bilbao - El jurado de los premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento otorgados en Bilbao destacó el trabajo del microbiólogo estadounidense Jeffrey Gordon al abrir nuevas vías de investigación en el estudio de múltiples enfermedades, así como en la búsqueda de tratamientos innovadores.

¿Cómo comenzaría una conversación con su propia microbiota: querida bacteria o pérfida bacteria?

-Son mis amigas, forman parte de mí, no puedo separarme de ellas. Vivimos y compartimos las cosas juntos.

¿Podemos afirmar que nuestra vida sería imposible sin una flora bacteriana equilibrada?

-Probablemente, pero no podemos confirmarlo porque no hay ningún espacio en este mundo donde podríamos vivir sin la bacteria. Es decir, que las bacterias están en todas partes. Empezamos a adquirir nuestros microbios en el momento de nacer.

Pero los ciudadanos de a pie percibimos a los microbios como enemigos. ¿Por qué? ¿Acaso porque nuestro ojo no los ve directamente o porque solo vemos las infecciones que causan?

-Este campo de trabajo es tan antiguo como la microbiología misma, excepto que hoy tenemos herramientas para poder ver y entender a nuestros partners o socios microbianos. Este campo nos enseña que la relación que tenemos con nuestros microbios no se debería contemplar en términos bélicos, de guerra, sino de beneficio mutuo. Es como una especie de matrimonio nacido de un respeto y de una devoción mutua. Además diría que los microbios de estas comunidades que viven sobre y dentro de nosotros no actúan de manera aislada, sino que trabajan en sinergia, de manera conjunta.

¿Cuándo y por qué comenzó a pensar en la relación simbiótica entre nuestro microbioma y nuestra salud?

-Hace unos 25 años estábamos estudiando cómo las distintas funciones se establecen en diferentes regiones de nuestro intestino y nos preguntamos cómo las diversas regiones del intestino reciben sus instrucciones para operar o funcionar de manera especializada. Nos cuestionábamos si existía una conversación entre los microbios que habitan nuestro intestino y cómo se adquieren cuando nacemos y esta especialización en su función a través de todo el intestino. El problema parecía ser inmenso, porque hay tantos microbios en nuestro intestino y tantas posibilidades de interacción entre los microbios y nosotros que nos dimos cuenta de que teníamos que simplificar el sistema y empezamos a tomar miembros de nuestro intestino humano e instalarlos en ratones que se habían creado en condiciones estériles. Entonces comenzamos a escuchar las conversaciones que existían entre nuestros microbios y el intestino en estos modelos.

¿Cual es la conexión de regulación entre el ecosistema bacteriano y la regulación de la formación del tejido adiposo?

-Hace mucho tiempo que nos habíamos dado cuenta de que existía una relación entre la delgadez y la obesidad y la configuración de las comunidades microbianas en modelos con animales. Cuando tomamos las comunidades de los animales obesos y delgados y los colocamos dentro de los animales libres de gérmenes pudimos transmitir las diferencias en la cantidad de tejido adiposo o grasa en estos animales. Desde ese momento, nosotros, y otros investigadores, hemos examinado esta cuestión dentro de los seres humanos, incluidos gemelos, con uno delgado y otro obeso. Se pueden transferir sus comunidades microbianas a estos animales libres de gérmenes y transmitir las diferencias en su composición corporal. Gran parte de nuestro trabajo se centra en cómo nuestras comunidades microbianas influyen en el metabolismo, por qué en ciertas personas que son obesas luego desarrollan diabetes y por qué ciertos individuos que son obesos se libran de eso.

La obesidad es una pandemia, sobre todo en el mundo desarrollado. ¿Qué puede hacerse con la macrobiota para controlarla?

-Muchas personas me hacen esta pregunta y yo soy ferviente creyente de la ciencia y de los modelos con animales y humanos. Se está haciendo mucho trabajo en este campo para entender cuál es la contribución de nuestro microbiota, además de otros factores como el estilo de vida o la genética para el desarrollo de la obesidad.

La diabetes tipo 2 y la obesidad suelen ir de la mano. ¿También ayudaría a reducir la diabetes tipo 2 sin recurrir a tratamientos farmacológicos?

