La natalidad cotiza a la baja en Euskadi. El pasado año se zanjó con el menor número de nacimientos en toda la serie histórica del Eustat, que recoge datos desde 1975. Los 14.721 bebés nacidos en el año del covid-19, sin que este tuviera un claro efecto directo aún sobre la procreación, suponen un suelo histórico, cuya “tendencia a la baja” continuará, según los expertos, al menos durante un tiempo. Nada que ver con los 41.100 niños que nacieron en 1976, año que marca el final del baby boom iniciado en los años 60. La caída es del 64,1% en los últimos 45 años. Pero, ¿por qué sucede?, ¿cómo es de grave?, ¿qué efecto tienen las crisis económicas, las pandemias, el mercado laboral, la falta de expectativas y la propia pirámide poblacional? ¿Hay futuro? ¿Podemos hablar de baby crac?

Dos expertos analizan esta coyuntura. Coinciden en que la tendencia a la baja de la natalidad continuará en los próximos años y ven necesaria una “apuesta política y de lo público” que garantice el equilibrio demográfico. Sin embargo, tal y como apunta el sociólogo y profesor de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Unai Martín, las cosas a veces no son tan dramáticas ni repentinas como parecen y la caída, “acusada y sostenida” de la natalidad en los últimos cinco años, era previsible. Pero remontará.

Las mujeres que tienen descendencia hoy en día son las nacidas entre 1984 y 1990, principalmente. En esa franja se encuentra la mayoría. La realidad es que casi la mitad, el 49%, de los padres y madres vascos tienen su primer hijo hoy con más de 35 años, situándose la media entre las mujeres nacidas en Euskadi en 34,3 años y en 31,1 entre las que son de origen extranjero. También en estas últimas se percibe un retraso en la maternidad. “Hemos naturalizado esa maternidad tan tardía”, asegura Martín.

Sin embargo, los vascos no hemos tirado la toalla. Ni estamos dormidos ni hemos renunciado a ser padres y madres. De hecho, cada uno de nosotros tenemos hoy en día, más hijos de los que teníamos en 1994, cuando se registraron 15.248 nacimientos). Hoy nacen menos que entonces, 14.721 bebés, pero esto sucede “porque son muchas menos las personas que están en edad fértil, no porque tengamos menos hijos que antes”, incide el sociólogo vasco.

Es decir, la tasa de fecundidad es actualmente, pese a los discretos datos de la CAV en relación a la media europea (1,53 hijos por mujer), un 40% superior a la que era en 1994. Cada mujer en edad fértil, de media, daba a luz entonces a 0,9 hijos, mientras que hoy alumbra 1,28. Incluso nuestra tasa de fecundidad sigue ligeramente por encima de la española, entre otras cosas, “porque la crisis de 2008 no nos golpeó tan fuerte”, añade Martín.

Pese a todo la situación es inquietante, aún así. Las cifras de 2020, con mínimo histórico de nacimientos, no son culpa de la pandemia. Son prepandémicas, ya que solo los nacimientos del diciembre pasado se pudieron ver lastrados por la crisis sanitaria que comenzó en marzo. El efecto del covid se verá este año.

De hecho, ya tenemos los primeros indicios claros de que las cifras irán a peor durante este año. 2021 sí que puede ser el año en que se toque fondo. Un pico de sierra a la baja, pero no el fin de la tendencia. Los datos “son todavía provisionales, los de los registros civiles, pero sí nos hablan de que ha habido una caída importante en los dos últimos meses, que han coincidido al comienzo del confinamiento y la pandemia. Ha habido una caída superior al 20% a nivel del Estado español. La caída va a ser importante cuando se tengan los datos de 2021, que son los que nos van a dar información sobre el covid. Y eso sí coincide con una tendencia (a la baja) general en la natalidad”, asegura Iñaki Moro, profesor titular de Análisis Geográfico Regional de la Facultad de Geografía e Historia de la UPV/EHU.

Los indicadores de fecundidad y natalidad, de hecho, entraron en tendencia favorable desde 2000 hasta 2008, “pero a raíz de la crisis empezó a caer la fecundidad, se comienza a retrasar la edad media de maternidad y es lo que va a condicionar la evolución de la natalidad”, añade.

Cree Moro, que “el envejecimiento de la población, sin ser malo en sí, es causa y efecto de la baja natalidad”, pero asegura que “hay países con estructuras de población parecidas a la nuestra, que se está recuperando la natalidad”. Otros países, como Italia, Francia o los nórdicos, aplican medidas con éxito.

