Donostia - La situación de incertidumbre que se vislumbra con un Gobierno español en funciones, a mes y medio de nuevas elecciones, exige seguir remando con “insistencia” y buenas dosis de “paciencia”, virtudes de las que está haciendo gala el Gobierno vasco ante el bloqueo que sufre el buque humanitario Aita Mari. “No quiero prejuzgar cuáles son las razones para el retraso. Confío en que se solventen los problemas”, expone conciliador Jonan Fernández, secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco. Tras importantes cambios en la política europea, parece abrirse un escenario propicio para “avanzar a pesar de las dificultades”. ¿No supone un maltrato administrativo el eterno compás de espera al que está siendo sometido la embarcación ‘Aita Mari?

-Estamos realizando las gestiones necesarias para que se resuelva el bloqueo que se está padeciendo. Como Gobierno vasco siempre hemos apoyado el proyecto, con un importante apoyo económico inicial para que se pudiera hacer realidad. Seguimos trabajando para que pueda cumplir su misión. Ha podido realizar labores humanitarias en Grecia, pero entendemos que puede hacer funciones de rescate.

¿No tiene la sensación de que están mareando la perdiz más de la cuenta? ¿Si no existe interés real, no sería más clarificador decir que no quieren que salga el barco?

-Ya, pero no debemos olvidar que hay un clima de opinión, tanto en Euskadi como en el Estado y Europa, partidario de que podamos contribuir como país a salvar vidas en el Mediterráneo. No quiero prejuzgar cuáles son las razones que puede haber tras este retraso en la concesión del despacho. Quiero confiar en que se van a solventar los problemas y que finalmente se podrá llevar adelante la misión. En nuestra estrecha relación con los responsables del Aita Mari, abogamos por la paciencia y la insistencia.

Es comprensible que, por su responsabilidad, trate de evitar la confrontación con el Gobierno, pero desde el ‘Aita Mari’ hablaban esta semana de “una situación demencial”. ¿Percibe una voluntad real de salvar vidas en el Mediterráneo a mes y medio de la cita electoral?

-Efectivamente, represento un cargo institucional y no me corresponde juzgar la voluntad política de nadie. Como Gobierno hemos manifestado claramente nuestra posición crítica frente a este bloqueo que está sufriendo el Aita Mari, y tratamos de buscar soluciones por la vía de la cooperación, como lo hemos hecho en otros casos. No es un hecho aislado. En el caso de los migrantes en tránsito, hemos conseguido que la vía del diálogo y la colaboración dé frutos. Espero que también ocurra en este caso y que el Gobierno español permita que el Aita Mari pueda cumplir su misión.

Este mismo mes se ha acordado crear una agenda de trabajo entre el Gobierno español y vasco que configure una respuesta integral ante el reto migratorio. ¿Hay posibilidades reales de avanzar con la incógnita sin despejar del nuevo escenario político?

-Los encuentros bilaterales de los grupos de trabajo se van a producir en las próximas semanas. Hemos decidido una serie de ejes de diálogo necesario y prioritario, aunque no cabe duda de que la situación de incertidumbre en el Gobierno español a raíz de las nuevas elecciones es un factor que retrasa, dificulta e impide que las decisiones se tomen de manera fluida. En cualquier caso, nuestro papel es insistir, y hemos planteado una serie de prioridades.

¿Cuáles son ahora mismo las más acuciantes?

-Una de ellas, impulsar el contenido de la propuesta Share, nuestra estrategia de distribución de acogida tanto en materia de menores extranjeros no acompañados como de personas refugiadas y de migrantes en situación de vulnerabilidad. Otra prioridad es la búsqueda de fórmulas que permitan agilizar los permisos de estancia y trabajo en Euskadi, así como afianzar el modelo de acogida e integración de estas personas. Son los temas más importantes que están en la agenda. En el contexto actual hay decisiones que, evidentemente, no se pueden modificar ahora mismo, como puede ser la Ley de Asilo o la de Extranjería. El escenario de estas semanas no permite grandes reformas, pero puede haber decisiones urgentes o transitorias que sí se pueden tomar.

La desafección de los ciudadanos hacia los partidos políticos y sus dirigentes ha subido a máximos históricos. ¿El Gobierno vasco comparte ese hastío?

-La política española y la vasca presentan importantes diferencias. En ese sentido, el bloqueo que está padeciendo la política española en los últimos años explica el hastío que manifiesta la sociedad. Es importante que la política esté vinculada a las reformas, a las decisiones y cambios que respondan a las necesidades que presenta la ciudadanía. En Euskadi estamos muy centrados en ello, y el ámbito de la inmigración es uno de esos campos. No podemos negar las dificultades pero estamos muy centrados en buscar soluciones.

Habla de cambios, pero han pasado más de dos años desde que anunciaron su predisposión para poner en marcha una experiencia piloto de corredor humanitario. ¿En qué ha quedado?

-Es cierto que activar esa figura no ha obtenido receptividad ni durante el gobierno de Rajoy ni el actual. Pero, por ejemplo, sí hemos puesto en marcha una experiencia piloto de patrocinio comunitario que está siendo una experiencia que internacionalmente puede ser referente y que puede ayudar a mejorar la acogida de personas refugiadas. Hay dificultades, no podemos negarlo, pero también vamos dando pasos adelante.

