- El artista bilbaino no tiene tiempo ni para aburrirse. El confinamiento le ha llegado acompañado en casa de dos sobrinos adolescentes, de su perro Copi y del loro Lola que no calla en todo el día. "Ya mes ves rodeado de plumas todo el día. A Lola le canto canciones", dice con ese humor que caracteriza al cantante. Aprovecha los días de sol para salir al jardín y tostar su piel.

Lo que quiere es salir moreno cuando esto acabe, ¿no?

—¡Hombreee! Tenemos que salir de casa divinas. No sabes las carreras que hago en el jardín para ponerme en forma.

Ahora no sale nada.

—Nada de nada. El tema es muy serio para que estemos haciendo el tonto en la calle. Antes de todo, esto me pilló en Madrid y se me ocurrió ducharme con agua fría y me pillé un resfriado terrible. No era coronavirus, pero... fatal.

Ay, el agua fría.

—Pues ya ves.

¿Cómo se encuentra?

—Me encuentro bien y lo de la cuarentena lo llevo también bien, estoy todo el día ocupado. Tengo trabajo a tope con el loro, el perro y dos sobrinos de veintitantos que me dan trabajo...

Vamos que no para.

—Pues no, todo el día detrás de ellos para que recojan las cosas que van dejando por la casa.

No tenemos edad para andar de chacha, ¿eh?

—Así es. Luego como tengo a Copi hay que sacarle, pero con el jardín no tengo problema. Y luego Lolita, es un loro que habla como una cotorra.

¿Y qué le dice?

—Cuando suena el teléfono dice: "Diga". Se pasa el día bailando y llamando a mi sobrino Ismael. No para.

¿Se ha enamorado?

—El loro es muy mala con el resto. No sabes los picotazos que me pega, pero adora a mi sobrino Ismael y se pasa el día llamándole. Le doy de comer, le pongo el agua... Y como me descuide me pega picotazos.

Jolín, con el loro.

—A mí me hace gracia. No sabes cómo le gusta ver el programa Supervivientes.

Como ve playa se emocionará...

—Pues no sé, será por eso que se queda embobada viendo la tele. Cualquier día Lola termina aprendiendo la palabra coronavirus. No se habla de otra cosa en la tele. ¿Sabes una cosa?

Dígame.

—Con la que está cayendo no me puedo quejar. Tengo salud y un césped para pasear.

¿Qué le da miedo?

—La vuelta, encontrarme con que hay gente a la que se la ha llevado por delante este virus. Y eso no lo vamos a saber hasta que regresemos.

¿Qué es lo que más echa de menos, el abrazo?

—Hija, a partir de ahora voy a ser como Lady Di, voy a poner la mano. Fuera abrazos y besos.

—Pues a ver cómo lo hago. Cuando bajo a Bilbao desde Moyúa a Zabalburu, que voy a la peluquería, si no me beso con cincuenta, no me beso con ninguna. Verás desde ahora.

Mandaremos besos y abrazos virtuales.

—Pues si lo tenemos que hacer, lo haremos. Esto que está pasando es muy grave.

"Con dos sobrinos, un perro y un loro que habla como una cotorra no tengo tiempo para aburrirme"

"Con la que está cayendo no me puedo quejar; tengo salud y un césped para poder pasear "