Iruñea - Más de un centenar de personas arroparon ayer a los miembros de la asociación de víctimas de abusos sexuales en centros religiosos de Nafarroa, en una protesta llevada a cabo a las puertas del Arzobispado en Iruñea en la que mostraron sus quejas por el trato recibido. Tras la pancarta con el lema Abrumados, Silenciados, Ignorados, nueve de los miembros del colectivo -ocho hombres y una mujer- permanecieron ante la puerta del recinto episcopal mientras sus portavoces, Marcos Leyún y Mikel Eceolaza, leían en castellano y euskera un comunicado con un mensaje muy crítico contra la Iglesia.

Víctimas todos ellos de abusos sexuales en centros religiosos en la segunda mitad del siglo pasado, lamentaron que sufrieron "abusos y pederastia siendo niños inocentes. No sabíamos ni entendíamos lo que nos sucedía", en un contexto, el franquismo, en el que la Iglesia tenía "un enorme poder" y que hoy "conserva". "Fuimos niños silenciados. Hoy hemos decidido denunciar porque la vergüenza la deben tener nuestros abusadores pederastas, no nosotros, sus víctimas", exigieron para reconocer secuelas psicológicas debido a unos abusos que "no son pecados, sino delitos graves que la Justicia se niega a reconocer y a perseguir", lamentaron en referencia a la prescripción del delito al que aluden los jueces o al fallecimiento de sus supuestos autores.

También censuraron que cuando han ido a "reclamar verdad, justicia y reparación en el interior de este edificio no hemos encontrado ninguna de las tres cosas. Sentimos que nuestro relato no les importa, que nuestro dolor no les afecta", admitió Leyún para advertir de que desde la Iglesia "no quieren pedir perdón porque eso supondría reconocer un delito". Por ello, afeó que "el inicialmente esperanzador mensaje del Papa Francisco contra la pederastia y los abusos sexuales de los miembros del clero no cala en ellos", y apuntó directamente al arzobispo de Iruñea y Tutera, Francisco Pérez, quien "se ampara en la prescripción del delito" en unos casos y en la "independencia canónica" que ampara a los colegios de órdenes religiosas en otros.

En cualquier caso, aseguró que "no somos pocos los abusados. Somos la punta del iceberg, pero todos sabemos que la mayor parte del iceberg se encuentra bajo el agua. La Iglesia es muy grande pero, si no reaccionan y cambian de rumbo, les puede suceder como al Titanic", advirtió. El acto se cerró con un gesto simbólico, la ruptura de las denuncias canónicas, que tiraron a la basura por no ser "ilusos", ya que admitieron desconfiar del resultado de "venir a denunciar al lugar encubridor" si las entregaban en el Arzobispado. - Efe