¿No le ha resultado extraño durante estas semanas el comportamiento del PSOE ante la crisis del ‘Open Arms’, con la ministra Carmen Calvo llegando a lanzar al barco humanitario severas amenazas al más puro estilo Salvini?

-El Gobierno vasco tuvo una posición propia diferenciada. Ofrecimos la misma disposición a colaborar que con el barco de rescate Aquarius. En algunos momentos no entendimos la respuesta que se estaba dando, que llegó tarde aunque finalmente hubo una solución. En ese sentido, redoblamos la apuesta por Share, que no es más que la aplicación del sentido común, de la corresponsabilidad. Asumir que debemos compartir el esfuerzo.

Ahora que menciona el ‘Aquarius’, decía Pedro Sánchez en su libro ‘Manual de Resistencia’ que “podíamos haber mirado para otro lado, como ocurre con demasiada frecuencia respecto al tema de las migraciones”. ¡Cuántas cosas han cambiado desde entonces!

-Es cierto. El Aquarius fue un modelo de referencia y el Open Arms ha sido otro. En cualquier caso, por ver el lado positivo, desde entonces ha habido cambios muy importantes en la política italiana, como es el caso de la figura de Salvini, lo que nos demuestra que aquí nadie tiene la potestad de hacer lo que le venga en gana. La política hoy en día es un sistema de contrapesos y contrapoderes, y cuando alguien adopta políticas extremas, como ha sido el caso, afortunadamente, tienen un recorrido corto.

¿Italia y Malta ya no está solas tras el reciente acuerdo para redistribuir entre los países europeos a los solicitantes de asilo socorridos en el Mediterráneo?

-Hay un primer paso aunque, salvo que haya habido alguna noticia de última hora, desconocemos el contenido del acuerdo y los criterios de distribución.

Por cierto. ¿Por qué España no ha participado de ese acuerdo?

-Porque tiene una cuota propia de entrada de inmigrantes que requiere de un esfuerzo corresponsable de distribución. Creo que ese ha podido ser el argumento. Pero en todo caso, lo importante de ese acuerdo es compartir ese esfuerzo de acogida e integración de las personas migrantes y refugiadas. Es un paso en la buena dirección.

Este acuerdo coincide con la creación de una vicepresidencia de la Comisión Europea para “proteger el estilo de vida europeo”, que tendrá competencia sobre asuntos como la inmigración. ¿No chirría?

-Creo que la creación de esa vicepresidencia puede ser un acierto, no así el nombre que se le ha querido poner, que la verdad es que no ha sido muy afortunado y, según tengo entendido, se va a cambiar. Es relevante que se haya creado una vicepresidencia, pero desde luego que necesita ser nombrado de otra manera.

Un mes después de la presentación del Gobierno vasco ante el Vaticano de la propuesta ‘Share’ como estrategia de distribución de acogida de refugiados e inmigrantes, ¿qué queda, más allá de buenas sensaciones?

-Tenemos varios ejes de trabajo abiertos. Seguimos presentando la propuesta a otros gobiernos estatales y europeos. Hemos esperado a que se constituyeran las instituciones europeas para volver a abordar esta tarea. Además, estamos estrechando relaciones con gobiernos autonómicos del Estado para hacer una alianza que promueva la propuesta entre instituciones europeas. En ese sentido, el aval del Vaticano a la propuesta tiene un gran valor.

“Fuimos acogidos, debemos acoger”, dijo el lehendakari en el Día de la Diáspora Vasca. ¿El problema reside más bien cuando esa obligación moral no es compartida?

-Sí. El diferente, el de otra cultura o religión genera temor en algunos sectores de la población. Temor a lo desconocido. Es muy importante trabajar el acercamiento a la diferencia. El vínculo y el contacto directo permiten superar los prejuicios. Por eso es tan importante que las instituciones públicas tengamos ese acercamiento a la diferencia, estando alerta a los discursos xenófobos y racistas que lo que pretenden es alentar esos temores con más prejuicios y noticias falsas.

Esa falta de solidaridad es palpable en la acogida de menores extranjeros no acompañados, con comunidades autónomas que se ponen de perfil sin asumir su cuota de responsabilidad...

-Es importante que el conjunto de las instituciones vascas estemos unidas. Estamos promoviendo un Pacto Social por la Migración. Ese consenso tiene un valor incalculable de cara a la convivencia y tenemos que cuidarlo para que siga dando frutos. Es verdad que hay comunidades muy poco comprometidas con esta realidad. Concretamente, en el caso de los menores extranjeros no acompañados hay comunidades autónomas que prácticamente no tienen menores acogidos y es aquí donde podemos aplicar perfectamente la propuesta Share.

El Gobierno central dispuso de una partida económica para acoger a menores y se apeló a la voluntariedad de las comunidades autónomas dando un plazo. ¿En que ha quedado aquello?

-Estuvo vinculado a un fondo que dispuso el Gobierno español para incentivar que las comunidades autónomas tuvieron un mayor compromiso en torno a los MENAS. Pero fue una iniciativa que obtuvo pocos resultados. En buena medida, se debe también a todo este contexto de incertidumbre e inestabilidad de la política española.