Ha llegado Semana Santa y el estado de alarma continúa. ¿Cómo acabará el curso? ¿Se volverá a las aulas tras el 26 de abril?

—Confío y no pierdo la esperanza en que volvamos a retomar la actividad presencial antes de final de curso, es decir, que acabemos el curso en clase. Pero las decisiones se tienen que ir tomando en base a las recomendaciones sanitarias.

El lehendakari Urkullu explicó que el Ejecutivo trabaja en un plan de “vuelta a la normalidad” para recuperar la rutina en sectores como la Educación. ¿En qué escenarios trabajan?

—Trabajamos en distintos escenarios, barajamos distintas fechas para retomar la normalidad a partir del 26 de abril: primeros de mayo, mediados de mayo, junio... Lo que estamos analizando es cómo volver a la normalidad, porque no es razonable pensar que el día después de que se levante el estado de alarma se vuelva a la normalidad del mismo modo que cortó el 12 de marzo. Será un retorno progresivo.

¿Y cómo será esa progresividad en el regreso a las aulas?

—Entendemos que hay ciertas etapas que son más críticas, como Segundo de Bachillerato, ya que tienen la EBAU por delante y en septiembre ir a la universidad. También estamos pensando en Segundo de Formación Profesional y en el alumnado de Cuarto de la ESO, ya que están en el fin de sus respectivas etapas educativas y tienen que obtener el título. Tenemos que analizar muy bien cómo abordar cada caso y estimar cuáles son los contenidos indispensables para superar el curso.

Entonces, no descarta volver a las aulas después del 26 de abril.

—No, no lo descarto, aunque nos guiaremos por los criterios sanitarios. No es lo mismo volver el 27 de abril, por ejemplo en Araba es fiesta en San Prudencio el 28, así que podría ser más tarde. Podríamos irnos a mediados de mayo. Podría ser el 1 de junio... No lo sé, son escenarios en los que en estos momentos no tenemos ninguna certeza. Cada cosa a su debido tiempo.

Se acabe a distancia o de forma presencial, las familias y la comunidad educativa demandan un mínimo de certidumbre. Por eso le han pedido que de forma “urgente” aclare cómo se evaluará el tercer trimestre. ¿Cuáles serán esos criterios?

—Comprendo la incertidumbre y el nerviosismo de las familias porque la situación es excepcional. En estos momentos no podemos concretar cómo van a ser las evaluaciones, en qué fechas. Estamos trabajando en cuáles deben ser los contenidos mínimos e indispensables que deben adquirir los estudiantes a final del curso en base al seguimiento de cada profesor de lo trabajado antes y durante el confinamiento. Dos terceras partes del curso han sido presenciales y hay que tener en cuenta también todo ese trabajo haciendo una evaluación continua. Estamos estudiando cómo hacer el seguimiento de la actividad que se hace desde casa. De todas formas lo estamos analizando, no tenemos nada que nos indique lo contrario, que no se vaya a volver a la presencialidad. Y cuando eso suceda veremos si tenemos que repasar o reforzar los contenidos indispensables en esta época en la que el alumnado ha seguido con su educación desde su casa y ver si pasa, obtiene el título o no pasa de curso.

El Gobierno de Italia ha promulgado un decreto con el que se otorga un aprobado general a todos los estudiantes este curso para que ninguno se quede atrás como consecuencia del coronavirus. ¿Plantean una medida similar?

—No, desde luego que no. En este sentido quiero trasladar un mensaje, nadie va a perder el curso por culpa del coronavirus. Eso no quiere decir que se vaya a dar un aprobado general, ni quiere decir que no pueda haber casos de estudiantes que no vayan a promocionar de curso en base a lo que decida el claustro. Soy consciente de que el profesorado está haciendo un gran trabajo desde casa, que está en permanente contacto con el alumnado, hay que valorarlo, y un aprobado general no entra en esta lógica. Lo importante es dar las herramientas y las orientaciones suficientes para que cuando recuperemos la presencialidad el alumno termine el curso con su nota.

