- Segundo domingo de confinamiento. Mediodía. Dos jóvenes entran por separado en un supermercado de guardia, en Bilbao, para comprar cerveza. Al poco llega un señor preguntando dónde están las botellas de güisqui. Podría ser una casualidad, pero lo cierto es que las ventas de alcohol se han disparado desde que se decretara el estado de alarma. El cierre de los bares, sin embargo, no solo ha aumentado la adquisición de cerveza, vino y bebidas destiladas, sino que también ha hecho mella en las urgencias psiquiátricas de los hospitales, donde se han registrado "más casos y más graves" de personas con síndrome de abstinencia al alcohol y otras sustancias. "Ha habido un aumento y, además, de muchos casos que no se conocían. Personas con adicciones al alcohol, la heroína o la cocaína que, por las medidas de restricción, no están pudiendo conseguir esas sustancias y nunca habrían pensado que tenían un problema, sobre todo, con el alcohol, que en principio es más socialmente aceptado", explica la psiquiatra Irantzu González Llona, que trabaja en la Urgencia del hospital de Galdakao y alerta del peligro que puede suponer dejar las copas de golpe. "Es importante que la gente sepa que hay personas que mueren por síndrome de abstinencia al alcohol, cosa que, por ejemplo, no sucede con la heroína, aunque lo pasan fatal", advierte.

También en los hospitales de Basurto y Cruces, asegura otra sanitaria, "las Urgencias psiquiátricas están saturadas", no solo "por los problemas que ocasiona no salir de casa a nivel mental, entre ellos, muchos casos de ansiedad", sino también "porque se está acabando la droga en la calle o se está haciendo muy complicado encontrarla, lo que ocasiona síndromes de abstinencia, desequilibrios muy serios, violencia...". Y eso, comenta, que "las narcosalas están haciendo lo que pueden para poder retener complicaciones mayores".

A las personas que bebían habitualmente, sin ser conscientes de su adicción, les cuesta identificar los síntomas asociados a un menor consumo. "Empiezan con el síndrome de abstinencia, no entienden por qué es y están yendo muchos más al hospital. Los casos que van son más graves, porque la gente si se ve un poco estable, aguanta y cuando acuden ya están muy mal", señala la psiquiatra, quien aclara que también llegan este tipo de casos a los centros de salud y módulos psicosociales.

Convencida de que el alcohol es "la droga que más problemas nos va a dar en esta época", la psiquiatra describe los síntomas que provoca privar al cuerpo de la dosis habitual. "Suelen empezar con tiritona o temblor a las mañanas. En los días posteriores, la gente puede estar confusa, desorientada, no sabe dónde está, cómo ha llegado... A veces tienen convulsiones", detalla y remarca la importancia de reconocer estas y otras señales porque "una abstinencia al alcohol es grave. Es una urgencia médica y hay que llevarlos al hospital. Si es solamente temblor y náuseas, no, pero en cuanto la persona está desorientada, las náuseas van a más, el temblor es muy fuerte y se acompaña de otras cosas, como convulsiones, hay que ir al hospital sí o sí. Entra dentro de las excepciones del confinamiento", aclara.

Otras pistas que pueden encender el piloto son observar que un familiar, a raíz de dejar de beber, "empieza a estar irritable, a buscar trampas para salir a la calle a comprar alcohol, que esté sudoroso, con algunas décimas de fiebre... Todas esas cosas nos van a indicar que ha dejado de consumir unas 24 o 48 horas antes", estima esta psiquiatra.

En cuanto al consumo de cannabis, explica, dadas las circunstancias de confinamiento actuales, se están detectando dos tipos de situaciones. "Hay mucha gente que fuma porros y lleva vida normal. Ahora que les faltan hay quienes no tienen problemas, pero hay otros que sí, porque los porros no causan síndrome de abstinencia física como tal, pero sí irritabilidad, estar más irascible y protestar y reñir por todo". Los casos que resultan más preocupantes son los de las personas que, a raíz del encierro, han aumentado su consumo. "Se está viendo a gente que, al estar confinada, fuma más y eso puede acabar en un episodio psicótico, que ya se han visto unos cuantos, mayor agresividad y delirios. Todo esto tiene que ver con el aislamiento a raíz del coronavirus. Antes habría sido impensable", apunta.

El enclaustramiento también ha sido un detonante para que afloren enfermedades mentales entre quienes mantienen su consumo habitual. "Hay gente que fuma lo mismo que siempre, pero que está predispuesta y tiene más papeletas para sufrir una psicosis o una esquizofrenia. Igual hasta este momento, como han llevado una vida normal, eso les ha protegido y ahora que no tenemos vida normal, brotan", relata. La situación excepcional que vivimos afecta a toda la ciudadanía, pero estos colectivos son más vulnerables. "Ahora mismo el mundo está loco, están cambiando prioridades, rutinas, normas sociales... Cuando esto sucede, las personas tienen mucho miedo, que es lo sano y normal, y quien tiene miedo huye, que ahora es complicado, ataca o se descompensa. No tiene otra solución. Hay quien hace ansiedades, que es lo más sano a día de hoy, y hay quien hace psicosis graves con agresividad".

En las urgencias psiquiátricas de los hospitales ya han atendido, desde que se decretó el estado de alarma, a personas con conductas violentas. "Están ingresados, alguno dado de alta, pero han llegado. Muchas veces, al ser gente a la que no se le conocían antecedentes, han llegado después de haber estado agresivos en casa o de haberse escapado. Si los cercanos saben que puede haber un problema, están más atentos, pero cuando no se ve venir, explota más fuerte", argumenta. Aunque en las urgencias psiquiátricas están "más acostumbrados a manejar la agresividad", las familias muchas veces no saben qué es lo que está sucediendo ni cómo actuar. "Si pueden convencer a la persona para ir al hospital, mucho mejor. Eso que se ahorran de disgusto. Pero si no quiere ir, está muy fuera de sí, agresiva, delirando o diciendo cosas raras, se debe llamar a la Policía, que ya tiene experiencia y les lleva al hospital", aconseja. Conseguir que se "vuelvan a centrar" en esta coyuntura "de ciencia ficción" no es fácil. "Para ellos va a ser mucho más difícil volver a la normalidad porque ahora es más complicado distinguir lo que es real de lo que no lo es", expone esta profesional.

Sea como fuere, recomienda acudir a Urgencias y concretar a qué sustancia va asociado el síndrome de abstinencia o "si es a varias, porque a veces hace falta ingresarlos por complicaciones médicas o porque por el alcohol pueden morir", reitera, y aclara que "la metadona sirve solo en el caso de la heroína" y que, "en el caso de la cocaína, se puede poner un tratamiento de base y luego ir ajustándolo en el ambulatorio".

El riesgo de recaída en los tiempos que corren se dispara. "Estar en casa o yendo a trabajar con esta situación provoca ansiedad, miedo, tensiones.

Alguien que ha tenido adicciones, una esquizofrenia o depresión, por donde es más fácil que cojee otra vez es por ahí. Estas semanas se están descompensando un montón de pacientes y más adelante se verá un boom en salud mental", aventura. En siete días, calcula, "habrá muchos casos que tengan que ver con esta situación y, cuando acabe la cuarentena, se verán muchos más porque los leves, que han estado tirando en casa, ya podrán empezar a ir".