Sayed-Abad en Kunduz, capital de la provincia homónima. Vídeos de la mezquita tras la explosión muestran decenas de cuerpos cubiertos de sangre con miembros amputados y tendidos en el suelo, entre escombros y los gritos de angustia de las personas que se afanaban por prestar ayuda.

El grupo terrorista Estado Islámico (EI) se responsabilizó del atentado en un breve comunicado, en el que afirmó que el ataque suicida perpetrado por uno de sus combatientes con un chaleco explosivo causó más de 300 víctimas entre muertos y heridos. El grupo radical detalló que el terrorista suicida hizo explotar su chaleco en el interior de la mezquita en medio de los "renegados", tal y como denomina el EI a los seguidores de la rama chií del islam.

Los yihadistas han atacado en otras ocasiones a los civiles chiíes, tanto en Afganistán como en otros países, como Irak, donde suelen ser blanco predilecto del EI.