MADRID. En unos días de excesos de comidas navideñas, los nutricionistas advierten a quienes quieran perder peso que faltan aún evidencias para recomendar la práctica del ayuno intermitente de forma extensiva y a largo plazo, y que sólo puede ser una opción útil para algunas personas y a corto plazo.

Y siempre bajo la supervisión de un especialista. Esa es la recomendación que hacen los expertos consultados por Efe después de que este jueves la revista médica New England Journal of Medicine (NEJM) publicara estudios preclínicos y ensayos clínicos sobre el ayuno intermitente en animales y humanos.

Los estudios demuestran que el ayuno intermitente (la pauta más conocida es ayunar durante 16 horas, que suelen incluir las ocho horas de sueño, y realizar las ingestas en las ocho horas restantes) tiene beneficios de amplio espectro para muchas afecciones de salud, como obesidad, diabetes mellitus, enfermedad cardiovascular, cánceres y trastornos neurológicos.

En los animales mejora la salud durante toda la vida, pero en los adultos jóvenes y de mediana edad con sobrepeso, sobre los que se han centrado sólo los estudios, solo se puede determinar hasta el momento que lo hace a corto plazo, durante meses.

Queda por tanto por saber si las personas pueden mantener el ayuno intermitente durante años y pueden acumular potencialmente los beneficios observados en los modelos animales.

Por ello, Nancy Babio, presidenta del Colegio de Dietistas y Nutricionistas de Cataluña, considera que, "lejos de hacer una recomendación general, se debe esperar a que la ciencia confirme su seguridad y eficacia a largo plazo".

Y si se sigue esta práctica -asegura- se debe hacer bajo la estricta supervisión profesional y "no para compensar un exceso navideño": "No pretendamos bajar de peso por comer una vez a la semana lechuga o hacer un ayuno. Debemos realizar una dieta saludable a lo largo del año y si comemos de más en fiestas navideñas que sea puntual y no sigamos con los excesos hasta Reyes".

En ello coinciden los especialistas de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que inciden en que el ayuno "no puede considerarse una dieta, puesto que esta pauta implica restringir alimentos durante un tiempo determinado, mientras que el concepto de dieta alude a la ingesta habitual de alimentos y bebidas".

Además, hacen hincapié en que "dejar de comer no educa para aprender a mantener una dieta saludable y en algunas personas vulnerables podría desencadenar un trastorno de conducta alimentaria".

La clave para contrarrestar los excesos de estos días está, según la decana del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Codinma), Luján Soler, en planificar los menús de los días no festivos y procurar realizar la rutina de las cinco comidas al día, controlando las cantidades. Comer despacio y limitar los dulces.

El experto nutricional Juan Pedro Fernández Corbelle, director del centro PrevenSalud, está contra del ayuno intermitente porque, "aunque a corto plazo puede ayudar a bajar de peso, a medio y largo plazo el organismo se acostumbra a acumular grasa para cuando no tiene comida y necesita energía, con lo que la capacidad de rebote es superior".

Fernández Corbelle recomienda cuando pasen las fiestas, durante dos o tres semanas, disminuir las grasas y comer fruta entre horas y mucha verdura para desengrasar.

Es firme defensor de la dieta de las cinco comidas y de seguir unas pautas de forma individualizada porque no todas las personas asimilan las calorías de la mismas forma.

"Lo que importa -argumenta- no es la cantidad de calorías que ingerimos, sino el nivel de insulina que tenemos en sangre después de comer. Cuanta más insulina segregemos, más facilidad tenemos para que esas calorías se puedan acumular como grasas".

Y esa insulina depende del índice glucémico (IG) de los alimentos, o lo que es lo mismo del parámetro que mide con qué velocidad y en qué cantidad los carbohidratos de un alimento llegan a la sangre en forma de glucosa.

Si tomamos alimentos con IG alto se eleva la insulina en sangre y se acumula grasa con las calorías ingeridas.

Alimentos con IG alto son, por ejemplo, la glucosa, patatas, pan blanco, cereales, arroz, habas, macarrones o espaguetis, bebidas gaseosas, uvas o plátanos.

Con índice bajo están las frutas como la manzana, también las berenjenas, los espárragos, brócoli, el jamón, quesos o los frutos del mar. EFE