IRUÑEA. Said Antón Gutiérrez, corneado en el brazo derecho por el toro Cóndor en el encierro de ayer día 11, hubiera preferido ser el foco de atención "por hacer la carrera más larga del encierro y no por la pillada más jodida", aunque "mientras pueda volver a correr, todo lo demás" le "da igual".

Así lo ha manifestado en una entrevista con Efe eta tarde, en la que este mallorquín, corredor habitual de los encierros, ha asegurado que el brazo en el que tiene una cornada de 11 centímetros "va de lujo" y "evoluciona bien".

"El que está cansado de estar aquí soy yo", se ha lamentado el mozo, de 39 años y asiduo de los encierros de San Fermín desde 2012, y reconoce que hubiera deseado ser el foco de atención por otros motivos.

Natural de la localidad de Palmanova y residente en Palma de Mallorca, ha relatado que en el momento de los hechos "automáticamente" supo que le había cogido el toro.

Según cuenta, tropezó al intentar esquivar a un corredor caído. "Fui a intentar saltar pero lo que recuerdo es tropezar, una fuerza bruta empujándome por detrás y notar el brazo estirado, como que algo me estaba estirando y automáticamente supe que me había cogido el toro. Son décimas de segundo, parece mentira, pero sabía que o se desgarraba la piel o me arrastraría".

Ocurrió lo primero y al verse el brazo desgarrado pensó que se le habían "acabado los encierros" y que "tenía que ir al hospital".

Preguntado por la polémica surgida entre los corredores habituales por la "desnaturalización" de los encierros debido a la actuación de los cabestros, ha señalado que "es una gran putada no poder ponerte delante de los toros más de tres segundos", aunque no le importaría que continuase aplicándose el antideslizante.

Su apuesta pasa por quitar dos mansos, "por lo menos", y agrega que si por el fuera "soltaría dos, y soltaría otros dos a los 10 segundos de haber salido los toros. Así daría un poquito más de juego".

Ha defendido también ha defendido la implantación de alcoholímetros dentro del recorrido y de unas "licencias especiales", así como una pequeña formación para aquellos que vengan de fuera.

"No prohibiría a los turistas que corrieran porque muchos vienen a eso, pero sí que les obligaría a que hicieran un mini cursillo para saber dónde se meten y no poner en riesgo a los que realmente venimos a disfrutar de lo que nos gusta", ha afirmado.