Bilbao- Tras analizar las “carreras migratorias” y las características de las mujeres migrantes altamente cualificadas que han venido al País Vasco, María Luisa Di Martino destaca de ellas su resiliencia y que “son un ejemplo de lucha”. “Luchan contra todo un sistema, un mercado laboral masculinizado, unos regímenes migratorios que no les ayudan y muchos tipos de trabas”, asegura Di Martino, autora de la tesis Entre privilegios y vulnerabilidades: Carreras migratorias de mujeres extranjeras altamente cualificadas en el País Vasco.

Según los datos utilizados para su tesis -recientemente defendida en la Universidad de Deusto-, el 19,6% de las mujeres migrantes llegadas a la Comunidad Autónoma Vasca tiene estudios universitarios, un porcentaje superior al de los hombres (14,6%), pero por debajo de ese 36,2% de mujeres extranjeras que se han establecido aquí y carecen de formación o solo cuentan con estudios primarios. El punto de partida del trabajo de María Luisa Di Martino son los informes que hablan de la sobrecualificación y la pérdida de competencias que sufren la mayoría de las inmigrantes con carreras universitarias, doctorados y máster, “que se quedan trabajando en empleos que no son de su nivel profesional” o “atrapadas en el ámbito doméstico”.

¿Cómo decidió estudiar la situación de las mujeres migrantes más cualificadas?

-Las mujeres altamente cualificadas son las que tienen altos niveles de formación, me refiero a las universitarias. Y se ha visto que, tanto en el País Vasco como en España y otros países, trabajan en puestos que no son de su nivel profesional, a veces se quedan en círculos de sobrecualificación y deskilling [perdida de competencias]. Me dije que no podía ser que no hubiera mujeres que trabajaran en su campo y su nivel. Entonces pensé en centrarme en ese grupo, que es mínimo y no es representativo, y por eso he hecho una investigación cualitativa para ver qué estrategias habían usado estas mujeres y qué herramientas tenían, cuánto tiempo habían tardado y cómo habían podido encajar su perfil profesional en un trabajo de su área o similar. Ahí empecé la investigación.

¿Le resultó difícil localizar inmigrantes altamente cualificadas?

-Pensaba que me iba a costar más encontrar mujeres con estas características, pero no ha sido para tanto. El porcentaje es bajo, pero su estimación es difícil porque se mueven en un mercado laboral muy cambiante. Tampoco he hecho un análisis cuantitativo, de ingresos, de los sectores en los que trabajan, de si hay brecha de género... esas son cuestiones que quedan ahí para investigar. Para el estudio cogí dos grupos: uno de mujeres europeas y otro de mujeres latinoamericanas, porque quería comparar la situación de mujeres con alta formación de al menos dos áreas geográficas distintas (migración extra-europea e intra-europea) dentro del territorio del País Vasco.

¿En términos generales cómo es la inserción laboral de las migrantes altamente cualificadas?

-Básicamente depende del mercado laboral, que en general está masculinizado, eso es un hecho. También depende de las características de los mercados locales, y el del País Vasco está basado en los cuidados y servicios, en estos sectores las mujeres migrantes siempre han encontrado un sitio, independientemente de su nivel de cualificación.

¿Eso se debe a que somos una sociedad envejecida?

-Se dice que somos una sociedad envejecida y con un nivel bajo de nacimientos por lo que necesitamos inmigración para cubrir los puestos de trabajo. Pero, parece existir una dualidad en el mercado laboral. La reorganización de los cuidados se basa en la sustitución de las mujeres migrantes a las mujeres autóctonas en la esfera doméstica y aquí se entra en otro nivel de análisis desde el punto de vista de la asimetría entre sistemas económicos globales y la división sexual del trabajo, basada no solo en el género, sino también en la raza, la etnia, la clase, etc. Sin embargo, cuando se piensa en los puestos de trabajo para los profesionales altamente cualificados parece que necesitemos más un perfil de hombres en sectores masculinizados del mercado laboral. Ahí está la incongruencia y no tiene por qué ser así.

En su tesis se indica que en el País Vasco sólo el 14,1% de las mujeres migrantes altamente cualificadas ocupan puestos que requieren altos niveles de formación. ¿Qué consecuencias tiene ese desfase entre cualificación y empleo?

