Conscientes del varapalo emocional que ha supuesto la situación provocada por la crisis sanitaria que mantiene a la gran mayoría de la población confinada y aislada, el servicio Psikobizi auspiciado por el Grupo de Intervención en Emergencias y Catástrofes del colegio vizcaino pretende aportar cercanía y serenidad a las personas que más lo necesitan. A través del telefono 686202918 y del correo psikobizi.bizkaia@cop.es se recogen las consultas de la ciudadanía que después son gestionadas por 85 profesionales especializados. Nerea Pérez Uria, una de las coordinadoras del servicio, expone algunas de las pautas y estrategias que ofrecen.

Estamos viviendo una realidad para la que nadie estaba preparado. ¿Es más difícil adaptarse a una situación cuando no se ve venir?

—En una intervención en crisis todo es imprevisto y nos manejamos en una situación de caos. Las personas que están viviendo esto tienen que saber que todo aquello que vayan a sentir es absolutamente normal, porque lo anormal es la situación que estamos viviendo, no lo que podemos llegar a sentir. En el día a día vivimos centrados en nuestra zona de confort, sabiendo lo que vamos a hacer y cuándo lo vamos a hacer. Ahora no. Hay que aprender a vivir en este estado momentáneo de incertidumbre.

Las personas reaccionan de diversas formas: mientras algunos se concentran en actividades más frívolas otros tienden a deprimirse.

—Todas las personas vamos a tener distintas reacciones. En función de los recursos de cada uno tenemos una serie de comportamientos u otros. En general, las personas son muy fuertes psicológicamente. Todos tenemos una gran capacidad de adaptación y una gran cantidad de recursos que quizás no pensábamos que teníamos.

¿Hay algo que pueda llevar a que una persona lidie peor la situación?

—Las personas que viven solas o que tienen situaciones emocionalmente alteradas con anterioridad lo viven de una forma más agravada.

¿Qué herramientas proporcionan a los que acuden al servicio?

—Se les escucha. Y se les proporcionan herramientas para centrarse en el día y se les refuerza los recursos que ellos, a lo largo de la conversación, facilitan y nosotros encontramos. Lo más importante es comprender en qué estado está la persona e intentar activar o disminuir la intensidad emocional con la que llama al servicio.

¿Son recurrentes las personas que se ponen en contacto con Psikobizi?

—No, llaman para asesoramientos puntuales porque realmente están angustiados, no saben lo que va a pasar y están sintiendo un montón de emociones que quizás anteriormente no las habían sentido. Gestionar las alteraciones emocionales en una situación de confinamiento sin libertad de movimiento es más complicado. Lo que más nos encontramos son usuarios con patologías previas que tienen una recidiva a su situación anterior. Les decimos que adapten sus recursos, que los tienen, a esta nueva situación.

La incertidumbre, a su vez, estará provocando miedo.

—El miedo es el compañero de la incertidumbre porque no sabemos qué es lo que va a pasar, cómo lo vamos a pasar y cómo nos va a influir. Intentamos que aprendan a manejarse en esa incertidumbre, dar pautas básicas sobre planificar el día.

¿Qué les aconsejan?

—Les decimos que aprovechen la situación para contactar con otras personas. Hasta hace poco hablábamos mucho con nuestros amigos y familiares vía Whatsapp, ahora tenemos una oportunidad para coger el teléfono y oír la voz de esas personas. Les animamos a que en su rutina lleven una dieta saludable, que hagan un ejercicio moderado y que descansen y duerman bien. También que respiren de forma consciente, es importante para manejar nuestras emociones y sentir lo que nos transmiten. Y que potencien su imaginación, es en estos momentos cuando pueden surgir muchas cosas para hacer y crear. Y evidentemente que cuiden de los suyos, que se arropen y se escuchen.

Y que se cuiden a sí mismos...

—Algo que es fundamental es que estén atentos a lo que ocurre en su interior, sentir lo que vayan a sentir, esa angustia y ese miedo, es absolutamente normal y natural, incluso esa tristeza que se puede llegar a tener. Lo que no es normal es lo que estamos viviendo. Tienen que cuidarse también a ellos mismos.

¿Afecta la sobreinformación?

—Muchísimo. No solo tenemos información a través de los medios de comunicación, sino que con el Whatsapp, Instagram, Twitter… estamos sobreinformados y hay un montón de fake news que lo único que hacen es agravar el estado de angustia de las personas. Si ya de por sí estamos mal, estar constantemente viendo imágenes nos va a angustiar mucho más. De ahí la importancia de que la información sea puntual.

