La pandemia, el confinamiento, las restricciones, la crisis... todo esto está incidiendo en la situación de las mujeres, tanto de las que sufren violencia machista, como de las que se han encontrado con una sobrecarga de cuidados familiares o sin un espacio propio. Norma Vázquez opina que para valorar la realidad de la violencia hacia las mujeres en esta época marcada por el covid, no hay que fijarse únicamente en las denuncias presentadas, sino en "el aumento de todos los malestares de las mujeres".

¿La violencia machista presenta unas características especiales asociadas a la pandemia?

—Sí, yo creo que le da unas características especiales. Durante el confinamiento, porque las mujeres no podían acceder a muchos de los recursos que les ayudan a aliviar el malestar que genera la violencia. Ahora, con las restricciones de movilidad porque tal vez sus hijos e hijas no pueden ir a verlas, o porque los bares o los amigos con los que su pareja pasaba tiempo no están disponibles... Hay una situación objetiva peor que tiene que ver con las limitaciones que impone el estado de alarma.

Cuando todo esto acabe y volvamos a algo parecido a la normalidad, ¿cómo estaremos desde el punto de vista de la igualdad?

—No creo que la valoración que se pueda hacer sea en términos de estamos mejor o estamos peor, pero así a bote pronto diría que estaremos peor, porque en cuanto empezaron el estado de alarma y las restricciones se vio claramente que no había un sostén de las políticas dirigidas a las mujeres. Quédate en casa es una estrategia sanitaria que los expertos y expertas en la materia vieron como la solución más viable para detener la pandemia, sin embargo no se tuvo en cuenta que quedarse en casa para muchas mujeres significa intensificar su jornada de trabajo, supone ver cómo te las ingenias para conciliar, o cómo sobrevives a la violencia.

¿Confinamiento y restricciones incrementan los problemas de muchas mujeres?

—La estrategia sanitaria de mantenernos en casa lo máximo posible no ha estado acompañada de las medidas sociales necesarias para favorecer las condiciones de igualdad entre mujeres y hombres. Espero que tengamos posibilidad de reflexionar en torno a esto porque de lo contrario, cuando salgamos de esta situación, vamos a estar bastante mal en términos de políticas de igualdad.

Al principio de la pandemia no se vio un aumento de los casos de violencia machista, pero luego las denuncias han ido aumentando.

—Lo que podemos medir, a través de la Ertzaintza o de Seguridad, son las denuncias y, obviamente durante el confinamiento la dificultad para salir e interponer una denuncia era mucho mayor. Eso hizo bajar el número de denuncias, pero no significa que disminuyera la violencia, cambió de forma, que es distinto. No puedo decir si numéricamente la violencia machista ha subido o bajado, pero sí que se ha transformado y que se han incrementado las dificultades de las mujeres para denunciar o pedir ayuda.

¿Qué formas adoptó la violencia?

—Pudo haber otros mecanismos de control por parte del agresor. También es verdad que había más control social porque todo el vecindario estaba en casa y eso pudo haber causado una menor violencia explícita en los primeros momentos del confinamiento. Y se han incrementado algunas formas de violencia, como la intrafamiliar. También ha aumentado la tensión que viven las mujeres por tener que estar conteniéndose más o no poder disponer de espacios de desahogo.

A todo eso se suman la crisis económica y los problemas de muchas familias.

—De repente muchas mujeres tuvieron que convivir 24 horas con el hombre que las agredía y además centrarse en la atención familiar en un ambiente de incertidumbre. Igual el marido estaba en ERTE, pero ella también... Algunas mujeres que atendimos en las líneas de emergencia nos comentaban que vivían una situación estresante en casas donde convivían cuatro o cinco personas con distintas necesidades e inquietudes y todo eso hacía que el clima fuera angustioso.

¿Cuáles son sus propuestas para solucionar esta situación?

—Más que de soluciones, ya que se trata de un problema muy complejo, yo expongo algunos aspectos sobre los que hay que poner atención, como pueden ser el incremento de las denuncias, pero, sobre todo, el aumento de todos los malestares de las mujeres. Ya sabemos que hay mujeres que no van a denunciar, pero eso no significa que no estén sufriendo violencia. Por ese motivo hay que prestar atención al malestar físico y psicológico que las mujeres manifiestan, no solo por la violencia explícita interpersonal, sino también porque la mayoría de ellas han sufrido una sobrecarga de los cuidados, algo que incide sobre su bienestar y su salud.

"Hay una situación objetiva peor que tiene que ver con las limitaciones que impone el estado de alarma"

"La estrategia sanitaria no ha estado acompañada de las medidas sociales necesarias para la igualdad"

"De repente muchas mujeres tuvieron que convivir 24 horas con el hombre que las agredía"