-Los datos dicen que la sobrecualificación se da en la mayoría de los casos. En el caso de las mujeres altamente cualificadas con un trabajo encajado con su nivel de formación, he podido comprobar que la sobrecualificación también existe, pero que es temporal. Estas mujeres hacen todo tipo de trabajos, lo que yo llamo trabajos puente, empleos a los que acceden para ganar tiempo de estancia o para compatibilizarlos con estudios, o con la crianza, lo que conlleva un estrés increíble. También tienen otras estrategias, como la nacionalización -a raíz del tiempo pasado aquí o por matrimonio-, que les permite contar con los permisos legales para empezar a dar el salto. Es entonces cuando buscan un trabajo de su perfil, en su sector. He hablado con algunas que han conseguido trabajar en lo que ellas querían, pero las formas contractuales no son estables, tienen problemas de conciliación familiar y algunas no pueden trabajar en el sector público porque se encuentran con el problema del euskera.

¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentran?

-Las trabas burocráticas en torno a las titulaciones, los permisos de residencia y trabajo y el idioma son algunos de los obstáculos que deben superar. En el País Vasco el euskera también es un problema para muchas. Hay algunas médicas de América Latina, por ejemplo, que sólo se han podido colocar de forma estable en la medicina privada. Y además, siempre están pendientes de temas de homologación. El problema es que el tiempo que pasa entre que ellas llegan y pueden trabajar en un empleo encajado [empleo correspondiente a su nivel de capacitación profesional] es muy largo. Eso supone un desperdicio de capital humano. Creo que se podría revisar eso y hacer que los plazos para estas mujeres fueran más rápidos. También se encuentran con que las homologaciones parciales no dan acceso a todo tu abanico de competencias. Eso no es justo, ¿por qué no se agilizan esos mecanismos para que se pueda disfrutar del capital humano existente y, al mismo tiempo, las personas puedan desarrollarse profesionalmente?

Usted ha clasificado a las migrantes altamente cualificadas en tres tipos.

-Sí, he identificado tres tipos de mujeres y es lo interesante de la tesis. El primer tipo es el de las mujeres que vienen con un contrato laboral, que salen de su país con expectativas de una carrera internacional y deciden arraigarse porque encuentran mejores condiciones y oportunidades. En este grupo hay una mayoría de mujeres de origen europeo. El tipo 2 es el que podemos llamar de emigración sentimental. Son mujeres que llegan al País Vasco por medio de una pareja que han conocido en el extranjero, por ejemplo mientras estudiaban. O que vienen con una beca, para estudiar, aquí encuentran a su pareja y deciden quedarse. En este grupo hay tanto mujeres europeas como latinoamericanas. Y el tipo 3 es la mujer que yo llamo fluida. Son migrantes que salen de sus países por cuestiones vinculadas a la violencia estructural, violencia de género, desigualdad... Buscan mejorar sus condiciones de vida. Muchas salen para realizar estudios de posgrado o doctorados. En los tres casos, la migración en sí misma se transforma en una estrategia para crecer personal y profesionalmente.

Estos tipos y muchas de las situaciones que atraviesan estas mujeres rompen con los tópicos que tenemos de la inmigración.

-Esa idea de que la inmigración altamente cualificada es únicamente la de los que pueden permitirse estudios superiores y que utilizan los canales de una migración selectiva y privilegiada, no se corresponde con la realidad en el caso de las mujeres. Por eso yo digo que estas mujeres altamente cualificadas son privilegiadas y vulnerables a la vez. Se piensa que son privilegiadas porque las relacionamos con todo el tema de la atracción de talentos, pero su situación no se analiza desde la perspectiva de género o interseccional, y así no se ve que, lejos de ser privilegiadas, en realidad tienen que buscar un montón de estrategias para poder trabajar de lo suyo y muchas veces se quedan en una carrera horizontal, que nunca es ascendente. O se quedan atrapadas en un estado de inmovilidad involuntaria.

¿Las relaciones de pareja y familiares pesan mucho en el proyecto migratorio de estas mujeres?

-Muchas de las que están aquí tienen pareja vasca y ese es un tema fundamental, ¿qué pasa con estas mujeres que no se pueden mover porque tienen aquí su familia, su pareja y el mejor trabajo o el más estable es el de su pareja? Ahí hay un tema de género muy marcado. La movilidad que se basa en temas sentimentales es algo que se desconoce y que se enmarca en un régimen de género, porque te ata a un sitio, a un mercado laboral concreto, con lo que todas tus posibilidades se limitan. La mayoría de las migrantes altamente cualificadas que han conocido a sus parejas aquí o en el extranjero sufren esta situación. Entonces despliegan todo tipo de estrategias para poder compatibilizar sus aspiraciones personales, sus expectativas profesionales, la crianza, la maternidad... Concilian, se forman y cambian de perfil, intentan especializarse. No estoy hablando de un solo tipo de profesional, sino que hay distintos perfiles.