Habrá quien piense que las personas que se sienten angustiadas al estar confinadas están exagerando.

—Les diría que no juzguen los sentimientos de los demás, que cada uno tenemos que ponernos en nuestros zapatos. No estamos viviendo una situación imaginaria, evidentemente no es una guerra, pero es una situación que ha roto por completo nuestra rutina, nuestra realidad, nuestra vida. Cada uno lo asumimos y manejamos como podemos. Es muy fácil juzgar y decir lo que hay que hacer, y muy difícil acompañar a aquella persona que se siente desbordada, que duda de sí misma, que tiene una emocionalidad propia que es tan personal como la huella dactilar.

¿Saldremos todos más reforzados de esta crisis emocional?

—No puedo hablar por todos, pero muchos sí. Creo que este parón puede permitirnos llevar a cabo un proceso de reflexión, hacer que aprendamos unas lecciones e incluso modificar nuestro sistema de valores. Algo que vamos a aprender es lo verdaderamente fuertes que somos psicológicamente. Hay un término que es resiliencia, fortaleza psicológica, e indica cómo el ser humano tiene una capacidad de adaptación absolutamente fantástica que hasta que no surgen estas situaciones no se pone a prueba.

¿Ayuda el hecho de que sea una realidad que afecta a todos, aunque no sea en la misma medida?

—Por supuesto. Ayuda mucho saber que no solamente soy yo, mi familia o mi comunidad, sino que es una situación mundial. Estamos todos.

Uno de los colectivos a los que se dirige el teléfono es a las mujeres en situación de riesgo de violencia de género.

—Sí, es uno de los colectivos que peor lo tiene que estar pasando y que tiene más dificultades. Su agresor está en casa y la situación es muy complicada. En principio intentamos acompañarlas en este momento, ayudarlas a responder las dudas que puedan tener y proporcionar recursos asistenciales para que puedan atenderlas. Hay diferentes iniciativas. Si se ponen en contacto con nosotros lo que haremos será activar la red específica para que esa persona sea atendida.

En cuanto a los menores, ¿cómo les puede afectar?

—Depende de la franja de edad. Los adolescentes son mucho más conscientes de esta situación y hay que mantenerlos ocupados, y aprovechar para que ellos también sean responsables, para que aprendan a compartir con la comunidad una misma situación que estamos viviendo, que es el respeto hacia el resto de las personas. Ellos son un colectivo fantástico para ser creativos y hacer que los que tienen alrededor lo sobrelleven mejor. Los más pequeños, en cambio, no se enteran mucho. Se les explica en la medida de lo posible que no podemos salir a la calle y se les mantiene entretenidos.

¿Qué hay de la sobreestimulación a la que se está incitando en la redes sociales?

—Somos una sociedad sobreactivada y haciendo muchísimas acciones en una vida normal, quizás ahora tengamos que aprender a aburrirnos. A dedicar tiempo a sentarnos, a contemplar, a no hacer nada, a reflexionar, a respirar… y sentir qué nos dice nuestro cuerpo y nuestra cabeza. Es algo que se debe aprender: no solo a hacer, sino que no hacer también es hacer.

A muchas personas mayores se les sumará el miedo a contraer el coronavirus y a la muerte.

—En general hay mucho miedo a contraer el coronavirus porque parece que vamos a ir muriéndonos por la calle. Entre las personas mayores es comprensible que sus niveles de angustia sean mucho más elevados. Es importante que la comunidad que tienen alrededor se encargue de hablar con ellos, aunque sea de ventana a ventana. Es una oportunidad para establecer lazos con nuestros vecinos y enlazarnos como personas.

¿Tras salir de esta situación aprenderemos a valorar más el contacto físico con los demás?

—No sé si será posible, pero sería maravilloso que volviéramos a levantar un teléfono para oírnos en lugar de leernos. Sería maravilloso que dedicásemos tiempo a contactar y a recibir esos abrazos que reconfortan. No nos olvidemos de que para los seres humanos el contacto físico es fundamental. Nos ayuda hormonalmente, y hace que nos sintamos bien y nos reconfortemos. Ojalá sea así.

“Nos encontramos usuarios con patologías previas que tienen una recidiva a su situación anterior”

“Hay un montón de ‘fake news’ que lo único que hacen es agravar el estado de angustia de las personas”

“En la vida normal somos una sociedad sobreactivada, quizás ahora tengamos que aprender a aburrirnos”