SON los ojos y los oídos de URA y son muy respetados”, asegura Iñaki Urrutia al referirse a su equipo de inspectores y mirando a Unai Sebastián, el guardián de la cuenca del río Oka, así como de todos los cauces de la comarca de Urdaibai. Ambos acompañan a DEIA en una jornada habitual de trabajo para desentrañar la infinidad de actuaciones que llevan a cabo en los ríos vizcainos.

Lo primero es visitar las obras en una bodega de txakoli de Gernika ejecutada al lado del arroyo Amunaga para mostrar cómo se ha solucionado una irregularidad previa. Sebastián explica que “al tramitar la obra se les puso varios condicionantes y no cumplieron la colocación de unas aletas en piedra en un paso bajo un vial para las escorrentías presentes. Pusieron un muro de cemento e invadieron la zona de servidumbre”. Tras informales del incumplimiento, el propietario rectificó “y como compensación hicieron una revegetación de ribera”, explica un inspector que ya es conocido en toda la zona tras seis años de presencia diaria en la cuenca. Su jefe explica que “su labor es muy importante porque informan a la ciudadanía, son la interlocución con los ayuntamientos y todo ello descarga de trabajo posterior a URA”. Luego está también la acción preventiva en cuanto a la restauración de los cauces. El técnico describe que “informamos si un árbol está caído en el cauce para que sea retirado antes de que se convierta en una presa natural, con los problemas que conlleva si llueve mucho”.

La siguiente parada en el periplo controlador es en Ajangiz. La empresa Mayer, que fabrica materiales plásticos para automoción, tiene permiso para verter sus aguas al río Oka. Sebastián explica que “lo que generan en la actividad industrial y la sanitaria pasa por una depuradora y un pozo séptico y luego se deposita en el río”. La vigilancia no solo es visual para comprobar que todo está correcto, también se extraen muestras del cauce para confirmar que los vertidos no contaminan. “Está O.K.”, especifica el inspector al cerrar el pozo.

Pero no siempre todo va sobre ruedas. “Hay enfrentamientos y situaciones de tensión con algunos propietarios”, reconoce Iñaki Urrutia como responsable del equipo de inspectores. “Por ello hay un protocolo de atención por violencia externa y se imparte formación al equipo sobre cómo enfrentarse a estas situaciones”. Sebastián apela a su experiencia en el cargo para certificar que “lo primero es no enfrentarse nunca. Es su terreno y a pesar de que podemos estar en dominio público, no tenemos una autoridad a la que se deba respetar como la de la Ertzaintza. Hay personas que entienden esto, pero otras no”.

Porque aunque los inspectores pueden ser considerados urtzainak, no son agentes con potestad legal, ejercen su labor en solitario y carecen de placas. Urrutia desvela que “estamos en el proceso de dotarles de unas identificaciones que no sean nominativas como son ahora y que les den más autoridad por cuidar de un bien público como son los ríos”.

El tercer punto a ojear es el río Artola, en Busturia, donde el Consorcio de Busturialdea cuenta con permiso para extraer agua para el consumo humano al lado de un azud o pequeña presa construida para tal efecto. En ese momento no estaba recogiendo agua, pero este es un punto crítico de vigilancia sobre todo en verano. El responsable de los inspectores explica que “no hay barra libre. Tenemos que vigilar que se mantenga el caudal ecológico del río, el mínimo para que continúe la vida en el cauce y su ecosistema. Pero cuando hay sequía es muy difícil y por ello se ha sancionado varias veces al Consorcio”. Y es que los expedientes no son solo contra particulares, también la Agencia del Agua actúa contra ayuntamientos y diputaciones u otros entes públicos que deben acatar la legislación defendida por URA. Una labor, que potenciada por la cada vez más sensibilización social, supone que “casi no se pueden atender con el personal actual y haya que reforzar el equipo”, indica Iñaki Urrutia.

Un dato que avala este aumento de trabajo es el servicio de guardia de 24 horas en cada territorio. en el que un inspector recoge cualquier incidencia que surja, la mayoría de ellos centralizados en SOS Deiak “lo que hace nuestra tarea menos complicada”, concluye.