- Al WhatsApp del cineasta bilbaino le sale humo todos los días: Si no son sus amigos, es la familia la que le manda a diario infinidad de mensajes, audios y vídeos que le dificultan centrarse en el nuevo guion que está escribiendo en estos días de cuarentena que está atravesando. "Pongo música clásica y me pongo a escribir o a leer que me encanta pero el teléfono no para de sonar. Es una locura", afirma Olea. Ha dejado aparcados un montón de proyectos, pero no se altera. "Después de 50 años de profesión aquí sigo. El virus no me va a jubilar".

¿Cómo lo lleva?

—Bien. Los directores de cine estamos acostumbrados a pasar muchas horas solos en casa.

Ya, pero no con un virus acechando a la humanidad.

—Eso es cierto, pero intento pensar lo mínimo en lo que pasa ahí fuera y procuro estar entretenido con mis cosas. No me aburro. Lo que espero es que de todo esto aprendamos y que dejemos de ser gilipollas.

En 2011 se estrenaba el filme 'Contagio', de Steven Soderbergh. ¿La ha visto?

—Conozco la película, pero no tengo ninguna intención de verla. Vaya la que ha caído.

Soderbergh lo clavó.

—Para que luego digan que la realidad no supera a la ficción. La verdad es que este director es un visionario.

El aislamiento le ha pillado en Madrid.

—Así es. En otras circunstancias te habría dicho que echo de menos mi Casco Viejo pero...

... por el poteo, ¿no?

—Claro, por mis bares del Casco Viejo, pero como todos estamos igual da lo mismo estar aquí que allí.

¿Con la familia habla todos los días?

—Todos. De hecho Olea Family todos los días hacemos un txakoli pote y lo pasamos genial.

A veces las videoconferencias le pueden pillar a uno...

—No, yo videoconferencias hago con mis sobrinos, ¿eh? Y con la Velasco, pero tiene que maquillarse antes.

¿Se arregla a diario?

—Sí. Me aseo y me visto para ir a por el periódico y a por el pan. Luego ya me pongo para estar en casa. No vaya a ser que me llamen por videoconferencia... ja, ja y me pillen con mala pinta. Aunque tengo un pelo más largo...

Hay quien se lo corta en casa.

—¡Ni loco, a ver quién me lo arregla luego!

Póngase una coleta o como yo, un turbante para disimular la raíz.

—(Risas). Me lo apunto.

No debemos perder el humor, ¿no?

—Eso jamás. Es fundamental. Tenemos salud y eso es lo importante.

¿Se marca rutinas?

—Sí, los días se me pasan rápido. Muchos amigos me llaman para preguntarme qué les recomiendo ver en la tele, o qué película esta bien...

¿Cocina usted?

—Por supuesto, por algo soy de Retolaza. De vez en cuando suelo llamarle a la viuda de mi hermano Gabi, que llevaba el restaurante para recuperar una receta.

¿Cuál?

—Una receta de mi amama, Mari Irusta, que lo bautizó con el nombre de solomusta (solomillo a la Irusta).

Ahora tiene tiempo.

—En ello estoy. A ver si lo consigo.

"Todos los días me gusta asearme y arreglarme antes de salir a por el periódico y a por el pan"

"A diaro cocino y estoy intentando recuperar el 'solomusta' la receta secreta de mi amama, Mari Irusta"