- La fisonomía del amasijo de tierras y residuos originado hace hoy tres meses por el reventón del vertedero localizado en Zaldibar ha cambiado, y de qué manera, en todo este tiempo. El drama humano provocado por aquel fatal accidente, no. Los cuerpos de Alberto Sololuze y de Joaquín Beltrán siguen enterrados en algún punto de aquella descomunal avalancha. Y eso que ya han sido cribados más de 103.396 metros cúbicos de escombros en las labores de búsqueda de los dos empleados de la planta de Verter Recycling.

La última noticia esperanzadora se produjo precisamente hace un mes cuando el vehículo del primero pudo ser localizado. Lejos, eso sí, del lugar donde solía aparcarlo, junto a la báscula de entrada (zona B1) al complejo. El corrimiento de tierras lo desplazó hasta otro punto (zona B2). Los trabajos no han parado desde aquel fatídico 6 de febrero, salvo por fuerza mayor: la seguridad del operativo de rastreo. En un primer momento, después de que personal técnico del vertedero diera la voz de alarma por la presencia de amianto -cancerígeno- entre los millones de toneladas esparcidas tras la rotura del vaso del vertedero. Y después, en circunstancias especiales atendiendo siempre a los criterios de los equipos de geólogos e ingenieros que han comandado los distintos tajos abiertos en aquella montaña de restos industriales, ahora peligrosos en su totalidad.

Han sido tres meses sin descanso, aunque la mayor catástrofe ambiental en la historia de Euskadi -y el drama humano que la acompañará para siempre- haya sido desplazada de los informativos, de las conversaciones y las críticas políticas. Incluso se pidió la dimisión del socialista Iñaki Arriola, consejero de Medio Ambiente, en las manifestaciones organizadas en las localidades cercanas al desastre (Zaldibar, Ermua, Elgeta,€) en las que viven unas 50.000 personas y que, por motivos de salud pública, vivieron varios días en alerta tras detectarse la presencia de dioxinas y furanos en el aire.

El propio lehendakari Iñigo Urkullu -con parte de su gabinete- compareció ante la Diputación Permanente del Parlamento Vasco (disuelto el pleno tras la convocatoria de elecciones suspendidas a causa de la pandemia del covid-19) para dar cuenta de la gestión realizada del desastre, de las tareas de obra civil asumidas para la estabilización del derrumbamiento y, de paso, repasar la actividad de Verter Recycling. En aquella comparecencia salieron a relucir la veintena de irregularidades en la última inspección técnica a la planta.