BILBAO- Desde hace una década la inclusión educativa va mucho más allá de apoyar al alumnado con diversidad funcional. Pero este enfoque ha llegado de forma muy tímida al ámbito universitario, al entender quizás que una persona que alcanza la universidad no está en riesgo de exclusión social. Sin embargo la Agenda 2023 de la Unesco, entre otros organismos internacionales, llama a extender a toda la vida educativa de una persona la idea de no dejar a nadie atrás. Así, la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ampliará su catálogo de recursos para acompañar en su carrera a colectivos que pueden estar sometidos a una mayor vulnerabilidad: alumnado sin recursos, en situación de desprotección familiar, solicitantes de asilo y refugio, con necesidades psicológicas o con situaciones personales ligadas a la identidad sexual y de género.

El III Plan de Inclusión (2018-2021) recoge este cambio de enfoque “por responsabilidad social”, pero también porque los datos confirman que dentro de las aulas de la UPV/EHU también hay gente con necesidades de apoyo debido a sus circunstancias personales. El curso pasado 347 personas con alguna discapacidad -visual, motora, auditiva...- estudiaron en la UPV/EHU, pero también siete jóvenes tutelados por las diputaciones, treces personas refugiadas, 366 estudiantes con necesidades de apoyo psicológico y otras 28 personas que no podían pagar la matrícula. También hay un número sin determinar de personas transgénero o en proceso de transición hacia la identidad de género sentida, cuyo trato tiene margen de mejora debido a las trabas que impone la burocracia.

“Aún no tenemos un censo, pero sí se han dado casos en los que vas a clase, pasas lista, dices Carmen González y se levanta un chico. La verdad es que te quedas cortada porque son personas que están en transición y no tienen los papeles en regla”, explica Txelo Ruiz, vicerrectora de Estudiantes y Empleabilidad. Desde su punto de vista, “el hecho solo de llamar y tratar a estas personas por el nombre y el sexo con el que se sienten identificadas es muy importante porque puede suceder que se haya presentado a sus compañeros con su identidad y esta no coincide con el nombre de la lista, lo cual produce situaciones incómodas que queremos evitar”. Por eso, la UPV/EHU procurará “detectar antes estos casos y saber reaccionar cuando el tránsito se produce a lo largo de la carrera”. Ya han empezado a usar la tercera casilla de no binario en el apartado sexo, pero Ruiz reconoce que queda trabajo por delante para normalizar la situación de este colectivo dentro de la universidad.

Igualdad de oportunidades Itzala (sombra en euskera) es una de las iniciativas más ambiciosas del Plan de Inclusión para favorecer la incorporación a la universidad a bachilleres en riesgo de exclusión que tienen “miedos” para dar el salto a la universidad. La vicerrectora avanza que la universidad pondrá en marcha “una especie de programa de mentorización por la que universitarios voluntarios que se han encontrado en similares circunstancias cuenten a estos bachilleres que la universidad es una opción viable independientemente de sus circunstancias”. Luego, evidentemente, está el empeño personal y el rendimiento académico, “pero la idea es que vean en gente como ellos que estudiar en la universidad es posible”. Por el momento el proyecto es solo un “esbozo”, pero la universidad ya está en contacto con los berritzegunes de zona para detectar al alumnado que presenta este perfil.

Ruiz afirma que el objetivo final del III Plan de Inclusión “es garantizar la igualdad de oportunidades a todo el alumnado independientemente de su situación personal. Porque la UPV/EHU es ante todo una universidad pública y por tanto debe fomentar los valores de la inclusión, equidad y sostenibilidad”. Así, dice, la institución académica dará continuidad a las ayudas para el pago de la matrícula debido a causas económicas sobrevenidas.

Ayudas para pagar la matrícula Durante la crisis económica se detectó que un determinado porcentaje del alumnado no podía pagar la matrícula con lo que automáticamente esta gente se veía obligada a abandonar los estudios. “Tenemos que seguir manteniendo esta línea de ayudas porque aún hay gente que está sufriendo los efectos de los últimos coletazos de la crisis”. El curso 2017-18 hubo 28 personas que no pudieron pagar la matrícula del curso anterior, un año antes fueron 51 y hace tres años, 69. “Se ve claramente que va disminuyendo el número de solicitantes, pero mientras haya alumnado que no pueda pagar la matrícula por su situación económica mantendremos estas ayudas”, afirma Ruiz.

También se seguirá facilitando el acceso a los estudios universitarios a las personas solicitantes de asilo o refugiadas. “Normalmente estas personas nos llegan de mano de la Cruz Roja. Les ayudamos en las posibles convalidaciones de los títulos, sin los han traído consigo, o puedan seguir estudiando aquí. Los trece del curso pasado básicamente ya estaban estudiando en la universidad en sus países de origen. Además se les ayuda a aprender los dos idiomas oficiales. Yo creo que la experiencia está siendo buena”.

Entre otras muchas acciones, la universidad intentará favorecer la empleabilidad de este alumnado, incrementando la participación del colectivo más vulnerable en programas de emprendimiento, tales como Entrepronari Zitek-Abiatu, EHU-Inzia o Etorkizunlan IKD-Gastez. También elevará el número de plazas de prácticas extracurriculares específicas para el alumnado con diversidad funcional.

El curso pasado la UPV/EHU reservó un 5% de las becas de transición al mundo laboral que oferta el Gobierno vasco y 25 no se cubrieron, aunque sí las tres que ofreció la ONCE. Asimismo, la universidad pública garantizará la presencia de organizaciones y empresas que trabajan con colectivos en situación del vulnerabilidad en los foros de empleo.