De entrada, solo en los primeros nueve meses del pasado año murieron 17.938 personas en Euskadi, año en el que nacieron 14.721 bebés. Esto, recuerda Moro, puede suplirse con la inmigración, como ha sucedido hasta ahora. Pero, ¿qué pasará si las perspectivas de futuro decaen y tampoco entra ese flujo?

“Las tendencias estructurales, los cambios de modelo de familia, la propia percepción de la maternidad y las crisis económicas”, por supuesto, todo inciden en el resultado final. “No es fácil” hallar la solución, admite el profesor, “pero sí van a ser necesarias acciones de la política y lo público”.

Entre otras cosas, porque el descenso de la natalidad, además de en otros sectores de la economía, “va a tener un impacto notable en el sistema educativo, porque habrá menos niños matriculados y ello va a generar una revisión a la baja de la inversión”.

“No sé si la palabra es urgencia, pero son momentos críticos, con descensos (de la natalidad) muy acusados y eso se tiene que corregir. Debería haber un debate social y político. Yo entiendo que deberíamos tomarnos esto más en serio”, asegura Moro. “Puede haber pequeños dientes de sierra, pero la tendencia general es lo que importa y es de un descenso muy acentuado. No tiene buena pinta y las actuaciones desde la política no están consiguiendo incentivar”, apostilla el profesor universitario.

“precariedad” y sin perspectiva

Martín recuerda, por su parte, que “los nacimientos comenzaron a descender en 2015, simplemente porque las personas que nacieron en la década de los 80 y 90, que son los que están teniendo hijos, eran la mitad que los de los 70, y aunque tengan más hijos, nacen pocos. Y la tendencia que viene, es que la natalidad está descendiendo porque hay menos personas en edad fértil, no porque tengan menos hijos”, aclara.

Aún así, coincide con Moro en que los datos provisionales de este año indican un “periodo muy abrupto”, relacionado directamente con el covid-19. “Algunos decían que con el confinamiento vendría otro baby boombaby boo, pero sin expectativas y condiciones precarias, sobre todo de los jóvenes no es posible”.

El del covid, en su opinión, “va a ser un impacto muy a corto plazo y localizado. Lo que dice la historia es que los nacimientos que se pierden por guerras y pandemias, en parte se recuperan después. Pero lo que pasa es que hoy en día los hijos se tienen tarde y si pasa mucho tiempo, luego ya no se pueden tener”, explica.

La precariedad y la falta de expectativas es la clave para Martín. “Ese famoso 2,1 hijos por mujer” para garantizar la reposición demográfica cree que se ha quedado obsoleto, que ya no hace falta, “porque hoy en día son varias la generaciones que conviven a la vez”. Cree también, que una “natalidad baja no tiene por qué ser un problema en una sociedad con baja mortalidad”. Ahora bien, lo preocupante, es que “tenemos natalidad baja, pero relacionado con las condiciones de vida de las personas jóvenes, que son precarias, y se ha retrasado tanto la edad de maternidad, que el paso del primero al segundo hijo se dificulta cuando el primero se tiene tarde”.

“La opción preferible” de los vascos, advierte, sigue siendo tener dos hijos, pero “hemos normalizado esa natalidad tan tardía, que provoca un porcentaje alto de nacimientos de riesgo, que tiene sus connotaciones y hace que tengamos menos de los que tenemos que tener. El principal problema es la materialización del derecho reproductivo básico, el poder tener los hijos que quieras.

Lo que hace falta, en su opinión, “es que esas condiciones sea razonables, con menos precariedad, sin diferencias de género en los cuidados... Ahí está parte de la clave: se ha demostrado que las sociedades más igualitarias tienen más natalidad”, resume.

“Hay que hacer que esas personas tengan en ese momento seguridad laboral y luego implementar soluciones más básicas como una extensión de la red de cuidados de cero a tres. La política demográfica no existe en sí, pero se puede favorecer con medidas para ello”, concluye Martín.

“Puede haber dientes de sierra, pero la tendencia general es lo que importa y es muy acentuada”

“Es un momento crítico; deberíamos tomarlo más en serio y hacer un debate social y político”

Profesor de Análisis Geográfico Regional

“La natalidad baja porque hay menos gente en edad fértil, no porque tengamos menos hijos”

“Está demostrado que en una sociedad más igualitaria se producen más nacimientos”

Sociólogo de la UPV/EHU