El covid-19 ha puesto en primer plano la brecha digital de muchas casas, las de las familias más desfavorecidas. ¿Qué han hecho para paliar el problema?

—Desde el inicio éramos conscientes de que hay familias que no tienen dispositivos digitales ni conectividad. Por eso hemos indicado a los centros, que son los que mejor conocen a estas familias, que cedan en préstamos ordenadores con los materiales cargados. Además, se ha dotado de 2.000 tarjetas SIM -414 por parte del Ministerio- a través de Vodafone, Orange y Euskaltel, operadoras a las que agradezco su colaboración. Junto a ello se les ha trasladado unas instrucciones sencillas para usar el móvil como módem. Además, en breve vamos a disponer de 500 tabletas cedidas por La Caixa para las familias que más lo necesitan. También hemos puesto en marcha un espacio educativo en ETB-3 dirigido al alumnado de Primaria.

No deja de chocar que tras años de formación e innovación haya sido precisamente un virus el mayor impulsor de la educación digital en la escuela pública. ¿Cómo están respondiendo los centros?

—Estupendamente. No puedo decir que me sorprenda, pero estoy muy agradecida por la respuesta del profesorado ya que, de la noche a la mañana, nos hemos tenido que sumergir en una transformación digital total. Ya estábamos en el camino, pero el virus ha sido una oportunidad para hacerlo de forma más rápida. La gente se ha volcado en la preparación de los materiales, de las sesiones telemáticas; hemos lanzado una plataforma para el intercambio de materiales digitales entre el profesorado... Estoy muy contenta y agradecida por el trabajo que están haciendo los centros.

¿Todo este aprendizaje intensivo transformará la educación en el futuro?

—Esta situación marca un antes y un después en el proceso de digitalización de la enseñanza vasca, que era y sigue siendo un reto, pero que hemos de aprovechar para complementar las metodologías de trabajo que usamos en el aula. Creo que esta coyuntura va a hacer que repensemos cómo será el proceso de enseñanza-aprendizaje a corto y medio plazo. Sin duda, las cosas van a cambiar.

Siempre ha dicho que la educación sobrepasa a la escuela. ¿Qué nota le pondría a esos padres y madres que estos días además se han convertido en profesores por accidente de sus hijos?

—Les pongo un sobresaliente a todos. Me llegan muchos mensajes de que hay gente que lo está pasando mal porque no es sencillo estar confinados en casa, en ocasiones teletrabajando, y al mismo tiempo atendiendo a los hijos e hijas y otras personas dependientes. Cada familia es un mundo, pero con esa convivencia tan estrecha, de confinamiento, no puedo más que reconocer su esfuerzo. Y desde aquí me gustaría decir a todas las familias que vamos a salir de esta, juntos vamos a salir.

Y aquí volvemos al tema de la brecha social. ¿Qué pasa con ese alumnado cuyas familias no tienen los recursos personales para estar ahí y que corren mayor riesgo de descolgarse?

—Hemos hablado con los centros y todos están manteniendo un contacto directo con las familias más vulnerables, están teniendo un seguimiento de su situación, se les está apoyando y con la vuelta a la presencialidad se reforzarán las carencias detectadas. Me consta que se llama todas las semanas a estas familias y creo que además de un apoyo educativo estas llamadas son un apoyo moral, un calor que se pierde y se necesita con el aislamiento.

¿Todas estas medidas tienen solución de continuidad tras la crisis del covid-19?

—Una vez que comienzas una nueva forma de trabajar, de tratar y relacionarte, creo que se acaba por mantener.

Han decidido retrasar la selectividad a julio. ¿Qué otras medidas han adoptado para flexibilizar el examen?

—Estamos trabajando con la Universidad del País Vasco para adaptar y flexibilizar la prueba en el sentido de ampliar el número de opciones que puede elegir el estudiante. No puedo entrar en detalles porque sé que la UPV/EHU está trabajando en ello. Ya tenían las pruebas diseñadas, ahora las están adaptando y han comunicado los cambios a los coordinadores de la EBAU. En ese sentido, tranquilidad.

