Zoiartze Villar le encantan las mariposas. Las tiene encima de un radiador, en un marco y colgadas de su collar. Como ellas, esta bilbaina con discapacidad intelectual ha desplegado sus alas el último año emprendiendo vuelo, contra viento y pandemia, hacia una vida independiente con su pareja en su propio hogar. Disfrutando de cómo planea sola, siempre dispuestos a soplar para que llegue más alto, han aunado esfuerzos su familia, el programa de Empleo con Apoyo de Lantegi Batuak y la empresa Biolan, que la ha contratado de forma indefinida y promocionado de categoría. Un rayo de luz, sobre un terreno sembrado de paro y ERTE, que le ha permitido tomar, además de la correa de su perrita Sorgi, las riendas de su día a día.

La pandemia no ha amilanado a Zoiartze. Plantó un felpudo desinfectante a la entrada de su casa, en Derio, y se lanzó a la aventura de vivir de forma autónoma con su "chaval" y con el comodín de la llamada a su madre en la manga. "Le preguntaba cómo se hacía la lasaña, los tiempos de cocción... Mi familia me ha enseñado muchas cosas. Mis suegros también me han apoyado mucho", agradece. Quien dice suegros dice los padres de Isma, su pareja, porque el enlace no tiene sello oficial. "Me gustaría casarme, pero más adelante. Acabo de independizarme", remarca. No hay prisa, aunque la familia crece por momentos. A Sorgi, que sale como un cohete a recibirla y posa ante la cámara como una influencer, se le ha unido estas navidades un pez naranja.

A sus 31 años Zoiartze es "la más pequeña" de su familia, por lo que ni se le había pasado por la cabeza salir del nido. "Mi hermano, que es mayor, sigue con mi ama. Me sorprende haberme ido yo antes", comenta como si aún no acabara de creerse el "salto tan grande" que ha dado. "Con el banco me arreglo bien, aunque nos cuesta mantener la casa", confiesa. A falta de la prueba del algodón, basta una inspección ocular para concluir que está impoluta. Llenar la cazuela, más allá de las recetas, tampoco es problema. "Mis aitas me regalaron una cocina y los de Ismael todos los meses me hacen una compra", detalla. Entonces, ¿dónde está el problema? "Mira, en la lavadora...", dice, mientras muestra el nombre de su empresa deslucido en la pechera del chaleco de trabajo. Quien no haya arruinado alguna vez una prenda que lance el primer cacito de detergente.

Resumiendo, el balance de este primer año mano a mano ha sido positivo. "Los dos teníamos ganas y estamos muy a gusto. Mi pareja hace la comida. Yo hago la cena... Por cierto, tengo que sacar la cena", le viene a la cabeza y marcha a la cocina para descongelar dos paquetes de carne. Ismael trabaja "repartiendo ropa quirúrgica en el hospital de Cruces" y no llega hasta la noche. "Lo conocí porque era amigo de una amiga", explica. Llevan juntos un buen puñado de años. Las fotos de ambos sonrientes, caricatura incluida, inundan la casa. Él no tiene ninguna discapacidad. Si alguien tiene algo que objetar, que no se moleste. "Los comentarios por aquí me entran y por aquí me salen. Yo voy a lo mío porque es mi vida, no la de los demás. La que tengo que estar feliz soy yo, no el resto. Si me como las palabras de los demás, me hundo y yo tengo que ir para arriba", se autoafirma.

Después de sacar a pasear a Sorgique aprovecha la coyuntura para mordisquear un trozo de zanahoria encima del sofá, Zoiartze se conecta a su clase de autoescuela on line. "No tengo coche, pero en el futuro pienso sacarme el carné. El teórico me cuesta. Aunque sea test tras test, yo quiero comprender por qué es esta palabra y no la otra", explica. Mientras tanto, acude a trabajar al Parque Tecnológico de Zamudio en autobús. El patinete eléctrico lo ha aparcado por seguridad. También ha dejado a un lado las sesiones de baile moderno o zumba a las que acudía antes de que el covid emborronara toda su agenda.

"Tenemos YA confianza en ella"

Antes de trabajar en Biolan, empresa donde ya lleva fichando Zoiartze estudió para ser auxiliar de servicios sociales y cubrió bajas en residencias. "Se me partía el alma viendo a algún anciano. Me encantaba cuidarlos. Yo doy todo por ellos, doy mil amores, pero aquí estoy bien, ¿eh?", se apresura a aclarar durante un receso en su jornada laboral. Tras su primera incursión en el mercado, Zoiartze estuvo varios años formándose "en el servicio ocupacional de Lantegi Batuak, en el taller de electrónica de Sondika". Tuvo una oferta en "una empresa de auditoría", pero la relación no terminó de cuajar, y regresó de nuevo al taller, esta vez con contrato. La segunda intentona del programa de Empleo con Apoyo para allanarle el camino hacia una empresa ordinaria dio sus frutos y a la vista están: un contrato que le ha permitido optar a una vivienda en Derio, "a cinco minutos del trabajo en coche". Pese a la cercanía, se levanta a las 6.30 de la mañana para cumplir con su jornada partida, de 8.00 a 17.00, salvo los viernes, que es intensiva.

