STÁ claro que la bicicleta es el vehículo más eficiente, económico, ecológico y seguro para hacer los trayectos desde casa al lugar de trabajo en esta crisis sanitaria. Sin embargo, sigue sin ser una opción para muchas personas con miedo a circular por la calzada. Además, la existencia de aceras inferiores a 2,5 metros de ancho, que no garantizan el distanciamiento social recomendado, hace que muchos peatones no se sientan seguros en la vía pública, un miedo que se podría multiplicar en la fase de desescalada de la pandemia.

Por este motivo, los colectivos de ciclistas de Euskadi Biziz Bizi, Kalapie, Bizikleteroak, Gurpil Artea y Balazta han solicitado a las distintas administraciones vascas que “de forma urgente” destinen esfuerzos y partidas presupuestarias para poner en marcha “las medidas necesarias que posibiliten a la ciudadanía una estancia y una movilidad con las máximas garantías de seguridad sanitaria y vial”. Además han preparado un plan de choque con decenas de actuaciones para impulsar el uso de la bicicleta en las ciudades para hacer frente al covid-19 con el objetivo de que el Gobierno vasco las incluya en el plan que está preparando para el desconfinamiento. En este sentido emplazan a los responsables políticos a repensar la movilidad urbana y metropolitana, tal y como están haciendo países cercanos como Francia, donde se está ejecutando un plan integral y de urgencia para posicionar la bicicleta como vehículo principal frente al covid-19.

Nadie duda que la crisis sanitaria estará acompañada por una importante crisis económica y social. El transporte público y, muy especialmente, la movilidad activa, jugarán un papel indispensable porque son los modos de transporte más económicos y accesibles. Sin embargo, estos colectivos consideran que la drástica reducción de los aforos en los transportes públicos decretados para garantizar las distancias de seguridad interpersonal -dos personas por seis metros cuadrados- provocarán que “muchas personas cambien su forma de desplazarse, con el consiguiente peligro del repunte del uso masificado del vehículo privado y motorizado”

La alternativa de la bicicleta es el vehículo más eficaz y aun así no es una opción mayoritaria en nuestras ciudades, ya que no se dan las condiciones para circular de forma segura frente al coche. “Creemos que es imprescindible implementar vías seguras para atraer al mayor número de personas a la utilización de este modo de transporte y que así el transporte público pueda quedar disponible para quienes realmente no tienen otra alternativa”, afirman los impulsores del plan.

Estos colectivos consideran que la fluidez del tráfico del coche “no puede ser una prioridad por encima de la seguridad y salud de la ciudadanía”. Es más, entienden que este modo de transporte “debe ser limitado, especialmente en lugares de alta concentración de residentes, desincentivando su uso paulatinamente”.

Dentro del plan de choque diseñado se incluyen medidas como la reducción de la velocidad máxima a 30 kilómetros por horas en las zonas urbanas o habilitar carriles bicis con pintura, conos u otro tipo de segregación, sobre todo en aquellas zonas que lleven a grandes centros de trabajo y polígonos industriales. También piden mantener activos los servicios de bicicleta pública, desinfectándolos con frecuencia y obligando a los usuarios a utilizar guantes, recomendando lavarse las manos al llegar a destino. Sobre los aparcamientos seguros para bicicletas, solicitan aumentar su número en aquellos puntos que lo requieran sin restar espacio peatonal y ceder los aparcabicicletas itinerantes utilizados en acontecimientos con grandes aforos a las empresas que los necesiten para facilitar los desplazamientos en bicicleta a su personal.

Los impulsores de este plan afirman que “algunas de estas medidas solo y únicamente pueden ser prácticas y efectivas en el caso de que se ejecuten en un periodo muy corto durante el proceso de confinamiento, antes del 10 de mayo”.

30 km/h

-Las asociaciones cicloturistas piden la reducción de la velocidad máxima en áreas urbanas a 30 kilómetros por hora. Habría que implantar zonas residenciales pacificadas de velocidades máximas de 20 kilómetros por hora.

-Implementar vías ciclistas en zonas urbanas e interurbanas. En aquellas calzadas con más de un carril de circulación y que carezcan de una vía ciclista, acondicionar de manera económica y acotar el carril, normalmente el de la derecha, preferentemente, para la circulación de bicicletas, con pintura, conos, u otro tipo de segregación y muy urgentemente en las calles más utilizadas para los desplazamientos a polígonos industriales o grandes centros de trabajo.

-Convertir los carriles bici bidireccionales en unidireccionales en aquellas calles que tengan estos carriles a cada lado.

Ámbar

-Modificar los intervalos semafóricos o incluso desactivar algunos, para proporcionar y devolver la prioridad a peatones y ciclistas, reduciendo los tiempos de espera para que la distancia de seguridad pueda ser respetada, sin olvidar que detener a peatones y/o ciclistas en medianas imposibilita mantener las distancias recomendadas.

-Desactivar los semáforos con pulsador o mantenerlos en fase ámbar ya que presionar botones con los dedos es una vía de transmisión del virus.

Más metros

-Ampliar el espacio de peatones y ciclistas. Principalmente en aquellas calles cuyas aceras y/o vías ciclistas no permitan mantener las distancias de seguridad y tengan polos de atracción como comercios, entidades bancarias, paradas de transporte público, etc., siendo necesario cerrarlas al tráfico motorizado en aquellas donde no se puedan cumplir las medidas para peatones.

La reducción de los aforos en el transporte público podría disparar el uso del coche en la fase de desescalada de la pandemia