A Jessica Starr el dolor de sus ojos la empujó a la desesperación. La presentadora del tiempo de la Fox norteamericana quiso olvidar su miopía operándose con el método Lasik el pasado octubre y solo dos meses después, tras confesar en las redes sociales que estaba luchando para recuperarse de las secuelas de la intervención, se suicidó. En Estados Unidos salieron a relucir entonces las denuncias de Lasik Complications, una asociación de pacientes con secuelas de este tipo de cirugía. Aseguran que, con el de Starr, son ya once personas las que se han suicidado en el país al no poder convivir con los intensos dolores en los ojos tras haberse operado con láser.
En España existe la Asociación Española de Afectados por Intervenciones de Cirugía Refractiva (Asacir), que preside Alejandro López Vila. Este gallego de 30 años se operó en 2014 para no tener que usar gafas o lentillas y, desde entonces, sufre dolores continuos y una visión nocturna deficiente. Tuvo que abandonar los estudios de psicología que estaba a punto de terminar y ha tenido serios problemas para trabajar. Él también protagonizó un intento de suicidio: “El dolor es insoportable y no hay expectativas de mejora. Muchas veces tienes que pasar el día acostado, cerrando los ojos para que mitigue el dolor”.
En Asacir han contabilizado 1.500 personas afectadas por este tipo de operaciones en el Estado y denuncian el drama que se oculta a ojos de la sociedad. En la actualidad, las operaciones de láser se realizan a los pacientes de hasta seis dioptrías y a los que superan esta cifra se les coloca una lente intraocular. “Hace veinte años operaban a gente con quince dioptrías, que hoy se considera una barbaridad”, denuncia Alejandro, “era una tecnología novedosa, experimentaron sobre los pacientes en la práctica clínica y eso no se puede hacer. Y mucho menos en cirugías que no son necesarias médicamente”. Según Asacir, hoy en día se da el ojo seco y dolor ocular en tres de cada diez operados.
Desde Asacir animan a los afectados a que inicien procesos judiciales contra las clínicas oftalmológicas que les han hecho la operación. “La Justicia empieza a ser más consciente de la falta de información”, apunta López Vila. Y es que en muchos casos no se trata de denunciar una mala praxis o negligencia, sino que desde Asacir se entiende que no informar debidamente de los riesgos de la operación es un engaño: “La información es muy deficiente. Lo estábamos denunciando y la OCU hizo un estudio visitando más de veinte clínicas. La conclusión fue que la información es muy deficiente. Sobre todo la información oral que te dan en la consulta. La valoración entre todas en este aspecto es de tres sobre diez. En algunas clínicas se cae en publicidad engañosa”.
Alejandro López Vila lamenta que los oftalmólogos no informen con datos que él cree más ajustados a la realidad. “En los consentimientos por escrito que ofrecen al paciente hablan de que el ojo seco tras la operación es muy poco frecuente, cuando estamos hablando de tres casos sobre diez”, apunta Alejandro, “eso no es poco frecuente. Es muy importante que lo sepan los pacientes”. El presidente de Asacir advierte de que es en el consentimiento oral donde “más engañan al paciente”: “No queda registro. Básicamente te dicen que lo que pone en el consentimiento escrito es puro papeleo y que a ti no te va a a pasar nada de eso. Es una operación que resulta muy rentable económicamente y cuantas más operaciones hagan, mejor para ellos”.
Para colmo de males, los afectados por ojo seco o fuertes dolores tras la operación tienen que asumir que la operación ha sido en la práctica un éxito. “Un estudio en EE.UU. demostró que el índice de suicidios entre la gente operada se multiplica por cuatro”, explica el presidente de Asacir, “al 83% de los pacientes que habían tenido ideas suicidas el oftalmólogo le respondió que su operación había sido exitosa. Efectivamente, no había negligencia, pero los daños son inherentes a la intervención”.
España a la cola La misma organización que hace casi 30 años en Estados Unidos dio el visto bueno a esta técnica con láser ahora firma un estudio clínico en el que se asegura que las complicaciones experimentadas por los pacientes no son poco comunes. Casi la mitad de las personas que tenían ojos sanos antes de la operación ocular con láser desarrollaron distorsiones visuales tras el procedimiento. Además, casi un tercio desarrolló por primera vez el síndrome de ojos secos.
En varios países europeos, la técnica Lasik ya ha sido objeto de debate, algo que en España el Ministerio de Sanidad ni se plantea. De hecho, en España el número de operaciones de este tipo es entre tres y cuatro veces mayor que la media europea. Se estima que en el Estado se realizan algo más de 100.000 intervenciones al año, lo que extrapolado a Euskadi pueden ser unas 5.000 anuales.
Desde Asacir lamentan los regates que en el asunto realiza el Ministerio de Sanidad, con el que ya han tenido la oportunidad de reunirse. “Hasta ahora solo han hecho caso a lo que dice la Asociación Española de Oftalmología, por lo que existe un claro conflicto de intereses”, dice Alejandro López Vila. Los miembros de este organismo son de empresas con expedientes sancionadores abiertos precisamente por estas prácticas: “Y resulta que son ellos los que aportan al Ministerio informes en los que se dice que todo va bien y está perfecto. Si los interlocutores que tiene el Ministerio son los que ganan un montón de dinero con estas operaciones, no podemos esperar mucho”.
Desde Asacir reclaman un estudio epidemiológico para “saber cuánta gente se está operando, cuánta gente queda afectada y, de mientras, parar las cirugías”. También piden una regulación estricta en los procesos de aprobación y una mejora en los consentimientos escritos y orales: “Pedimos que se grabe la información oral. No hay voluntad y si no tienen voluntad es porque tienen algo que ocultar”.