A suspensión del curso escolar decretada por la crisis sanitaria del Covid-19 ha agravado la brecha educativa en muchos aspectos. Hay familias que no disponen de dispositivos electrónicos o Internet para que sus hijos e hijas puedan seguir estudiando vía telemática estos días o para estar en contacto con el profesorado. Pero, además, muchos padres y madres no pueden ayudarles con los deberes y las tareas que se están enviando desde los centros educativos porque no dominan el euskera.

Precisamente, para tratar de que esta brecha educativa no sea tan profunda, grupos de voluntarios (auzogiles) de los diferentes barrios de Bilbao han puesto en marcha un proyecto de mintzapraktika para el confinamiento: se trata de entablar conversaciones de quince minutos en euskera, dos o tres días a la semana, con niños y niñas de primaria y ESO que no vivan en un entorno euskaldun y, por lo tanto, no puedan practicar euskera con nadie estos días.

La idea surgió en Deusto y poco a poco ha ido calando en otros barrios como Uribitarte o San Francisco, así como en otros municipios vizcainos como Getxo. Sheila Melcón coordina el grupo de voluntarios de San Francisco que, de momento, está conformado por una quincena de personas. “Se trata de conversaciones en euskera de 15 minutos aproximadamente con niños y niñas del barrio que no tienen ningún entorno euskaldun y que a causa del covid-19 puedan estar perdiendo el euskera como vía de comunicación. La idea es que puedan hablar euskera en su día a día”, explica.

Para hacer el contacto con las familias y los menores, Melcón contactó con el AMPA del colegio de Miribilla y cuentan ya con 27 niños y niñas. La más pequeña tiene casi cinco años y el mayor, 15. “Es bastante potente que haya tantos niños ya por la característica de San Francisco. Es verdad que no está costando llegar a las familias, sobre todo por el idioma y porque hay familias que tampoco tienen internet”, apunta Melcón. “Las situaciones de San Francisco son bastante diferentes de las que se pueden dar, por ejemplo, en Deusto. Aquí se necesitan cubrir primero necesidades básicas y luego, el resto”, ahonda. Es por ello que, debido a todas estas circunstancias, los grupos de voluntariado están repartiendo tarjetas SIM a las familias más vulnerables para que puedan tener acceso a Internet, una herramienta fundamental para niños y adultos durante el confinamiento.

El perfil de las familias es variado. “Son críos que vienen de familias migradas en su mayoría y esto hace que no puedan tener un entorno euskaldun, pero también hay gente autóctona. Se trata de personas nacidas aquí pero que no están familiarizadas con el euskera”, señala Melcón.

Los días, el horario y la forma de entablar las conversaciones se establece entre cada voluntario y las familias. “Cada auzogile se encarga de ponerse en contacto con la familia y entre ellos establecen unos horarios entre semana. Hablan de las necesidades de cada txiki y se conocen un poco. El otro día me comentaba una de ellas que se echó una hora sin querer”, comenta. “Hay txikis muy vergonzosos al principio, que es todo bai-ez, pero luego se van soltando. También hay niños con muchas ganas de hablar, necesitan hablar con más gente además de la familia, hablar de cosas que no tengan que ver con el Covid, algunos, sobre todo, de fútbol”, explica.

“La idea es paliar un poco esa brecha que se ha puesto de manifiesto con esta crisis, hay txikis que van a estar muchos meses sin poder hablar euskera con alguien de su entorno”, subraya Melcón. La coordinadora del grupo valora esta experiencia como algo positivo, además, para tejer redes en los barrios. “Se está creando una red muy bonita. Esta crisis sanitaria ha puesto todo un poco en jaque y se ha visto la importancia de tejer redes entre nosotras, esto es fundamental. De repente, estamos conociendo a nuestros vecinos, a los niños y niñas del barrio”, reflexiona Melcón.

Sobre la idea de que esta iniciativa se extienda más allá del confinamiento y pueda convertirse en un proyecto a largo plazo, Melcón señala: “Ahora estamos sembrando y veremos si podemos extenderlo en el tiempo”.

El proyecto. Se trata de conversaciones en euskera de 15 minutos aproximadamente, dos o tres días a la semana, con niños y niñas de primaria y ESO que no tengan un entorno euskaldun. El proyecto se inició en Deusto, pero se ha extendido a otros barrios de Bilbao.

San Francisco. El grupo de voluntarios del barrio, una quincena, trabaja ya con 27 niños y niñas de 16 familias. La más pequeña tiene casi cinco años y el mayor, 15.

Necesidad. Debido a la cantidad de niños y niñas que se están apuntando, el grupo de San Francisco necesita más auzogiles para llevar a cabo las conversaciones.