fALTABAN aún casi veinte minutos para que Celedón descendiera desde la iglesia de San Miguel cuando en la plaza de la Virgen Blanca la multitud se levantó para corear uno de los himnos de la tarde. Bien por una de esas casualidades que no existen o como inesperado homenaje a Txus, el recientemente fallecido protagonista de la canción, el gentío se lanzó a corear el mítico himno del renacido grupo aguraindarra La Polla. El calor, aunque no en los sofocantes grados del pasado año, hacía acto de presencia en la plaza, y los miles de asistentes al txupinazo trataban de paliarlo lo mejor posible cantando y bailando. Ahora el Ikusi mendizaleak, ahora el Sarri Sarri... El reloj descontaba los minutos mientras en la balconada los encargados de lanzar el cohete disfrutaban como pocos en los últimos años. Imanol Vega, Paco Granados y Adela Fonseca -traumatólogo, ortopedista y enfermera-, sanitarios y cooperantes en Bolivia y la República de Benín, se miraban entre sí entre nerviosos a la espera de que el gran momento llegara.
Y llegó. Vestidos, al igual que algunos representantes institucionales, con una camiseta especialmente diseñada para la ocasión, con homenajes a las asociaciones solidarias Doa, Adato y Les Enfants du Noma, los tres prendieron la mecha festiva exultantes de felicidad para descorchar unas fiestas de La Blanca que traen consigo una semana cargada de actividades, celebraciones, paseíllos, actos religiosos y culturales, comercio y bebercio.
Mientras el muñeco del aldeano de Zalduondo descendía, como es habitual, sin prisa pero sin pausa, la ausencia de vidrio aportaba un año más la tranquilidad necesaria para evitar cortes y sangrías en la plaza. Con el muñeco a buen recaudo, Gorka Ortiz de Urbina hizo acto de presencia para alegría de los miles de exaltados acólitos, cada vez más jóvenes, que disfrutaban en la plaza.
En un recorrido corto, alrededor de tres minutos y dos segundos -el año pasado lo ventiló en dos minutos y 42 segundos- Celedón ascendió hasta la balconada de San Miguel sin los apuros de antaño, pero con un cada año más complicado de llevar cansancio acumulado. Y es que, con 19 años de personificación a sus espaldas, a Gorka Ortiz de Urbina le quedan, como él mismo confesó después, dos años más representando a Celedón, evitando así superar los 22 años de José Luis Isasi y quedándose finalmente en los 21 con los que se retiró Iñaki Landa.
Escueto como cada año, sus mensajes al tomar el micrófono se centraron, además de las habituales loas a la Virgen Blanca y las fiestas de Gasteiz, a agradecer el buen trato recibido durante el recorrido -“horrela segi eta jarraitu”-, tener un recuerdo “para los que no pueden estar aquí, como los que están en el hospital y los blusas y neskas que no pueden salir estas fiestas”, y lanzar un contundente mensaje contra las agresiones machistas recordando que “no es no”.
“Como un enano” Más tranquilo, ante los medios, Ortiz de Urbina se temía que hoy su cuadrilla de blusas, Bereziak, “me echarán la bronca por no haber dicho nada de los cuarenta años” que han pasado desde su creación, y admitía haber “disfrutado como un enano” el recorrido, a pesar de alguna ausencia entre su grupo de guardaespaldas y de una lesión en la mano izquierda.
Mientras en la balconada y en la plaza la petición de no mostrar pancartas quedó en saco roto -abajo, con reivindicaciones para el traslado de los presos vascos; arriba, con una gran pancarta por la independencia y una bandera española-, los representantes políticos hacían cola para saludar y abrazar a Celedón una vez finiquitado ya, poco después de las 18.15 horas, el txupinazo de La Blanca 2019.
Desde ayer y hasta el viernes, la capital alavesa abre sus brazos a gasteiztarras y visitantes para que disfruten de unos días de celebración abiertos a todos aquellos dispuestos a disfrutar, pero cerrados a quienes busquen lo contrario.