¿Han preparado algún plan de contingencia para evitar los contagios de posibles asintomáticos en una prueba a la que se presentarán 11.000 estudiantes a la vez?

—En estos momentos se está debatiendo con el Gobierno y el Departamento de Salud. En todo caso, nosotros seguiremos los criterios que nos vaya marcando el Departamento de Salud.

El martes anunciaron su decisión de retrasar la OPE prevista en junio. ¿Cuándo será?

—Hemos estado analizando hasta el último momento la posibilidad de hacerla en junio y mantenemos nuestro compromiso de hacerla este año. El martes nos reunimos con los sindicatos para trabajar en nuevas fechas, aunque no está decidido aún.

¿Qué fechas barajan?

—Está claro que no será antes de verano, la fecha se sabrá cuando lo hablemos con los sindicatos. En cualquier caso será este año.

Y siguiendo con las incertidumbres. Esta semana se ha conocido que la universidad vasca finalizará el curso a distancia, como en el resto de comunidades. ¿Por qué se ha tardado tanto en tomar una decisión que parecía tan obvia?

—Junto con las tres universidades hemos decidido acabar el curso de forma telemática y posibilitar algunas acciones académicas presenciales en el contexto de una planificación de retorno progresivo a la actividad universitaria presencial en función del grado, facultad o nivel. También se ha acordado mantener el calendario académico, aunque introduciendo adaptaciones para la presentación de los trabajos de fin de grado, de máster, las prácticas de algunas titulaciones o evaluación. Todo a su debido tiempo.

El covid-19 ha demostrado la importancia de la ciencia. ¿Cómo valora la aportación de las universidades y de la red vasca de ciencia en la salida a esta crisis?

—La aportación está siendo muy importante en varias líneas de investigación, incluso con gente de Ikerbasque desplazada a Italia. Todo el mundo se ha volcado con el Departamento de Salud, pero no solo la universidad y la red vasca de ciencia y tecnología, sino también la FP. Desde centros de FP se está haciendo un trabajo impresionante. 55 centros junto a Teknika están trabajando en el diseño y fabricación de materiales sanitarios, mascarillas, respiradores, en la medida de sus posibilidades.

¿Se plantean reorientar los ejes del plan de ciencia para ayudar en esa idea del autoabastecimiento de conocimiento y materiales frente a esta u otras enfermedades que puedan llegar?

—Sí. En las reuniones que hemos mantenido con las universidades hemos visto la necesidad de revisar y reorientar el plan universitario y los contratos programa. Esta situación excepcional nos ha mostrado el camino a futuro. Es importante y creo que todos los agentes -centros tecnologicos, CIC, BERC, universidades, los centros de FP- vamos en la misma dirección.

A lo largo de las últimas semanas tanto el Gobierno vasco como su propio Departamento han mostrado su malestar por la recentralización de muchas de las competencias vascas en el contexto del estado de alarma. No obstante, hasta la fecha no han hecho nada contrario a los dictados del Ministerio. ¿Cómo se entiende?

—Estamos en un estado de alarma y tenemos claro quién tiene que tomar ciertas decisiones. Otra cosa es que haya decisiones que puedan suponer una invasión de competencias y un afán de centralización. Estamos teniendo un montón de reuniones a todos los niveles con el Gobierno español y en ellas Euskadi defiende el espacio que le corresponde. Es cierto que ha habido un intento de recentralización y homogeneización, pero nosotros hemos defendido nuestro ámbito competencial en todas las reuniones.

“En el retorno progresivo a las aulas hay cursos sensibles como Segundo de Bachilletato, Segundo de FP y Cuarto de Secundaria”

“Estoy muy agradecida con el profesorado ya que de la noche a la mañana nos hemos tenido que sumergir en la digitalización total”

“Está claro que la OPE no se va a poder hacer antes de verano, pero en cualquier caso el compromiso es hacerla este mismo año”