colectivos a los que ha dejado aún más indefensos manteros han vuelto a las calles, pero el miedo de la gente al contacto les hace aún más vulnerables

Bouba y Mame Mar llegaron hace cinco y nueve años respectivamente de Senegal en busca de una vida mejor y aún siguen en ese empeño, pero a las trabas propias de su situación se añade un nuevo obstáculo, el covid-19, que como suele ocurrir con otros enemigos se ceba con los más vulnerables. Ambos son miembros de la Asociación de Manteros de Bizkaia y quieren dar voz a los más de 60 manteros de la agrupación que en esta época lo están pasando todavía peor.

"Durante la cuarentena los manteros , se lamentan. Y de su pésima situación se resentían a muchos kilómetros de distancia sus familias en África a las que ayudan con sus pequeños envíos cada vez que pueden. "Es parte de nuestro compromiso, veníamos aquí a mejorar y procuramos ayudar a nuestras familias".

Para sobrellevar la situación que vivieron desde que se decretó el estado de alarma y el confinamiento, con el apoyo de SOS-Racismo, crearon una caja de resistencia y gracias al apoyo de la gente pudieron subsistir. Estas ayudas empezaron a llegarles a través de un cuenta de la ONG y gracias ello se organizaron para comprar comida y productos de primera necesidad para repartirlos entre la comunidad. Una iniciativa que, desde el sindicato de manteros en Barcelona y Madrid, habían emprendido con anterioridad para abastecer a las personas afectadas por el confinamiento. Pero la crisis sanitaria no prevé un futuro inmediato y alentador y muchos de ellos, que por el tiempo que ya llevan en Bizkaia se consideran ciudadanos de aquí, se ven obligados a irse.

Bouba sabe que "la situación no mejora y muchos han optado ya por marcharse a otros pueblos o al campo como única alternativa".

Por eso, Bouba y Mame Mar reclaman una ley de Extranjería más ágil que les permita legalizar sus papeles con mayor celeridad porque "la situación ahora hace muy difícil que podamos regularizar nuestra situación". Y, sin esa legalidad, tienen muchas trabas para poder encontrar un trabajo.

Bouba ha pasado por todo esto, al igual que Mame Mar, ambos ahora con los papeles en regla, y por eso son ellos los que quieren visibilizar la situación de sus compañeros que todavía se encuentran en tránsito hacia una oportunidad de vida para la que llegaron.

Legalización

Entre sus peticiones la más urgente es regularizar su situación y tener acceso a cursos que les permitan encontrar un trabajo digno. Bouba estudió un grado de cocina y, afortunadamente, trabaja en un restaurante mientras que Mame Mar, también estuvo trabajando en hostelería aunque en estos momentos se encuentra en paro.

En el caso de los manteros, una actividad ilegal en estos momentos, piden que, como ocurre en alguna comunidad del Estado, se establezcan, al menos, unos horarios y unas zonas como ocurre, por ejemplo, en Barcelona . "Al final los manteros .

No es el sueño para el que sufrieron hasta llegar aquí y, a veces, piensan en que no repetirían la encrucijada que atravesaron. Sin embargo, también reconocen que mucha gente les acoge y les trata de compensar con su generosidad. "Resistimos porque la gente que nos conoce, y sin que necesiten nada, nos compran para que tengamos unos ingresos".

Son muchos los que como Bouba, Matala, Afaf... todos ellos procedentes de Senegal recorren las calles de las ciudades y los pueblos con sus bolsas cargadas al hombro intentando chapurrear esas palabras en euskera que les acercan a los vizcainos y les sacan una sonrisa. ¡Qué pasa, tío, quieres galtzerdis!

Con el apoyo de SOS-Racismo, durante el confinamiento organizaron una caja de resistencia para poder pagar los alquileres

Se han reiventado, pero ahora la crisis sanitaria les ataca con mayor virulencia. Por eso quieren legalizar su situación