donostia - El periodista donostiarra Mariano Ferrer, un referente para conocer la política vasca desde los años finales de la dictadura hasta prácticamente la actualidad, falleció ayer en la capital guipuzcoana a los 80 años. El veterano informador y articulista será recordado por miles de vascos sobre todo por el programa El kiosco de la Rosi en Herri Irratia, que se convirtió en el despertador en muchos de los hogares vascos. Ferrer (Donostia, 1939) estudió en el seminario para ingresar en la Compañía de Jesús donde permaneció hasta 1978, año en el que decidió abandonar la orden. Tras cursar Periodismo en Nafarroa, Madrid y la Universidad de Siracusa de EE.UU., decidió volver a su tierra natal en 1971, cuando fue nombrado subdirector de Radio Popular-Herri Irratia de Donostia.

Esta emisora fue su casa profesional puesto que, aunque trabajó y colaboró en numerosos medios de comunicación tanto escritos como audiovisuales, en sus 35 años de trayectoria tan solo dejó de pertenecer al equipo de Herri Irratia durante dos años, entre 1976 y 1978, periodo en el que integró el grupo de profesionales que crearon el diario Egin y lo dirigió.

Sus inicios como profesional de la comunicación coincidieron con los últimos años de la dictadura, cuando únicamente Radio Nacional de España tenía permiso para emitir informativos. Mariano Ferrer encontró una alternativa para mantener informada a la sociedad vasca sin violar esta ley con un programa en el que leía los titulares de los periódicos y aportaba un análisis de las noticias.

Cinco años después, en 1976, el cambio político propició un clima en el que un grupo de periodistas apostó por crear un diario con una visión centrada en la actualidad vasca, Egin, que dirigió Ferrer, quien en entrevistas indicó que el objetivo era dar cabida a los planteamientos nacionalistas. Sin embargo, la evolución ideológica de este periódico lo llevó a cambiar el equipo gestor y en marzo de 1978 Mariano Ferrer abandonó la dirección para volver a Herri Irratia.

En esta época condujo el programa El kiosko de la Rosi, que era el puesto situado en la Avenida de la Libertad de Donostia donde compraba los periódicos. En este espacio radiofónico se gestó la imagen por la que será recordado, como un analista político riguroso, crítico y acertado que le convirtió en un referente para todo aquel que quiera entender la trayectoria política de Euskadi.

Su trabajo durante 35 años en la emisora vasca no le impidió compaginarlo con otras responsabilidades como la jefatura de prensa del Zinemaldia, la dirección y presentación en ETB 2 del programa de debates Sin Permiso en 1989 y 1990, y la impartición de clases de la asignatura El lenguaje en la comunicación en la Universidad de Deusto entre 1999 y 2004.

Su faceta de articulista, sin embargo, le reportó un mayor conocimiento entre la sociedad vasca. Fueron numerosas las colaboraciones centradas en la política vasca en una época convulsa. En 1991 colaboró con la revista Jakin y ese mismo año inició una trayectoria como columnista del diario El Mundo del País Vasco que se prolongó durante 10 años, hasta 2008. Un año después comenzó a publicar sus artículos de opinión en este diario, Noticias de Gipuzkoa, con el que mantuvo una estrecha relación desde sus inicios. De hecho, fue Mariano Ferrer quien condujo el acto de presentación de este periódico en 2005. Su espacio Vuelta y Vuelta se pudo leer entre 2009 y 2010. En 2017, fue galardonado con el premio de la Asociación de Periodistas Vascos.

política Mariano Ferrer fue un periodista por encima de todo, pero no se abstrajo de la realidad política en la que desarrollaba su trabajo y participó activamente en varias iniciativas que se organizaron entre 1994 y 2007. Así, en 1994 primero y en 2001 y 2002 después accedió a moderar las conferencias de paz que convocó Elkarri.

Del mismo modo, entre 2003 y 2007 se convirtió en portavoz de la Plataforma 18/98 creada como reacción de un colectivo de ciudadanos contrarios al macrosumario 18/98 incoado por la Audiencia Nacional que trató de vincular actividades de empresas y organizaciones políticas y sociales a la actividad de ETA.

Su faceta más personal no era tan conocida, dado el carácter “discreto y humilde” que lo acompañó en vida, según explicó ayer a este diario su exdirector, Pablo Muñoz, quien señaló que un buen ejemplo de esa discreción está en que muy pocas personas sabían que llevaba tiempo ingresado. “Junto con Iñaki Gabilondo, es uno de los periodistas más reconocidos de Euskadi, aunque ambos son muy distintos”, aseguró Pablo Muñoz, con quien mantuvo una estrecha relación ya desde edades tempranas, cuando se conocieron al asistir al mismo centro educativo. “Era un espíritu libre al que no condicionó ni la dictadura ni la presión política”, lo que según lamenta Muñoz le procuró detractores. “Fue malentendido por unos y por otros”, explica, en referencia a las distintas facciones políticas que convivieron en Euskadi durante la carrera profesional de Mariano Ferrer. Sin embargo, Pablo Muñoz recuerda que frente a estas opiniones decidió mantenerse “consecuente con sus ideas de libertad y respeto” y proseguir “en todo y en todos los medios”.

Recién llegado de Nueva York, el lehendakari Urkullu transmitió su pesar a familiares y amigos del periodista, a quien definió como “una persona empeñada en hacer una sociedad mejor desde la racionalidad, el espíritu crítico, el diálogo y el compromiso con los derechos humanos”.