- "Era esperable tener algunos brotes aislados de covid, pero no de esta magnitud, donde algunas comunidades autónomas están teniendo una transmisión comunitaria sostenible. Las cosas han ido más allá de lo previsible, manejable y esperable", reconoce el epidemiólogo Daniel López-Acuña, exdirector de acción sanitaria en situaciones de crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública, quien considera que las administraciones sanitarias deben de mantener una acción mucho más contundente para frenar los brotes, "pero sobre todo para interrumpir la transmisión comunitaria".

En su opinión no basta con esperar a que se produzcan brotes y tratar de controlarlos, "hay que anticiparse, extremar el esfuerzo y planificar una acción sinérgica de las comunidades y el Gobierno central. No debemos estar en una situación en la que unos echen la pelota a los otros y viceversa".

López-Acuña es contundente al señalar que para las próximas cuatro semanas necesitamos un plan de choque en todo el Estado, "en algunas comunidades más que en otras" para revertir los rebrotes. "Hay que tener una claridad meridiana sobre los parámetros y los umbrales necesarios para el regreso al colegio y hacer las cosas con seguridad", explica, al tiempo que se refiere a las residencias geriátricas. "A pesar de lo que hemos pasado, su situación no está suficientemente visualizada. Hay que blindarlas muy bien, porque existe el riesgo de entrar de nuevo en el circuito infernal en el que estuvimos en la fase inicial de la pandemia", alerta.

Dos enemigos en otoño

El exdirector de acción sanitaria en situaciones de crisis de la OMS considera que ante la llegada en otoño de la gripe estacional habrá que maximizar la cobertura de vacunación. "Hemos de hacer todo lo posible para que esa gripe estacional no compita ni se sume a una posible oleada más intensa del covid-19 en invierno. Nos tocará estar preparados este otoño para contener a estos dos enemigos que se pueden potenciar mutuamente".

Le gustaría ver actitudes más solidarias con la salud de los demás, tanto en la juventud como en el resto de la ciudadanía que participa estos meses en actos multitudinarios, celebraciones y ocio desenfrenado. "Deben darse cuenta de que el patrón de contagios que hasta ahora ha sido de jóvenes puede pasar a mayores y causar muertos entre las personas más vulnerables", apunta.

Atribuye los repuntes del covid en el Estado a la conducta individual y social: "Pensábamos que el verano era uno más y no uno diferente, en donde no se podían hacer muchas cosas que realizábamos otros años, no hay más que ver las imágenes en los medios. Sin embargo, también ha habido un descuido de las administraciones públicas sanitarias al no haber preparado lo suficiente la situación para la desescalada. No han sostenido las medidas con contratación de rastreadores, no han potenciado la atención primaria, ni el refuerzo de la vigilancia epidemiológica que debían de haberse adoptado desde el comienzo de la desescalada y haberse sostenido en el tiempo sin bajar la guardia, como ha ocurrido", apostilla el epidemiólogo.

A pesar de todo, cree que aún no es demasiado tarde para hacerlo, "aunque nos está costando". Pero "debe ser hecho para regresar a una relativa normalidad, para restablecer la actividad laboral, educativa y para no volver a tener que confinar a la población. Se trata de estar preparados para una segunda oleada igual o más intensa que la primera, que podría darse en el invierno", recalca.

Colapso sanitario

Por ahora no cree que de nuevo corramos un riesgo inminente de colapso sanitario. "Los contagios han sido en jóvenes, aunque luego repercutan en mayores. Esto ha hecho que los casos sean menos severos y menor los ingresos en las UCI. Creo que la magnitud del colapso de marzo o abril no se producirá, a no ser que en algunas zonas haya transmisión comunitaria, aunque ya estamos empezando a ver una duplicación en hospitalizaciones, un número considerable de sanitarios contagiados y camas ocupadas por enfermos con covid", explica López-Acuña. "Ahora no se medirá tanto la crisis en términos de colapso sanitario, sino de transmisibilidad, de no interrumpir la cadena de transmisión, de pruebas PCR, del porcentaje de todas las que son positivas y el riesgo de tener una transmisión del virus incontrolada", añade.

Todos hablan de la vacuna como si fuera el Santo Grial, ¿para cuándo? "Todavía no hay ningún vacuna que haya cumplido todas las fases precisas para demostrar su seguridad y eficacia necesarias para que genere la suficiente inmunidad. No hay ninguna esperanza de disponer de una vacuna antes del primer trimestre de 2021. Todos queremos que exista, pero será un reto que esté disponible para todo el mundo. Hay que evitar el nacionalismo de las vacunas que estamos viendo por parte de las grandes potencias. Por supuesto, la derecha sería contar con las vacunas, pero no están a la vuelta de la esquina".

López-Acuña quiere creer que algo aprenderemos de esta pandemia y que la próxima no nos pillará "in albis", aunque a veces ciertos comportamientos sociales e incluso la gestión de las administraciones en materia sanitaria no lo parezcan. "Nos ha enseñado que cuando la OMS alertaba de una pandemia, era una realidad. Durante largo tiempo estaremos sin vacunas o tratamientos que resuelvan plenamente, así que mientras tanto están los planes de contingencia, el diagnóstico precoz, el rastreo, incrementar las PCR, los EPI... Pensemos que otras pandemias nos pueden sobrevenir de manera tan fácil como esta".