-Estamos aprendiendo que cada uno de nosotros tenemos nuestra propia colección de microbios. La mejor manera de estudiar cómo responder a la pregunta es tomar esos individuos que tienen riesgo de diabetes y hacerles un seguimiento en un período de tiempo, fijándonos en sus microbiomas y cuán sensibles son a la insulina y cómo funcionan otras partes de su cuerpo. Un estudio importante fue publicado el mes pasado haciendo justo lo que acabo de decir y muestra que hay muchas cosas que podemos medir si en el futuro vas a desarrollar diabetes o no. Algunas de estas mediciones están relacionadas con nuestra microbiota. Este es el primer paso a la hora de intentar desarrollar unos tratamientos personalizados que podrían mitigar el riesgo de acabar padeciendo diabetes. En resumen, creo que parte del abordaje para la prevención de las enfermedades o para mitigarlas, implicará la utilización de nuestra microbiota. Estamos descubriendo moléculas producidas por nuestros microbios que afectan a nuestra sensibilidad hacia la insulina.

La colitis mata a muchas personas y produce gran cantidad de molestias y pérdidas de horas de trabajo, costo elevado de medicinas... ¿Hay esperanza de solución desde su campo de investigación?

-Es el momento ideal para esa pregunta. Se acaba de publicar hace un mes un estudio principal en la que un grupo de individuos curan una enfermedad intestinal inflamatoria. El proceso y el estudio fueron seguidos en un periodo breve de tiempo, que es la mejor forma de conseguirlo conforme se fue activando su enfermedad y luego reduciendo. La razón de hacer estudios así, que debería conocer el público, es que las variaciones que existen dentro de nuestras comunidades microbianas y entre personas es enorme. Cada individuo puede servir como su propio control para enseñarnos cómo la comunidad microbiana interactúa con el sistema inmune en el contexto de la enfermedad intestinal inflamatoria propia. El estudio que acabo de mencionarle ha revelado, y otros también, cómo los individuos con esta enfermedad tienen unas comunidades microbianas muy inestables. La cuestión aquí es cambiar cuando de repente se activa la enfermedad. Este es el primer paso importante a la hora de entender cómo tratar más específicamente a estas personas, para finalmente prevenir el impacto de los microbios sobre la enfermedad.

Hablan de terapias dirigidas y trasplante de macrobiota fecal. ¿No parece un poco escatológico? ¿Espera avances importantes en este campo de la medicina regenerativa neurológica?

-En Estados Unidos los trasplantes de macrobiótica fecal se utilizan para tratar cierto tipo de infección causado por un organismo llamado Clostridium difficile. Esta infección es bastante común en hospitales cuando los individuos de mayor edad reciben antibióticos. Esos trasplantes han sido efectivos en pacientes que han fracasado con todos los demás tratamientos, antibióticos incluidos. Los trasplantes fecales ahora se utilizan para muchas indicaciones diferentes, pero existe un riesgo. La semana pasada la FDA informó de que dos pacientes trasplantados fecales habían desarrollado unas infecciones severísimas con organismos resistentes a los antibióticos. Uno de ellos falleció. La FDA ha interrumpido varios de los ensayos clínicos hasta que los investigadores sean capaces de asegurarse de que la materia fecal no tiene organismos peligrosos dentro, incluyendo organismos que portan resistencia a los antibióticos. En pocos años, debido al trabajo investigador y clínico que se realiza, habrá una forma de tratamiento diferente, mucho más afinada.

¿Entonces, cómo se tratará?

-Una probiótica de la siguiente generación. En vez de dar una comunidad completa, las bacterias se usarán aisladas con su secuencia de genoma y una combinación definida, fabricada ad hoc para utilizar en esta y otras se utilizará para tratar esta y demás indicaciones.

Habla del papel de la macrobiota en enfermedades neuroinflamatorias y neurológicas. ¿Espera avances en este campo de la medicina regenerativa neurológica?

-Existe un cuerpo emergente que evidencia que existen células en el cerebro, células implicadas en funciones inmunes influenciadas por la microbiota. Hay otras preguntas acerca de si la ansiedad, el estado de ánimo, el Parkinson, el autismo... vienen causados en parte por la microbiota. Una vez más yo creo fervientemente en la ciencia. Estudios bien controlados y llevados a cabo en primer lugar en modelos con animales y luego basados en estos resultados aplicados en humanos que están bien controlados. Muchas personas trabajan en estos problemas de salud neurológica para buscarles una salida con ayuda de la microbiota.