No practican grandes cirugías ni trasplantes múltiples, pero hacen medicina con mayúsculas. Tratan a afectados por heridas crónicas, de cicatrización difícil, que no quieren cerrar. Úlceras de muchos años de evolución, personas polimedicadas y pluritraumatizadas, de edad avanzada. Pacientes jóvenes y mayores, con heridas complejas y de grandes dimensiones, dan fe de su buen hacer.

“Aquí vemos todo tipo de lesiones. Por ejemplo, un paciente con una insuficiencia venosa como un pie diabético, heridas quirúrgicas como amputaciones de piernas, dedos, pared abdominal porque trabajamos también con Urología... cantidad de cosas”, cuenta Paz Beaskoetxea, alma materque, tras incorporarse hace siete años al Servicio de Cirugía Vascular del Hospital de Galdakao, comprobó que si formaba un equipo, los resultados en heridas de larga duración podían ser muy esperanzadores.

“Nuestra especialidad son las heridas complicadas. Antes, nuestros pacientes estaban muchas semanas ingresados por la localización, la extensión o la profundidad de la lesión o de su úlcera, pero gracias a servicios como este, se pueden dar altas más tempranas”, matiza Melina Vega, cirujana vascular.

“Cada paciente es único”

Y siempre en el centro, el paciente, porque cada afectado es único. “Tenemos que aportarle a cada uno lo que más necesita. No hay que tratarle de manera fragmentada, sino como un todo”, destacan al unísono. “En Vascular somos de los primeros en verles porque si no llega sangre a la zona no va a cicatrizar. Si el retorno venoso no es bueno necesita nuestra intervención”, aclara Vega.

La revolución es que, en lugar de ir peregrinando de consulta en consulta, el enfermo va a un sitio centralizado desde donde se organiza todo el tratamiento. “Yo creo que hemos conseguido una consulta de alta resolución. El paciente entra por la puerta y todo lo que necesite en torno a un servicio médico, nosotros lo gestionamos. La diferencia enorme en la forma de trabajar es que no se les cita en la consulta de Trauma, en la consulta de Infecciosas, o en Vascular, sino que viene aquí y subimos los distintos servicios y le vemos. Desde aquí mismo organizamos las placas que pueda necesitar Trauma para valorar, organizamos, a veces, ingresos urgentes por una infección severa. Una cirugía si hace falta, o les mandamos a casa”, destaca Vega.

Esta especialista resume con precisión quirúrgica las ventajas del servicio. “Aparte de altas tempranas, esquivamos entradas por la Urgencia, evitamos infecciones que provocan un gran consumo de analgésicos y antibióticos. La unidad es experta en una filosofía que se llama higiene de la herida ya que, gracias a una buena terapia local precoz, impedimos una enorme cantidad de infecciones”.

Ellas saben bien que el tiempo no cura las heridas porque hay que hacerse cargo de ellas. No hay que olvidar que atienden lesiones que pueden eternizarse en el tiempo. “El problema precisamente es que si no atiendes correctamente una herida, se torna crónica y hemos tenido pacientes de años y años de evolución. Al final, el abordaje es complicado y si no lo controlas, puedes mantener a un paciente mucho tiempo con una herida abierta”, explica Beaskoetxea. “Hay riesgo de cronicidad y también de mala evolución a corto plazo porque los pies diabéticos, por ejemplo, pueden ir mal muy rápido”, aclara Vega. “Cualquier germen puede colonizar la herida si no haces un buen manejo, las lesiones cogen más tamaño, tienen facilidad para infectarse y derivan en un bucle cada vez más complicado”, observa.

Han conseguido unos pacientes contentos y felices porque su calidad de vida mejora drásticamente. “Es que muchas veces son heridas que duelen, que huelen, que limitan la movilidad... y manejamos cada vez más pacientes mayores. Incluso, aunque sean más jóvenes, su edad biológica y cronológica no coincide. Están con diabetes, con patologías que les hacen muy frágiles y la calidad de vida merma un montón”, destaca Beaskoetxea. “Normalmente si les mandamos a casa es porque se pueden tratar con analgesia oral o con parches cutáneos. Porque cuando tenemos ya el problema de base, la isquemia, o la insuficiencia venosa bien enfocadas, el dolor suele ser manejable”, señala Vega. “A veces necesitan curas diarias, o cada dos días, y manchan y mojan y no ven solución. La lesión dura y dura, y eso pasa mucha factura psicológica. Y cuando conseguimos dirigirlos y cicatrizarlos, el agradecimiento es enorme”, se felicita la doctora.

Desde 30 a 80 años

Y eso que el espectro de edad de los afectados es muy amplio, desde treintañeros a nonagenarios. “La patología vascular afecta a una franja de edad amplia, sin embargo la patología cardiovascular suele ser desde 50 y muchos hasta octogenarios”, sostiene Vega. “El paciente diabético no suele ser mayor pero es un paciente deteriorado. Trabaja también mucho con nosotros Traumatología porque a veces es un paciente que ha podido sufrir un accidente y la herida evoluciona mal. También tenemos gente de mucha edad, y si, por ejemplo, a alguien de 85 años le haces un bypass, su piel es muy frágil y presenta la posibilidad de que la herida se abra más fácilmente”, explica Beaskoetxea.

Una amplia experiencia de más de 3.000 consultas -solo el año pasado- acredita su buen hacer porque la Unidad de Heridas está creciendo exponencialmente. No hay que olvidar que son un servicio muy especializado, con pacientes poco manejables en la Atención Primaria y “aquí tienen el radar muy fino para detectar cuando algo no va todo lo bien que debiera”, revela la cirujana.

La vigilancia es constante para evitar el riesgo de infecciones. “Una de las claves de este servicio es que estamos muy coordinados. Nos mandamos fotos por teléfono, a ver cómo va este, enséñameEstamos muy encima de los pacientes para poder reaccionar cuando haga falta. Las enfermeras saben lo que hacen y detectan a la primera los signos de alarma”, dice Vega. “Programamos sesiones clínicas, nos juntamos, exponemos los casos más complicados. Monitorizamos mucho a los enfermos para poder valorar algo que no nos gusta”, indica Beaskoetxea. Un trabajo en equipo donde se mejoran los procedimientos, con el paciente como gran beneficiario.

Ellas tampoco han sido ajenas al impacto de la pandemia aunque no han bajado la guardia. “En los momentos de gran crisis, tuvimos que cerrar. Pero recomendamos una pauta de curas y Primaria se portó de cine. En mayo rescatamos los pacientes que tuvimos que derivar y vinieron muy bien cuidados en unas condiciones casi de guerra”, sostienen estas profesiones como la copa de un pino que se dedican a impartir mucha formación, perfectamente conscientes de la necesidad de constituir una red de trabajo y preparar el relevo generacional.