Sobrevivieron al confinamiento como pudieron, conviviendo prácticamente las 24 horas del día con su agresor. Pero las dificultades de las mujeres que sufren violencia machista siguen persistiendo también este año. Durante el primer trimestre, entre enero y marzo, 1.203 mujeres denunciaron haber sufrido esta lacra social, un descenso del 6,5% respecto a los mismos meses de 2020 que no hace sino poner de relieve las dificultades a las que, con la pandemia, han tenido que seguir haciendo frente para salir de ese infierno.
Las cifras, hechas ayer públicas por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, no hacen sino constatar la doble losa que la llegada del coronavirus supuso para estas mujeres; ya en 2020 las denuncias por violencia machista en Euskadi se redujeron un 9,7%, hasta las 5.355, por las dificultades para encontrar un momento adecuado para tramitarla o consultar sobre su situación con alguna persona o institución. Por ejemplo, durante el confinamiento, el teléfono de atención telefónica a las víctimas del Gobierno vasco, Satevi, adaptó su protocolo con conversaciones en clave para poder seguir atendiéndolas incluso en presencia de su agresor, de forma que puedan responder únicamente con monosílabos, pese a aprovechar, sobre todo, cuando éste salía a la compra o a sacar la basura para realizar esa llamada.
Ya en aquel momento, fueron muchas las voces que alertaron de que esos descensos no reflejaban la realidad que seguían viviendo las víctimas, sino que mostraban las dificultades de estas para denunciar su situación. Es más; algunos expertos han alertado de que la inestabilidad económica creada por esta crisis puede generar en el agresor una sensación de pérdida de poder que podría aumentar la frecuencia y la severidad de la violencia dentro del hogar. El fin del estado de alarma y la trágica cifra de víctimas desde aquel 9 de mayo, tanto de mujeres como menores, con una asesinada cada tres días, no ha hecho sino poner sobre la mesa la sensación, por parte de sus parejas, de pérdida de control sobre ellas a la que se habían acostumbrado durante los meses anteriores.
Pese a que el fin del confinamiento hizo aflorar un mayor número de denuncias, las dificultades derivadas de la limitación de la movilidad y de interacción social siguieron pesando en el primer trimestre de este año, cuando todavía no se había levantado el estado de alarma. Entre enero y marzo descendieron el número de denuncias de las 1.287 del mismo periodo de 2020 a las 1.203 de este año. La CAV no está al margen de un fenómeno que se ha repetido en todo el Estado: las denuncias fueron 35.001 durante esos tres meses, un 3,2% menos que hace un año.
Esas cifras también han hecho que la tasa de casos por cada 100.000 mujeres también se haya reducido en Euskadi hasta situarse en 10,6, una de las tasas más bajas en el Estado donde la media se sitúa en el 14,2. Murcia (19,7 víctimas), Baleares (18,5), Comunidad Valenciana (18,3), Canarias (18,2), Andalucía (16,1) y Madrid (15,6) son las comunidades con las cifras más altas.
Más órdenes de protección
Sí se ha producido, sin embargo, un incremento tanto en las órdenes de protección adoptadas -un 8,6% más, hasta alcanzar las 88, lo que representa algo más de las 155 incoadas ya que otras 67 fueron denegadas- y las sentencias condenatorias, que con un 3,1% de crecimiento interanual se elevaron hasta las 236. Hubo 15 sentencias absolutorias, un 6,3% menos; 555 sobreseimientos provisionales, un 21,7% más, y 11 libres, los mismos que hace un año.
Entre las 1.203 mujeres que denunciaron haber sufrido violencia machista en este primer trimestre del año -la mayoría, 788, de nacionalidad española-, hubo dos menores de edad. Un total de 87 de ellas renunciaron a declarar como testigo, un porcentaje más elevado entre las denunciantes extranjeras, que ascendió hasta el 41,4%.