En la compañía, que desarrolla biosensores para el control de la calidad y seguridad alimentaria, Zoi, como la llama todo el mundo, está perfectamente integrada. "Me acogieron muy bien y me ayudaron mucho. Estoy superencantada", dice. Y eso que al principio le costó adaptarse a la "concentración" que requiere su cometido, "pesar reactivos químicos" y preparar y etiquetar los kits que vende la compañía. "Aquí puedo hablar con la gente y me río, pero es un trabajo más solitario y más serio. Tengo que estar muy atenta a la balanza", explica. Además, "participa en otras muchas tareas y quita mucho trabajo, que es muy importante, como el que ella hace, que va al cliente tras pasar los controles de calidad. Por lo tanto, ya tenemos puesta una confianza en ella brutal", pone en valor la directora de producción de Biolan, Cecilia Corcóstegui, que no olvida los recelos que tenía recién llegada. "La gente la recibió con los brazos abiertos, pero no había tenido una buena experiencia anteriormente y tenía miedo de que le ocurriese lo mismo. Somos gente joven y no tenemos los prejuicios que puedan existir en otras empresas. Es una más. Cuando se necesita ayuda se le pide igual que a cualquier persona. Tiene sus limitaciones, como cada uno tenemos las nuestras. Yo no puedo arreglar equipos y ella no puede pipetear", pone como ejemplo.

"A veces puede tener bloqueos"

Zoiartze desempeña su labor con sumo cuidado y todas las medidas de seguridad. Una vez abandona su puesto, lo deja todo recogido: la cajonera aquí, la brocha allá... "Es muy concienzuda. Si tiene que hacer algo, no se sale de ahí. Eso es muy positivo porque sabes que va a realizar siempre su tarea con los requisitos que le estás exigiendo", destaca su responsable. Por ponerle un pero, Cecilia señala que "a veces puede tener bloqueos", pero han conseguido que tenga "la confianza" suficiente para "consultar sus dudas con sus compañeros" sin sentir ningún "complejo", ya que "nosotros entre nosotros también nos ayudamos".

Además, añade, Zoiartze también destaca por su sinceridad. "No se corta a la hora de decirle lo que piensa a nadie. No tiene pelos en la lengua". Como muestra, aquella ocasión en la que, al verla triste, fueron todos a consolarla. "Ahora está encantada, pero al principio se le venía el mundo abajo. Una compañera le dijo: Aquí no estás tan mal, ¿no? Somos todos muy majos. Y ella le contestó: Si tú lo dices€ Incluso al jefe le soltó alguna vez: No me das miedo, ¿eh? Cosas que igual otra persona no diría.No me das miedo, ¿eh? Hoy en día seguimos recordándolo y nos reímos", relata.

"Es una BUENA PROFESIONAL"

La coordinación entre la empresa y Lantegi Batuak ha sido crucial "para que Zoi pueda aprender y avanzar", reconoce Cecilia, quien considera "gratificante" ver el "salto tan importante" que ha dado. También Alesander Gómez, uno de los preparadores laborales del programa Empleo con Apoyo que la han acompañado en su proceso de inserción laboral y posterior seguimiento, valora muy positivamente sus logros. "El que se haya ido a vivir de manera independientemente, visto desde fuera, ha sido brutal. Estábamos a la expectativa por si este cambio podía afectarle en el trabajo, pero la verdad es que se organiza muy bien", explica.

Puestos a hablar de sus cualidades, corrobora que "Zoi es una buena profesional. Trabaja muy bien y quizás es de esas personas que hacen muchas cosas y se venden mal, no lo dan a valer", comenta y apunta que ni siquiera el covid le ha supuesto un obstáculo. "Ella ha estado al pie del cañón, sin parar. La pandemia no le ha afectado porque ha seguido trabajando al cien por cien".

La transformación de Zoiartze no ha hecho más que empezar. Siempre dispuesta a superarse, ni ella misma sabe hasta dónde logrará alzar el vuelo. "Un granito de arena, me apoyan y así continuamente. Somos un equipo", dice. Y quien no quiera jugar a la integración, que se quede en el banquillo. "Al que no le guste que no mire", zanja.